Futbolero, pescador y un enorme compañero: a poco más de 5 meses de la muerte de Daniel “Peque” Cárdenas, La Opinión Austral pasó una tarde junto a su mamá doña Rosa, su gran amigo Mario y con la presencia de sus hijas, Milena y Ailen. Pocas veces toca percibir una sensación de amor tan gigantesca como la que se vive en la intersección de Ramón y Cajal y Los Pozos. En esa ubicación, sobre el este de Río Gallegos, se encuentra un mural inmortalizando el rostro del tan querido “Peque”.

En diciembre pasado, Daniel Cárdenas falleció a sus 42 años, tras una larga lucha frente al coronavirus. Por entonces era jefe vecinal y -particularmente- titular del cementerio local. Una personalidad única, que dio sobradas muestras de entereza cuando la necrópolis de la capital santacruceña multiplicaba sus esfuerzos. “Había comenzado hace poco a trabajar ahí, pero enseguida se ganó el respeto de sus colegas”, contaban los más cercanos.

Para muchos, fue la pérdida de un compañero incondicional que afectó a un enorme número de riogalleguenses, quienes despidieron a su amigo explotando la avenida Béccar de Río Gallegos. “Se merecía una despedida así, por todo lo que significó para nosotros”, expresó Lorena, amiga muy cercana a Daniel.

Bandera desplegada con su rostro dibujado, mural de fondo y la emoción a flor de piel: en ese contexto, doña Rosa recibió a La Opinión Austral para recordar a “su angelito”. En ese mural, las retinas captan una enorme estrella violeta que representa el amor de “Peque” para con su querido Estrella del Este. “Un día llegó mi hijo para decirme: Vamos a armar un club, pero no tenemos dónde cambiarnos para jugar al fútbol. Ahí, con su mirada, me lo dijo todo, por eso enseguida le respondí que se vinieran y cambiaran en nuestra casa. Lo hicieron por muchos años. Había medias, pantalones, camisetas, se llenaba nuestra casita. Pero eran todos buenos chicos, imaginate que hoy sus hijos juegan para el equipo. Siempre con mucho respeto para toda la familia”, contó Rosa Poveda.

Por impulso propio y de unos cuantos, Daniel concretó uno de sus sueños, que era competir junto a sus amigos en la Asociación Independiente del Fútbol de los Barrios. “No se formó un equipo, sino una familia”, repiten los presentes en la esquina del recuerdo. Resulta interesante compartir los inicios de este club barrial: En José Ingenieros y San Lorenzo se encontraba una carnicería llamada “Estrella del Este”. Precisamente en ese mismo cruce de calles se juntaban los amigos que -a partir de ese comercio- le daban nombre a su anhelo, fundando así la institución violeta. Uno de ellos era “Peque”, quien más tarde se convertiría en presidente.

En diciembre pasado, Daniel Cárdenas falleció a sus 42 años, tras una larga lucha frente al coronavirus

Aunque sorprenda a algunos, Daniel Cárdenas “casi nunca pateó una pelota”, pero siempre estuvo presente porque respiraba cancha. Un apasionado de la redonda -como tantísimos en nuestro país- y así lo describe su entorno: “Recuerdo que alguna vez jugó al fútbol, pero prácticamente nada. Aunque lo vivía como pocos. Le salía de adentro del alma porque era una de sus pasiones”. Tal como lo cuenta doña Rosa, lo hacen del mismo modo sus amistades, que destacan el saber diferenciar entre el juego y la realidad: “Tiene a su hermano Mauricio que es hincha de Boca, pero siempre se juntaba a ver los superclásicos con él. Era el momento de poder compartir eso tan lindo con su sangre”.

Madrugar, cargar las cañas y la carnada para salir: la pesca, otra de las pasiones de “Peque”. “No había sábado o domingo en el que no nos invitaba a pescar. Me acuerdo que decía: Gordita, vamos a la pesca. Salió varias veces campeón. Fue una cuestión heredada de familia”. Y lo hacía en compañía de su hermano Mauricio, fiel compañero durante cada amanecer en Punta Loyola.

La familia era el trofeo más preciado para Daniel Cárdenas, pero su mamá por sobre todo. “Él tenía algo especial, era muy compañero. Fue querido por todo el barrio y amigos. Un gran hijo y un mejor padre”, expresó doña Rosa. Un rato después se animó a contar intimidades de esa relación tan especial: “Siempre me preguntaba a qué hora salían los mates. A veces ya habíamos desayunado con mi marido y hacíamos el mate para que el viniera con gusto. Era amante de pasar tiempo en la casa de sus papás. Le gustaban mucho las comidas que yo le hacía, decía que su camioneta tenía algo especial porque quería seguir derecho por José Ingenieros, pero doblaba sí o sí para Vilcapugio, donde está mi casa”.

“Ahora me conecto con mi hijo a través de Estrella del Este”, expresó doña Rosa (FOTOS: JOSÉ SILVA/ LA OPINIÓN AUSTRAL).

Atajando las lágrimas al recordarlo, los ojos brillosos de doña Rosa evidencian ese sentimiento de un vacío difícil de cubrir. A veces resulta inexplicable describir ciertas sensaciones y más de semejante naturaleza, porque “Peque” dio amor en cada paso que realizó. En todos los ámbitos, la respuesta es la misma: “Un ser especial y único”.

En la actualidad, la madre de Daniel confiesa que a ritmo lento va encontrando las fuerzas y el alivio para superar su partida. Una de las herramientas para sobrellevarla ha sido el regreso de la actividad futbolera: “Es una gran emoción, era algo esperado por todos. Más con la pérdida de don Vera y mi hijo (Peque), fue muy lindo volver a vivir el fútbol. Fue nuestra pasión y lo seguirá siendo, por nosotros y los que hoy ya no están”.

De inmediato, siguió dándole valor al acompañamiento del club hacia ella: “Tengo un agradecimiento enorme a cada uno de los que forman parte de esta familia. Han sido mi pedestal y mi apoyo, cuando voy a mirar los partidos, voy con todo gusto. Me desahogo y es una manera de acompañarlo a él, porque siempre íbamos juntos a la cancha. Los chicos del club me han hecho todos los honores. Ellos han sido los hijos que me dejó, por eso para Estrella del Este siempre estaremos presentes”.

Inmediatamente, doña Rosa confesó: “Me conecto con Peque a través del equipo. Con lluvia, viento, sol o lo que sea, espero cada fin de semana para ir a ver a mi Estrella”. La institución barrial -que ya suma más de 25 años de historia- tuvo una inmensa alegría dedicada a Daniel el pasado 27 de marzo, cuando se coronó campeón de la categoría Seniors de AIFB. “Fue una emoción muy grande. Estuve en cada uno de los partidos y no me esperaba todo lo que me brindaron los jugadores. El director técnico (Sergio Oyarzo) se sacó su camiseta y me la regaló a mí. Es mi tesoro, tengo una colección de camisetas”, comentó.

“Era amante de pasar tiempo en la casa de sus papás”, dijo su mamá

Recordando la consagración, su amigo Mario Almonacid compartió: “Todo el esfuerzo fue dedicado a él. Conseguimos los últimos tres partidos por penales, tuvimos la suerte de que nos iluminaron dos personas que perdimos en diciembre (don Vera y Peque)”. Haciendo el esfuerzo por contener la emoción, añadió: “Poco a poco, lo vamos asimilando mejor. No se deja de extrañar ni un día a una persona tan noble y buena que siempre estuvo con nosotros. Marcó muchas cosas”.

Al mismo tiempo, dedicó unos minutos para el “Peque”: “Era mi amigo de toda la vida. La idea de jugar en cancha grande salió un día jugando al truco, otra de las pasiones que teníamos. En esa truqueada decidimos armar el equipo, juntamos amigos y nos presentamos en la liga”. Más tarde, con lágrimas en los ojos, sostuvo: “Lo dice todo el mundo, era el primero en estar cuando pasaba algo. Un gran compañero, cuesta encontrar gente así de fiel. Se movía constantemente para ayudar al que realmente necesitaba. Fue muy solidario”.

“Tenía muchas virtudes, cada persona que lo recuerda coincide en eso”, siguió Mario. Uno de los campeones de Estrella del Este afirmó la actitud tomada por todos en el club: “Inculcamos lo que nos dejó Peque. Estar para el prójimo y ayudar, desde que arrancamos dijimos que éramos una familia en vez de un club. Siempre tratamos de estar para el que lo necesitara”. Rápidamente, mirando hacia adelante y con vistas a la definición de la división “B” (Estrella del Este se ubica en las primeras posiciones de la tabla, buscando el ascenso), aseguró: “Estamos trabajando serio para que todos nuestros sueños se consigan. Los jugadores se están esforzando muchísimo, ojalá se nos dé para dedicárselo a Peque”.

“No se deja de extrañar ni un día a una persona tan noble”, contó Mario. (FOTO;: MIRTA VELÁSQUEZ / LA OPINIÓN AUSTRAL).

“Son pocos los homenajes que podemos hacerle a él por todo lo que fue en vida. Siempre lo tenemos presente en el corazón y lo llevamos a todas partes”, asegura Almonacid. En esa sintonía, desde el Concejo Deliberante de esta capital, la concejala Paola Costa elevó -hace unas semanas atrás- el proyecto de ordenanza municipal para darle el nombre de “Peque” Cárdenas a la cancha de fútbol de la plaza Manuel Belgrano (Cepeda y Belgrano).

Abrazada por sus nietas Ailen y Milena, doña Rosa confiesa: “Cada día lo visito en el cementerio. Porque él venía todos los días -sagradamente- a visitarme a mi casa, ahora me toca a mí”. Pero agradece tener cerca a sus hijas, que se convirtieron en uno de los propósitos que la incentivan a no bajar los brazos: “Es muy difícil para todos, pero hay que sacar fuerza de donde sea por ellas. Él me da esa fuerza desde arriba, de a poco me voy sintiendo mejor y tratando de encontrar alivio. Necesito estar fuerte para todo lo que viene por delante”.

Hace frío, también hay viento, pero eso poco importa para ellos -parte de la gente más querida por el “Peque”-, que se enfundan en un abrazo interminable recordándolo a él. Un hijo, padre, amigo y compañero que “disfrutó la vida”, cautivando a todos a su alrededor producto del afecto sembrado en cada una de las personas que se cruzó en las calles del barrio. Su lugar de preferencia.

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