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El boxeo de Santa Cruz y la comunidad de Puerto San Julián están de luto tras confirmarse el fallecimiento de Alan “Pili” Velázquez, joven boxeador que murió en un siniestro vial ocurrido el viernes 11 de julio en la Ruta Nacional N° 3, a unos 10 kilómetros al norte de la localidad. Tenía 29 años y un hijo de apenas dos meses.

El accidente se produjo alrededor de las 17:30 horas, cuando Velázquez se dirigía solo hacia Buenos Aires con el objetivo de comprar artículos para su negocio. Según las primeras hipótesis, el Volkswagen Gol Trend en el que viajaba habría sufrido un desperfecto mecánico, lo que provocó un vuelco fatal.

Febrero 2021 en el Gimnasio Municipal N°1 de Comodoro Rivadavia previo al combate profesional superwelter entre José Alberto “Nicolino” Vargas y Alan “El Feroz” Velázquez.

Personal de la Comisaría Segunda, bomberos y personal médico llegaron al lugar, pero solo pudieron constatar que el boxeador ya no presentaba signos vitales. El cuerpo fue trasladado a la morgue judicial, donde este sábado se le practicaba la autopsia en Río Gallegos. Luego trasladarían el cuerpo a Puerto San Julián donde su familia, amigos y allegados lo esperan para darle el último adiós.

De San Julián al mundo: la historia de un luchador del sur

Alan Velázquez nació el 8 de agosto de 1995 en Coronel Príngles, pero vivió toda su infancia en Puerto San Julián. Su madre, Sandra Velázquez, es vecina conocida de la localidad costera de Santa Cruz, mientras que su padre adoptivo, Oscar “Popeye” Gómez, fue campeón sudamericano de boxeo.

Desde muy joven, Alan mostró un talento natural para el deporte. A los 17 años, su padrino Candy Uribe lo llevó a Junín, donde comenzó a entrenar bajo el ala del reconocido promotor Mario Arano. Su carrera amateur despegó, y con el tiempo debutó como profesional en Santa Rosa, La Pampa, entrenado por Wilfredo Vilchez.

Carrera internacional y espíritu incansable

A pesar de los obstáculos, Velázquez nunca abandonó su sueño de vivir del boxeo. En silencio y con determinación, tuvo peleas con el “Chino” Maidana como promotor y partió hacia Europa, donde se subió al ring en Suiza, Francia, España, Ucrania y Gran Bretaña, siempre como visitante, enfrentando a rivales de gran nivel y sin rehuir a ningún combate.

Alan tenía un físico privilegiado.

Su récord profesional fue de 4 victorias, 21 derrotas y 1 empate, pero sus números no reflejan el corazón y la entrega que lo caracterizaban. Su última pelea fue el 6 de diciembre de 2024 en Liverpool, donde perdió por puntos ante el británico James Metcalfe.

En Comodoro Rivadavia, dejó una de sus huellas más recordadas, enfrentando con valentía al local José Vargas. Siempre listo para subir al cuadrilátero, Alan fue un trabajador minero que, pese a sus obligaciones, mantenía su físico como una llave a la victoria.

La última pelea de Alan Velázquez contra James Metcalfe, en Liverpool, el 6 de diciembre de 2024.

Un padre joven, un amigo del barrio, un ejemplo

Además de boxeador, Alan era padre reciente. Junto a su pareja Florencia Vargas Schneider, habían recibido el 8 de mayo pasado a Ander, su primer hijo. La noticia de su muerte provocó un dolor profundo entre sus familiares, amigos, compañeros de gimnasio y vecinos del barrio 50, donde residía en San Julián.

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Alan Velázquez junto a Florencia y su hijo Ander en mayo de 2025.

Era un pibe de bien, de barrio, con sueños como cualquier chico del sur, con un físico privilegiado que lo llevó a pelear en Europa”, lo describió su padrino Candy Uribe en diálogo con La Opinión Austral.

Entre sus cinco hermanos, Jorge era uno de sus grandes compinches y hoy lo despide con lágrimas y orgullo. Su entrenador en San Julián, Juan Carlos Treuquil, también lo recuerda como un atleta comprometido, humilde y apasionado.

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Alan con su mamá Sandra, y sus hermanos Jorge, Yamila y Yael.

Alan Velázquez se ganó el respeto de la comunidad boxística por su entrega dentro y fuera del ring. Su historia es la de un joven del sur que, con esfuerzo y sin atajos, construyó una carrera internacional. Peleó contra rivales de jerarquía y nunca bajó los brazos, ni siquiera en los momentos más difíciles.

Los guerreros nunca mueren. Nacen para ser admirados en cualquier plano”, escribió un allegado en redes sociales. Alan deja una huella imborrable en quienes lo conocieron, lo entrenaron, lo vieron pelear o simplemente compartieron un momento de su vida.

El auto de Alan Velázquez a 10 kilómetros de Puerto San Julián.

El último adiós a Alan será en su ciudad, Puerto San Julián, donde su familia lo espera para despedirlo con honores, entre lágrimas, recuerdos y guantes que ya no subirán al ring, pero seguirán contando su historia.

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