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Treinta días después de las elecciones, Venezuela se encuentra dividida entre dos realidades: un gobierno autocrático que sigue consolidando su poder y una oposición que se mantiene firme y radical en su rechazo al régimen. Mientras tanto, el venezolano vive una situación de total polarización.
Ya ha pasado un mes desde las elecciones del 28 de julio en Venezuela. Nicolás Maduro se declaró ganador sin presentar pruebas que respalden su victoria. La oposición, liderada por María Corina Machado, refuta esta proclamación y, hasta la fecha, no se han iniciado negociaciones entre ambas partes. Las calles han sido escenario de una represión sin precedentes, mientras regímenes autoritarios, como los de Rusia, China, Nicaragua, Cuba e Irán, han expresado su apoyo a Maduro. La ONU y varios países han cuestionado la legitimidad de los resultados, exigiendo transparencia electoral. En este contexto, el futuro de la lucha democrática en Venezuela y la región sigue siendo incierto.
Un gobierno estoico
A pesar del creciente repudio internacional, el gobierno de Nicolás Maduro ha endurecido su postura, radicalizando la respuesta del aparato chavista. Maduro ha intensificado la represión y ha anunciado la creación de dos cárceles de máxima seguridad para castigar a quienes protesten por el presunto fraude electoral.
El clásico villancico venezolano “Tun tun, ¿quién es? ¡Gente de paz!” ha adquirido un nuevo significado en este contexto, convirtiéndose en el nombre de una operación de persecución política contra la oposición y los manifestantes. La “Operación Tun Tun“, acuñada por Diosdado Cabello, el número dos del régimen, durante el estallido social de 2017, se refiere a los allanamientos y detenciones arbitrarias en los hogares de opositores. Este término ha sido promovido por los medios oficialistas como un cuasi eslogan del régimen.
Tras las masivas protestas en las calles en rechazo al fraude electoral, más de 2.000 personas han sido detenidas, y la “Operación Tun Tun” ha sido revitalizada, convirtiéndose en una herramienta clave de la represión chavista.
La oposición se mantiene
La oposición ha organizado protestas pacíficas dentro y fuera de Venezuela. El 17 de agosto, más de 350 ciudades alrededor del mundo fueron escenario de manifestaciones en las que participaron miles de venezolanos exiliados. En Madrid, más de 15.000 personas se reunieron, mientras que, en México, Nueva York y Colombia, entre otros lugares, se reportaron miles de manifestantes.
A pesar de la firmeza de María Corina Machado en continuar la lucha hasta el final, es evidente que se necesita una presión significativa tanto interna como externa para desafiar al régimen de Maduro. Los líderes latinoamericanos no pueden mantenerse al margen de la crisis venezolana. Aunque algunos gobiernos de izquierda han evitado tomar una postura clara en la OEA, las consecuencias de esta indiferencia podrían ser graves: el aumento de la diáspora venezolana, que según el ACNUR ya supera los 8 millones de personas, y el fortalecimiento de regímenes dictatoriales en la región, un riesgo que recuerda los oscuros tiempos de dictaduras en el siglo XX.
El pueblo venezolano
Lamentablemente, no es la primera vez que el pueblo venezolano se enfrenta a una humillación como esta. Yo mismo sentí esta humillación en 2019, cuando, con 17 años, al ver un futuro nada próspero, decidí escapar del país. Esta historia se repite 8 millones de veces. Hoy, el venezolano enfrenta un panorama polarizado: por un lado, se cuestiona si han valido la pena tantas muertes, tantos jóvenes que no volvieron de las protestas, tantos kilómetros recorridos en busca de un mejor futuro; por otro lado, sigue encontrando el valor para continuar la lucha por la democracia, para volver a ser libres en la tierra del Libertador, Simón Bolívar.
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