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Entrar al Mini Museo de Minky es atravesar un pasillo de memoria: cascos colgados como banderas, buzos anti-flama con leyendas de carreras, cartulinas manuscritas con clasificaciones de épocas en las que no existían computadoras. Lo que empezó como la necesidad de “rescatar algunos elementos” de una Coupe Fiat 125 —confesó él mismo— hoy es un archivo vivo del automovilismo de la ciudad.

En una nueva edición de “Mateando con Carlos”, el nuevo ciclo de reportajes con protagonistas del automovilismo del Grupo La Opinión Austral, visitamos un histórico lugar del mundo tuerca de Río Gallegos.

Minky contó los orígenes con detalle: “Cuando compré la Coupe Fiat, me puse a ver si podía rescatar algunos elementos de las Fiat que habían corrido en los años 70”. Rememoró a Mauricio Monte como el primer donante clave: “Él fue el primero que me regaló una serie de cosas… me regaló infinidad de cosas”. La generosidad se fue multiplicando: “Después vino Ricardo López Calo y me dejó parte de la trompa de un camión Internacional del año 40. Lo colgué en la entrada y quedó como símbolo del museo”.

Las piezas que exhibe no son meros objetos; vienen acreditadas con fotos y relatos que certifican su procedencia. “Trato de llevar eso para que la gente me crea —dijo—; en la mayoría de las cosas lo vas a ver etiquetado y están las fotos donde se ven los elementos en los autos de aquella época”. Entre los testimonios, aparecen nombres que son historia en la región: cascos del “Gordo Thevenon”, bielas del recordado Don José Muñiz, el primer casco de Roberto Vído en Nissan y piezas de Mauricio Monte y Fernando Rizetti.

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Con Minki mirando los recuerdos. FOTOS: LEANDRO FRANCO/LA OPINIÓN AUSTRAL

La lista de tesoros incluye también reliquias anteriores a la creación del Automóvil Club Río Gallegos: “Ahí hay una copa que es muy significativa porque está grabada la fecha, es anterior a la creación del Club y me la regalaste vos…”, contó Minky. Y no faltan anécdotas personales: compartió cómo su hermano lo llevó al circuito de tierra cuando era chico y cómo ese ruido le “prendió la mechita” para toda la vida.

La dinámica del Mini Museo, según describió el anfitrión, es comunitaria: donaciones, visitas espontáneas y la intención de ordenar un archivo disperso. “Hubo gente que me empezó a regalar cosas de otras marcas —relata—, y me dijeron ‘¿por qué no hacés un museo?’. Yo les dije que no tenía la estructura, pero después entre amigos —Fernando Rizetti, Águilalo fuimos armando”. Esa red de contactos se tradujo en gestos de peso: “Pepe Martos vino y me dijo que no aflojara, que no había visto algo así en el sur; eso te da fuerza para seguir”.

Sobre el presente y el futuro del espacio, Minky fue preciso: hay exceso de material, falta de espacio y planes concretos. “El sueño es ampliarlo —aseguró—, poder exhibir las cosas que están guardadas en los talleres; muchas están amontonadas”. Ya hubo gestos institucionales: el intendente Pablo Grasso visitó el lugar y “quedó muy entusiasmado; dijo que iba a tratar de dar una mano para terminar la ampliación, techar al costado y expandirnos”.

De charla con el anfitrión Ricardo “Minki” Borquez

No faltaron recuerdos de carreras y pilotos: desde la Vuelta a la Provincia de 1980 —con cartulinas originales escritas por Pedro Pignataro— hasta historias de amistad con Constante Moreno Preto, quien donó una corona de diferencial de una coupe y una medalla de la Hermandad que ahora cuelga en un cuadro. “Constante me mandó una medalla y me dijo que la cuidara; está en un cuadro y se ve la foto con la corona en la mano”, relató, con la emoción a flor de piel.

Para quienes quieran acercarse, Minky dejó una invitación concreta: “Estoy de 14:30 en adelante y los recibo gustosamente. Que vengan los amigos, que vengan a molestarme a la tarde”. También reconoció la importancia del boca a boca: “Lo mejor es el boca en boca; así están llegando de a poco los amigos y las personas que ni siquiera conozco”.

Quienes visiten el Mini Museo encontrarán, además de objetos, una trama de afectos y testimonios: fotos de pilotos, diarios, revistas y un cúmulo de piezas “certificadas” que sostienen la narración. “Al que le gusta esto, realmente venir a ver toda esta cantidad fenomenal de cuadros y reconocimientos es entrar en su casa”, dijo Minky, invitando a vivir la experiencia en primera persona.

Yo me fui con la sensación de haber recorrido un archivo que aún no terminó de contarse. Pocas veces un galpón guarda tanto relato; pocas veces la pasión de un coleccionista se traduce en patrimonio compartido. El Mini Museo es, hoy por hoy, una apuesta local que espera infraestructura para transformarse en un recurso cultural abierto. “Si Dios quiere —cerró—, antes de que venga el TN va a estar terminado”. Y ahí estaremos, mate en mano, para la próxima visita

Reconocimiento del Consejo Deliberante

Acto de reconocimiento en el seno del Honorable Consejo Deliberante

Hace pocas horas el Consejo Deliberante de Río Gallegos declaró el Mini Museo de Minky de interés municipal, acto celebrado en las instalaciones del Consejo donde se incluyó la presentación de la cupe Fiat 125 que adorna el museo y que esta en marcha, mientras que también se encuentran en el patio del museo tres autos de carrera, dos de la recordada 850 Regional y una cupe Fuego de Turismo 2000 que perteneció a la familia de Santiago Gómez.

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