El Leopardo de Morón era para muchos más peleador que boxeador pero el coraje que desplegaba arriba del ring atraía a los espectadores que le valoraban su entrega total.
Y esa noche, Galíndez no fue solo coraje sino también que boxeó y de qué manera.
El bonaerense había sufrido un accidente de auto semanas antes de la pelea y su promotor, Tito Lectoure, le había sugerido postergar el pleito. Pero Galíndez sabía que estaba ante una oportunidad única y no quería desaprovecharla.
Probablemente esa tensión acumulada antes de la pelea hizo que el argentino saliera de manera desaforada a golpear a su rival, a quien ya tiró en el primer round.
El dominio del Leopardo de Morón era abrumador y Hutchins volvió a caer en el cuarto y octavo round ante un Luna Park exultante por el trabajo de su ídolo.
A esa altura el árbitro venezolano Jesús Celis dudaba si parar la pelea y así evitar que Galíndez siguiera castigando al norteamericano.
Finalmente, tras ver como su púgil era volteado nuevamente en el round 12, el rincón de Hutchins tomó nota de la situación y el boxeador no salió a pelear en la vuelta 13.
Cuando dejó el boxeo se dedicó al automovilismo y lamentablemente allí encontró la muerte el 25 de octubre de 1980, a los 31 años, cuando fue atropellado durante una competencia el día que debutaba como acompañante de Antonio Lizeviche en una carrera de Turismo Carretera.
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