El robo de alrededor de 30 dosis de la vacuna rusa Sputnik V en Comodoro Rivadavia puso sobre la mesa la seguridad que tiene la distribución de las dosis, en un contexto donde la cantidad que ha arribado al país aún no es numerosa y se limita para cumplir con el plan de vacunación planteado en cada provincia.

 

La demanda de las vacunas, que comenzaron a aplicarse a los grupos de riesgo y trabajadores de la salud, pareciera que comienza a superar la cantidad de dosis disponible, y eso -lamentablemente- despertó hechos delictivos, no solo en Comodoro, sino que también en otros lugares del país y el mundo.

 

En la localidad bonaerense de San Miguel del Monte ocurrió un hecho similar: en los primeros días de enero se denunció que forcejearon la puerta del vacunatorio con las intenciones de llevarse dosis de la Sputnik V, aunque se constató que no llegaron a robarse ninguna.

 

En Chile ocurrió algo parecido. Un total de 40 unidades, que corresponden a una caja de vacunas, menor al tamaño de una caja de mascarillas, fueron sustraídas de uno de los refrigeradores de almacenamiento del Centro de Salud Familiar (CESFAM) Miguel Ángel Arenas de Curicó, 200 kilómetros al sur de Santiago.

 

Por otro lado, en Polonia el pasado 27 de enero, fue registrado en el noreste del país el que fue considerado el primer caso de robo de vacunas. Por la noche, se robaron vacunas contra el coronavirus de un centro privado de atención primaria y especializada de salud en la localidad de Ilowo-Osada, en la provincia de Warmia y Mazuria.

 

En todos los casos se tomaron acciones legales para poder dar con las personas que robaron la vacunas y a la vez esto sirvió para tomar medidas de seguridad más pertinentes respecto al resguardo de las dosis. 

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