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A 35 años del histórico enfrentamiento entre Bancruz y Nueva Chicago por el Torneo del Interior de 1990, las memorias siguen vivas. Julio Cordara, periodista partidario del Torito y testigo directo de aquella jornada, dialogó con Radio LU12 AM680 para revivir aquel cruce inolvidable disputado en la cancha de Ferrocarril YCF de Río Gallegos, en condiciones climáticas y de campo que hoy parecen imposibles de repetir.

Salí un miércoles a las 10 de la noche desde Constitución y llegué a Río Gallegos el sábado al mediodía. Fueron más de 60 horas de viaje, pero no había forma de que ese partido se suspendiera”, contó Cordara, con la emoción aún intacta. “Con latitas de tomate y baldes sacábamos el agua de la cancha. Tenía que jugarse, como fuera”, rememoró.

El 6 de mayo de 1990, Bancruz recibió a Nueva Chicago por el partido de vuelta del octogonal final que otorgaba un ascenso al entonces Torneo Argentino B. El conjunto de Mataderos había ganado 3-0 en la ida, y se presentó en la capital santacruceña bajo una lluvia incesante y con un campo embarrado, al borde de la suspensión. Pero nadie quiso que se suspendiera: el país futbolero había llegado hasta el confín sur, y Río Gallegos respondió llenando la cancha.

La cancha era un chiquero, y sin embargo, fue una fiesta”, relató Cordara. La anécdota del arquero Carlos Cochella, que intentaba esquivar los charcos por temor al frío, sintetiza el contexto. “En la primera pelota se tuvo que revolcar en el agua y quedó empapado. Jugó todo el partido así”, recordó el periodista entre risas.

Pero el clima no fue lo único que marcó ese día. También hubo tensión en las tribunas. Cordara relató que un grupo de conscriptos de Buenos Aires, que cumplía el servicio militar en la zona, se sumó a alentar a Chicago. “Había un foco de tensión, pero no pasó a mayores. Fue todo parte de una jornada atípica, donde el fútbol fue protagonista y la gente de Gallegos vivió algo inolvidable”.

En lo deportivo, el partido terminó 2-1 para Nueva Chicago, que selló así su clasificación. Pero el resultado pasó a un segundo plano. “Lo que vivió Bancruz ese día fue heroico. Un equipo entusiasta, con jugadores que jugaban por su vida. Llegaron muy lejos, y eso merece ser valorado”, opinó Cordara.

El periodista también destacó el presente del estadio. “Me contaron que ahora están colocando césped sintético. Es una alegría saber que ese lugar tan simbólico para mí se moderniza”, señaló, recordando que desde esa cancha se veía la ría y “el mar al fondo, una imagen que no me voy a olvidar nunca”.

Antes de despedirse, dejó una última postal: “Volvimos a Buenos Aires en un avión Hércules de la Fuerza Aérea. Fue mi primer vuelo. Y fue también un cierre perfecto para uno de los viajes más intensos de mi vida”.

Aquella tarde de 1990 en Río Gallegos fue mucho más que un partido. Fue una muestra del federalismo del fútbol, del esfuerzo de los clubes del interior, y de una ciudad que se puso de pie para recibir a un histórico del ascenso. Fue, en palabras de Cordara, “una película que todavía hoy se sigue proyectando en mi memoria”.

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