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Hay delanteros que se vuelven símbolo de un club, y otros que trascienden por sus hazañas en los momentos más difíciles. Martín Palermo pertenece a esta última categoría. Con su potencia, garra y olfato goleador, el exdelantero de Boca Juniors dejó una marca imborrable en el fútbol argentino. Hoy, al cumplir 52 años, su nombre vuelve a sonar fuerte en la previa de un nuevo Superclásico, donde su legado revive entre los hinchas xeneizes.

Desde su llegada al club de La Ribera, Palermo se transformó en un sinónimo de gol. Cada vez que Boca enfrentaba a River, su presencia generaba una tensión especial: era el delantero que podía cambiar el rumbo de un partido con una sola jugada. Su físico imponente, su juego aéreo y su precisión en el área lo convirtieron en una pesadilla para los defensores millonarios.

Nueve goles que hicieron historia

Durante su carrera en Boca, Martín Palermo le marcó nueve goles a River Plate, una cifra que resume su efectividad y su espíritu competitivo. Cada uno de esos tantos tiene un contexto, una historia y un recuerdo que quedó grabado en la memoria de los hinchas.

El primero bajo la lluvia

Su primer grito ante River llegó en el Torneo Apertura de 1997, en un partido marcado por la lluvia torrencial. Palermo, fiel a su estilo, conectó de cabeza y dio vuelta el marcador, firmando así el comienzo de una historia de amor eterno con los clásicos.

El tanto del empate en 1998

En el Clausura 1998, volvió a marcar en otro encuentro vibrante que terminó 3-2 a favor de Boca. Su gol fue clave para igualar el marcador y empujar al equipo hacia una remontada memorable.

El golazo del Clausura 1999

Uno de los tantos más recordados llegó el 9 de mayo de 1999. Con un control de rodilla y un remate certero, selló una victoria inolvidable que desató la euforia en La Bombonera. Ese tanto consolidó su fama de “verdugo” de River.

La noche de la Libertadores 2000

El 24 de mayo del 2000, por la Copa Libertadores de América, Palermo volvió tras una grave lesión y, en una noche épica, convirtió un gol decisivo en la Bombonera. Boca eliminó a River y su festejo, brazos en alto, quedó inmortalizado en la historia del Superclásico.

De 2009 a su último grito en 2011

Ya en el final de su carrera, Palermo siguió demostrando su vigencia. En el 2009 marcó el tanto del empate 1 a 1 en el Superclásico y, dos años más tarde, en el 2011, se despidió de los enfrentamientos ante River con un nuevo gol en la victoria 2-0 de Boca. Un cierre perfecto para una historia cargada de emoción y goles decisivos.

El símbolo de la entrega y la resiliencia

Más allá de sus goles a River, Palermo se ganó el corazón del público por su actitud inquebrantable. Su recordado gol en muletas tras una lesión grave, su regreso triunfal y su incansable espíritu competitivo lo transformaron en un ejemplo de perseverancia.

Jugó en Europa, pasó por otros clubes de Argentina, pero su legado más fuerte está en Boca Juniors, donde se convirtió en el máximo goleador histórico del club. Su figura sigue siendo bandera de lucha y pasión para cada hincha xeneize.

EN ESTA NOTA Martín Palermo

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