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El psicólogo Rubén Fernández, actual subsecretario de Derechos Humanos del Gobierno de Santa Cruz, visitó los estudios de Radio LU12 AM680 para compartir una reflexión profunda y necesaria sobre los límites del avance tecnológico en relación con la salud mental. A partir de un artículo que circuló ampliamente en redes sociales, y que él mismo compartió con la frase “La inteligencia artificial no reemplaza el tratamiento psicológico”, se abrió un espacio de análisis sobre el creciente fenómeno de quienes acuden a plataformas de IA como si fueran terapeutas virtuales.
El tema, lejos de ser anecdótico, plantea interrogantes urgentes. ¿Puede una máquina interpretar los matices emocionales de un ser humano? ¿Estamos reemplazando el vínculo profesional y empático con un psicólogo por respuestas automáticas? Según Fernández, aún estamos lejos de poder considerar a la IA como un sustituto real.
Terapia, vínculos y riesgos invisibles
Durante la charla en LU12, Fernández fue categórico: “Hay que tomarlo con mucha cautela. No podemos afirmar que la inteligencia artificial sustituye el trabajo terapéutico profesional”. Si bien reconoció que en ciertos casos puede funcionar como complemento o asistencia puntual, subrayó que los verdaderos procesos terapéuticos implican una relación que va mucho más allá de la respuesta a una consulta: “Hay una construcción entre paciente y profesional que es insustituible. Y eso no lo puede replicar un sistema programado”.
El psicólogo alertó sobre los prejuicios que aún perviven en los modelos de lenguaje de IA: “En temáticas complejas como la esquizofrenia o el alcoholismo, muchas respuestas resultan estigmatizantes y pueden desmotivar al paciente. Y eso es gravísimo”. Según explicó, la información que estos sistemas brindan puede estar sesgada y no tener en cuenta el contexto emocional o las señales implícitas, como sí lo haría un profesional capacitado.
Uno de los ejemplos más alarmantes que mencionó es el de personas que, en momentos de crisis, consultan a la IA y reciben respuestas mecánicas que no registran un posible trasfondo suicida. “Eso puede inducir a daños mayores. Por eso es clave que ante cualquier padecimiento psíquico, se recurra siempre a profesionales formados”.
Salud mental post pandemia: un desafío colectivo
En otro tramo de la entrevista, Rubén Fernández se refirió al impacto que la pandemia y el contexto socioeconómico actual han tenido sobre la salud mental. “Hubo un aumento cercano al 40% en los cuadros de sufrimiento psíquico después de la pandemia”, señaló, apoyándose en datos de la Organización Mundial de la Salud. La ansiedad, la depresión y el estrés crónico se han disparado en todo el país, mientras que el consumo de psicofármacos también creció de manera alarmante.
En ese sentido, destacó las políticas impulsadas desde la Subsecretaría de Derechos Humanos, como la reciente diplomatura en grupos de ayuda mutua orientada al consumo problemático y a la prevención del suicidio. “Necesitamos formar personas que puedan contener, acompañar y cuidar con herramientas mínimas, porque es una problemática que atraviesa a la sociedad en su conjunto”, explicó.
Asimismo, resaltó el trabajo de dispositivos como el SETRIPCO, que funciona en la provincia y está especializado en el abordaje de adicciones. No obstante, fue claro al señalar que, si bien se está haciendo prevención, aún predomina un enfoque reactivo: “Siempre apuntamos al problema. Hay que anticiparse, buscar espacios de cuidado, recuperar la palabra y la escucha activa”.
Tecnología, infancias y el rol adulto
Un punto central de la nota, fue el impacto que las nuevas tecnologías están teniendo sobre los niños, niñas y adolescentes. Fernández llamó la atención sobre la necesidad de mayor control parental en el uso de videojuegos, aplicaciones o plataformas en línea. “No se trata de demonizar la tecnología, pero sí de estar presentes. Los chicos hoy tienen acceso a todo sin filtro y muchas veces se genera una adicción a la pantalla que pasa inadvertida”.
El especialista hizo hincapié en que el rol de los adultos no puede diluirse. “Los padres no son amigos de los hijos. Son quienes deben cuidar, observar, acompañar y también poner límites. Algo tan simple como revisar un cuaderno o preguntar cómo fue su día puede hacer una diferencia enorme”. También alertó sobre el error frecuente de considerar “seguro” que un niño esté muchas horas frente a la computadora en lugar de salir a la calle, cuando en realidad eso puede encubrir un aislamiento perjudicial.
La brecha generacional, según Fernández, también complica la situación. “Muchos padres o abuelos no están familiarizados con el manejo tecnológico, mientras que los chicos nacen sabiendo. Por eso, hay que aprender, actualizarse y, sobre todo, fomentar el diálogo constante en casa”.
Una llamada a la responsabilidad colectiva
Sobre el cierre, Fernández dejó un mensaje claro: no se trata de rechazar la tecnología, sino de integrarla con responsabilidad y sin perder de vista lo esencial. “La inteligencia artificial vino para quedarse, pero no puede ocupar el lugar de la empatía, la contención ni del vínculo humano. No debemos resignar espacios de encuentro, de palabra, de escucha. Son esos lugares los que nos sostienen cuando la salud mental tambalea”.
Frente al avance de plataformas que prometen soluciones inmediatas, la recomendación del especialista es tajante: “Interiorizarse, compartir tiempo con los hijos, observar lo que consumen en la web y, ante cualquier duda, consultar con un profesional”.
Porque, como él mismo resumió al inicio de esta conversación: “La inteligencia artificial no reemplaza el tratamiento psicológico”.
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