La semana pasada, un menor de ocho años fue separado a la fuerza de su madre por la Policía bonaerense en un operativo sin precedentes. Por orden de la Justicia, los efectivos llegaron en patrullero a una vivienda de San Isidro y se llevaron al nene de su hogar para restituirlo a su padre acusado de haberlo abusado sexualmente.

“Como en los peores tiempos de la dictadura”, dijo un familiar sobre el procedimiento ordenado por la jueza Laura Sabrina Citraro, titular del juzgado número 2 de la Familia de San Isidro, desde donde se emitió la orden para llevárselo pese a los gritos de auxilio que evidenciaban la desesperación por separase de su madre y el temor por volver a la casa de su progenitor, lejos de su hogar, en Rosario.

 

Pedí el derecho de abrazar mi nieto mientras lo sacaban, y por respuesta, un cordón policial impidió mi último abrazo, mi despedida, ante los ojos de espanto tremendos de mi nieto”. También dijo que el operativo se dio “en forma violenta, los gritos del chico eran tremendos y aterradores”,

 

El padre identificado como A.R. cuenta con graves denuncias por amenazas con armas de fuego, persecución y golpes. De hecho, según consignó el medio Diario Femenino, tiempo atrás el chico expresó que no quería reencontrarse con él tras relatar situaciones de abuso sexual.

 

El viernes pasado, familiares, amigos y vecinos marcharon para exigir la restitución. “Al día de hoy no sabemos dónde está el chico, no sabemos nada. No hay nada en el sistema informático. Y el juzgado está al tanto de las denuncias penales en contra del padre”, reveló un tío del menor.

“Fue terrible. Presenté denuncias contra él en 2015, 2017, 2018 y 2020. La última fue porque me amenazó que me iba pegar un tiro en la cabeza. Durante la pandemia empezó a desobedecer las perimetrales, a buscar a Lucio cuando no le correspondía. Trepaba el portón de la casa, me hostigaba por mensajes. Un mal menor en comparación de cuando se ponía a patear la puerta. Él sabía siempre dónde estaba y me amenazaba”, relató a La Nación la mamá del niño.

 

“Es un psicópata perverso que ya tenía perimetrales, pero cuando se estableció el Aislamiento Preventivo Obligatorio (ASPO) y no pudo volar se puso cada vez más controlador con mi hermana. Pasaba por su casa y le hacía la vida imposible”, continuó.

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