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Durante siglos, el modo en que los antiguos habitantes de la Isla de Pascua, situada en medio del océano Pacífico y perteneciente a Chile, lograron mover las gigantescas figuras monolíticas de piedra ha sido un interrogante para la ciencia. Las estatuas moáis, símbolo de la cultura Rapa Nui, pueden alcanzar hasta 10 metros de altura y pesar más de 80 toneladas. Su origen, significado y proceso de transporte han generado hipótesis, leyendas y experimentos desde hace décadas.

Ahora, una investigación publicada en la revista Journal of Archaeological Science aporta una respuesta sólida y verificable: las estatuas “caminaban”.

Las estatuas moai de la Isla de Pascua.

Una explicación científica basada en la física y la observación

El estudio fue encabezado por el antropólogo Carl Lipo, de la Universidad de Binghamton (Estados Unidos), junto a un equipo internacional de arqueólogos y físicos. A través de modelado tridimensional, análisis físico y experimentos de campo, los científicos determinaron que los moáis fueron desplazados en posición vertical mediante un movimiento de balanceo controlado, aprovechando su diseño y centro de gravedad.

Las bases anchas en forma de “D” y una leve inclinación hacia adelante permitían que las esculturas se movieran de un lado a otro en un desplazamiento en zigzag, similar al caminar humano. “La física tiene sentido. Lo que vimos experimentalmente realmente funciona”, afirmó Lipo en un comunicado oficial.

El experimento que lo cambió todo

Para comprobar la teoría, los investigadores construyeron una réplica de un moái de 4,35 toneladas, respetando las proporciones originales. Con solo 18 personas, lograron mover la enorme figura 100 metros en apenas 40 minutos, sin necesidad de rodillos ni estructuras de madera.

La clave estuvo en la coordinación: mientras unos tiraban con cuerdas de un lado, otros ajustaban el movimiento para mantener el equilibrio. De ese modo, la estatua se “balanceaba” y avanzaba erguida, exactamente como las tradiciones orales del pueblo Rapa Nui habían descrito durante generaciones.

De acuerdo al estudio, trasladaban a los famosos moáis con una técnica con la que “caminaban”.

Los caminos ancestrales también fueron parte del secreto

El diseño de los antiguos caminos de la isla ayudó a los científicos a completar el rompecabezas. Las rutas, de aproximadamente 4,5 metros de ancho y una superficie ligeramente cóncava, ofrecían la estabilidad necesaria para que las estatuas se desplazaran sin caer.

Según explicó Lipo, cada vez que los isleños movían un moái, trazaban su propio camino. Esa práctica explicaría la multiplicidad de senderos detectados en la isla, muchos de los cuales conducen hacia los lugares donde las estatuas fueron finalmente erigidas.

Un hallazgo que revaloriza al pueblo Rapa Nui

Más allá de resolver un enigma arqueológico, el estudio resalta la ingeniería y la organización social de una de las civilizaciones más aisladas del planeta. Con recursos limitados, los antiguos habitantes de la Isla de Pascua desarrollaron un método eficiente, sostenible y perfectamente adaptado a su entorno natural.

El descubrimiento devuelve protagonismo al ingenio del pueblo Rapa Nui, capaz de dominar el equilibrio, la física y la colaboración comunitaria para erigir cientos de monumentos que, siglos después, continúan asombrando al mundo.

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