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Por Jorge Cicuttin
Un clásico. Antes de las elecciones las encuestas son miradas como infalibles oráculos modernos. Al día siguiente y con los resultados en las manos, se las critican y se hacen listados con las que más fallaron.
Por razones diversas, con el tiempo los encuestadores se encuentran con mayores dificultades para llegar a pronósticos más exactos.
Para este año, tanto para los comicios generales de octubre como para los regionales, aparecen muchas dificultades para adelantar ganadores y perdedores. Se necesitará de una bola de cristal.
Y no se trata de fallas en los métodos de consultas o de “trucharlas” a favor de uno u otro candidato. El problema que aparece es más serio: mucha gente no sabe qué votará al momento de estar frente a la urna.
Aumentó la decepción, la angustia, la bronca, es significativo el número de personas que no encuentra algún candidato potable, ya ni hablar de que lo enamore. Una muestra de esto es el aumento registrado en los comicios locales de este año del ausentismo.
Recién el día del comicio muchos decidirán si van o no a votar o qué boleta poner en la urna.
“No es que la gente mienta, tampoco que haya un voto vergonzante como en otras oportunidades. Realmente muchos no saben qué hacer, pueden estar mal por la situación económica pero no encuentran opositores que les gusten y dudan en darle o no al gobierno una oportunidad para mejorar. Vuelve a aparecer el “son todos iguales” y el “ni pienso ir a votar”. Y esto le pasa a ese porcentaje de votantes que terminan definiendo un resultado”, señalaba un experimentado encuestador.
De todas maneras, las encuestas siguen apareciendo. Y con resultados diversos, especialmente para la provincia de Buenos Aires, el lugar clave.
Un ejemplo. Según la nueva edición de la Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública realizada por la Universidad de San Andrés (UdeSA), la figura del presidente Javier Milei muestra una clara pérdida de respaldo en julio. La aprobación presidencial cayó al 42%, lo que implica un retroceso de siete puntos respecto a mayo. En contrapartida, la desaprobación se ubica en el 55%.
Es cierto que Milei continúa liderando el ranking de imagen política, con un 39% de imagen positiva frente a un 53% negativa, la tendencia marca una erosión paulatina en su capital simbólico.
Otro punto sensible del relevamiento es la satisfacción general con la marcha del país, que se mantiene baja: solo el 37% de los encuestados se declara conforme con el rumbo de las cosas. En cuanto al desempeño del Poder Ejecutivo, la satisfacción alcanza el 36%.
Las cifras reflejan un escenario de descontento generalizado. La mirada de los argentinos sobre la situación actual sigue siendo pesimista. En retrospectiva, el 46% cree que el país está peor que antes, y mirando hacia adelante, el 39% espera que la situación empeore. El 38% expresa incertidumbre, un 30% mantiene cierto optimismo y el 25% directamente se declara pesimista. La fragmentación del humor social es otro de los rasgos que se consolida con esta nueva medición.
El escenario electoral también refleja la polarización y el desgaste del sistema. Según los datos de UdeSA, el 29% votaría a la oposición, mientras que el 28% lo haría por el oficialismo. A esto se suma un 19% que aún no decidió su voto, y un 8% que prefiere no responder.
Un dato que llama la atención es el grupo que no planea votar. Entre ellos, el 35% argumenta estar harto de la política, el 33% no cree que las elecciones sirvan para cambiar algo, y el 23% siente que ningún partido los representa. Este grupo no es menor, y refleja una desafección creciente que podría impactar en la participación electoral futura.
¿Perspectivas? Se puede dar tanto un triunfo del oficialismo -varias encuestas lo anticipan-, como de la oposición peronista, habría una dispersión del voto en las provincias y altas posibilidades de llegar a cifras récords de ausentismo.
Chau retenciones, bienvenidos los vetos (subtítulo)
En la última semana, desde distintos sectores del oficialismo -incluso muy cercanos a Javier Milei-, se filtró la posibilidad de que el Presidente no vetara el aumento del 7% para los jubilados y la mejora en el bono. Un “sacrificio” fiscal que se iba a hacer para mejorar el ánimo social y las perspectivas electorales. Se decía que el veto se mantendría firme para la continuidad de la moratoria, el proyecto sobre discapacidad y las mejoras para el área de salud.
El golpe de efecto iba a ser la mejora en las jubilaciones.
Pero este sábado, en la Rural, el Presidente echó por tierra con esa posibilidad. Otra vez los jubilados sufrirán la motosierra.
La ausencia de dólares volvió a asustar al Gobierno. Las liquidaciones del campo se habían derrumbado, la bronca de los productores y exportadores aumentaba tanto como la presión de los gobernadores de la región núcleo.
En el predio de la Rural en Palermo, Milei sorprendió anunciando una baja en las retenciones de todos los productos, incluso la soja.
Algunos cálculos estiman un costo fiscal de un punto del PBI, lo que pone contra las cuerdas al superávit fiscal, el punto innegociable del modelo.
En Palermo y en el mismo discurso, Milei ratificó el veto para todas las leyes votadas por el Congreso en los últimos días.
“Aquellos que no acompañen el veto son genocidas. Están haciendo una matanza sobre nuestros jóvenes”, afirmó este sábado el Presidente. Saluden a las esperanzas para los jubilados que se van.
Desde su prisión domiciliaria, Cristina Fernández de Kirchner aprovechó para definir la situación: “Lo más importante de esa reunioncita en La Rural —señaló— es confirmar que Milei, que dice que no hay plata para los jubilados, ni para los discapacitados, ni para el Garrahan, ni para las universidades, que no hay plata para nadie porque hay que cuidar el superávit fiscal, ahí no le importa. En La Rural no le importa el superávit fiscal y le regala plata a uno de los sectores que más plata tiene en este país”.
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