Al evaluar el fracaso de su gobierno que lo llevó a la derrota electoral de 2019, Mauricio Macri se lo atribuyó en gran parte al “gradualismo” que aplicó en el comienzo de su presidencia.

“Ahora haría los mismo, pero más rápido”, explicó.

En su campaña, Javier Milei fue claro: “Nada de gradualismo, voy a aplicar una política de shock”, anticipó.

Y así lo hizo.

Fuerte devaluación del peso, liberación absoluta de los precios y la eliminación de todo control estatal, junto a más de mil leyes entre el DNU y el proyecto “Bases”. Por supuesto que acompañado por un “protocolo” represivo en las calles para evitar cualquier manifestación contraria.

Todo fue shock.

Shock devaluatorio. Shock inflacionario. Shock represivo. Shock legislativo. Todo rápido, todo acelerado.

Y así, con la misma rapidez y aceleración, el Gobierno se fue golpeando contra distintas paredes. Terminó sufriendo un shock de deterioro.

Todo fue más rápido que lo habitual. La “luna de miel” con el gobierno que asume no duró meses, sino que se consumió en pocas semanas. La imagen positiva presidencial está por debajo del 50%, cuando tanto Mauricio Macri como Alberto Fernández superaban el 60% en los primeros meses de gobierno.

“Al Gobierno que asume el Congreso le vota positivamente las primeras leyes que manda”, decían los diputados libertarios. Rápidamente recibieron un “shock de realidad política” y tuvieron que retirar del Congreso el proyecto “Bases”, mientras la Justicia frenaba la reforma laboral que intentó imponer por decreto.

Tampoco se recuerda un gobierno que tan rápidamente entre en conflicto con gobernadores e intendentes, en una guerra que escala y no tiene a la vista fecha de vencimiento.

El clima de decepción en parte de su electorado, de deterioro salarial de las capas medias, de freno en el consumo y de conflicto político en el Congreso y con los gobiernos provinciales, coloca al presidente Milei en una posición tan incómoda que lo lleva a echar funcionarios y replantearse un cambio de esquema en su gabinete a dos meses de haber asumido.

Todo un shock.

El politólogo Andrés Malamud advierte de una dinámica política que vive la Argentina que la viven otros países de la región. Tal el caso del convulsionado Perú.

Malamud señala que Milei, en su actual posición, podría tomar algunas opciones que vivió Perú en las últimas épocas. Podría imitar a Alberto Fujimori que ante su pelea con el Congreso decidió cerrarlo y gobernar de la mano de las fuerzas militares. Situación difícil de llevar adelante hoy en la Argentina. Otra opción es la que sufrió Pedro Castillo, quien entabló una pelea con el Poder Legislativo en la que terminó siendo destituido. Y una tercera es la que vive la actual presidenta Dina Boluarte, quien asumió debilitada tras la caída de Castillo por querer establecer un “gobierno de excepción” y cogobierna con la dirigencia opositora.

¿Javier Milei está hoy cerca de esta tercera opción? ¿Tras apenas dos meses de gobierno está cerca de aceptar el ingreso masivo del PRO al Ejecutivo nacional?

De gira por Israel e Italia y a poco de encontrarse frente a frente con el papa Francisco, Milei pidió la renuncia de funcionarios cercanos a los gobernadores de Córdoba y Salta y anticipa el ingreso del PRO a la administración central y la libertad de este partido con La Libertad Avanza en el Congreso.

“Será un nuevo rediseño político” del gobierno, reconoció la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Una idea que ratificó desde Roma el presidente Milei: “Claro que estoy dispuesto a una fusión”. El libertario tiene la intención de sumar al grupo más duro de los radicales. La duda es que pasará con los peronistas que ya forman parte del gobierno, como Daniel Scioli.

Este desembarco del PRO en el Ejecutivo es algo con lo que, según trascendió con fuerza, especuló desde el 10 de diciembre Mauricio Macri. Mientras trabaja para asumir la presidencia del partido que él fundó, Macri podría ver concretada su especulación de una crisis de gobernabilidad de Milei que daría lugar a una toma del control político del gobierno.

Ya están incluso los nombres de algunos dirigentes del macrismo que llegarían en esta etapa de “rediseño”, como Cristian Ritondo -apunta a ser presidente de Diputados-; Guillermo Dietrich -jefe de Gabinete-; Diego Santilli -Ministerio del Interior-, y María Eugenia Vidal en Capital Humano o el Anses.

Macri cree que el “choque” sucedió la semana que pasó con el fracaso de la Ley Ómnibus. Todo muy rápido.

Tan veloz como fue el quiebre de relaciones de Milei con la llamada oposición dialoguista que se acercó a negociar el texto de una ley “votable” en el congreso. De pronto pasó a ser la casta traidora y corrupta. La primera represalia contra gobernadores e intendentes llegó con una quita de subsidios al transporte y el desplazamiento de sus cargos de dos funcionarios ligados estrechamente a los gobiernos de Salta y de Córdoba. Y se especula con que no serán los únicos.

Si bien no se concretó aún la suba terrible del precio del transporte por esta venganza del gobierno, los pobladores de distintas ciudades del interior -donde fue importante el triunfo de Milei en las elecciones-, ya mostraron su fastidio y enojo. Y no hacia los intendentes o gobernadores, el apuntado es el gobierno nacional.

Los intendentes, cercanos o lejanos al gobierno nacional, están preocupados por lo que comienzan a ver en sus distritos. Desde la Federación Argentina de Municipios, que encabeza el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, se advirtió: “Expresamos con alarma y extrema preocupación el camino anti federal y extorsivo que ha tomado el gobierno nacional. Argentina vive una dramática situación socioeconómica que día a día se agrava por las medidas que lleva adelante el presidente de la Nación y su ministro plenipotenciario de Economía. Ante el panorama inminente de mayor pobreza y altísima inflación, nos vemos en la obligación de alertar y exigir a las autoridades nacionales que tomen medidas urgentes para frenar la catástrofe que se avecina”.

Es así de rápido, a dos meses de asumir Milei ven que se avecina una “catástrofe”.

Todo es el resultado de una política de shock en lo económico que está acortando los tiempos políticos y sociales.

El analista Javier Timerman dejó flotando en las últimas horas una pregunta inquietante que se hacen muchos consultores: “La pregunta no es cuánto va a aguantar Javier Milei sino cuánto aguantará la gente”.

Todo un shock.

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