Hace unos días, Manuela Ponz (28) recibió la noticia que esperaba desde hace ocho años: Tito Franklin Escobar Ayllón, el taxista acusado de abusar sexualmente de ella en 2015, había sido capturado en Bolivia.
En una entrevista con Infobae, Manuela relató el momento de la llamada: “Ahí se me aflojó todo. Abracé a mi hijo, llamé a mi vieja, lloré. Lo festejé como la Copa del Mundo. Después le avisé a mi marido, que llegó a casa en dos minutos, y me senté a tomar unos mates con una sensación que desconocía o, al menos, que había perdido hacía mucho: esperanza, entusiasmo“.
Después de ocho años de búsqueda y lucha, la noticia de la captura del agresor trajo un alivio inmenso a Manuela. A pesar de los temores y miedos que enfrentó durante este tiempo, la joven aceptó este momento con dignidad. Sin embargo, sabe que el camino no será fácil, ya que deberá enfrentar el litigio judicial contra su agresor, quien está acusado de abuso sexual agravado.
Manuela, tras recibir su título de abogada en la Universidad de Buenos Aires, estableció su vida en Caleta Olivia, en la provincia de Santa Cruz, junto a su esposo Juani Acuña Kunz, hijo del reconocido médico Juan Acuña Kunz. Ahora, embarazada por segunda vez, espera una hija para noviembre. “Tengo una vida muy hermosa y temía que este momento la ensuciara. Me costó mucho construir todo esto, pero entendí que nadie puede destruir nada que una construya de adentro hacia afuera”, expresó con determinación.
Manuela escribió el libro “La mala víctima“, donde relata su experiencia y reflexiona sobre el trato que reciben las mujeres víctimas de violencia. Durante mucho tiempo, fue conocida como “Manuela, la chica abusada por el taxista“, y enfrentó un estigma difícil de sacudir. Sin embargo, la joven se negó a dejar que ese episodio definiera su vida y se dedicó a construir un futuro brillante.
El momento del arresto de Escobar Ayllón en Bolivia fue un punto de inflexión para Manuela. Sintió alivio y pudo conectar emocionalmente con momentos difíciles que había vivido anteriormente. Ahora, su objetivo es luchar por una Justicia que escuche y crea en las víctimas, que las contenga y acompañe en su proceso de recuperación.
Manuela Ponz es un ejemplo de resiliencia y fortaleza. Su historia muestra que, incluso después de vivir momentos oscuros, es posible rehacerse y encontrar una vida plena y feliz. La joven abogada tiene una valiosa lección para compartir con otras mujeres que han enfrentado situaciones similares: no permitir que el dolor y el trauma definan su existencia y luchar por una sociedad más justa, donde las víctimas de violencia encuentren el apoyo y la comprensión que merecen.
“Hubo algo que se destrabó. Si bien no era un tema que arrastraba y me estancaba, notaba que a veces tenía apagones emocionales o subidas y bajadas muy feas. No era muy seguido, pero eran muy fuertes. Cuando lo encontraron, automáticamente, me acordé de esos momentos y los linkié. Fue como si hubiese abierto un libro lleno de respuestas que necesitaba”, contó la joven.
Ahora, Tito Franklin Escobar Ayllón enfrentará la justicia argentina por los delitos que se le imputan. De encontrarlo culpable podría recibir una pena de entre 8 y 12 años, incluso 15. “Eso me va a dar al menos algunos años de paz“, dije Manuela en diálogo con Clarín.
Mientras tanto, Manuela Ponz mira hacia el futuro con esperanza, sabiendo que ha logrado construir una vida plena y que su valentía ha marcado la diferencia en la búsqueda de justicia y protección para todas las víctimas de violencia. Su historia es un testimonio inspirador de superación y empoderamiento, y su legado será una lucha incansable por una sociedad más justa e igualitaria para todos.
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