Impensado si me lo decían hace dos o tres meses. Cuando vi el flyer de la Bicicleteada hacia el Paso Fronterizo por los 40 años de Malvinas, no lo dudé, me anoté y sin tanta vuelta llegó el 24 de abril, uno de los días más espectaculares de lo que va en mi 2022.
Fueron pasando los días desde aquella primera semana de abril donde decidí inscribirme. Conseguí el casco prestado y me propuse entrenar y pedalear más de lo habitual para llegar en condiciones a semejante aventura. Eran 65 kilómetros, de una. ¿Porqué no decidí empezar cicloturismo con menos kilómetros?, no tengo respuesta, se dio así y este domingo por la noche me encuentro cerrando esta nota feliz de haber podido lograr el objetivo.
La mañana empezó movida, un desayuno con algunas pepas de membrillo y más nervioso de lo habitual salí de mi casa alrededor de las 09 horas y llegué al punto de encuentro de esta Bicicleteada, que fue en pleno escudo de la ciudad.
Fui uno de los diez primeros ciclistas en llegar y luego fueron arribando más y más, hasta que llegamos a ser un grupo de 80 personas sin contarlas con la mano. Organizadores, parte de los integrantes de Deportes de la Municipalidad, Defensa Civil, Gendarmería, agentes de la Policía y ciclistas coparon la rotonda Samoré por la mañana de este domingo.
Algunos ciclista más preparado que otro, los mismos ya empezaban a sonreír por encontrarse con amigos y viejos conocidos con los que iban a compartir otra aventura en la ruta.

Así estábamos para salir después de la primera parada.
Cerca de las 10 horas, con la información detallada, salí junto a mi cartel 114 y mi bicicleta. La orden fue partir de a dos para transitar sobre la banquina. La primera parada fue en Chimen Aike, a casi 9KM del lugar de partida.
Frío, neblina, y una llovizna molestosa coparon los primeros trayectos de este grupo de ciclistas que se animaron a recorrer 65 kilómetros encima de su rodado.
Lo máximo en distancia que había realizado en mi bici era alrededor de 30 kilómetros, con pausas y en la ciudad. En la ruta encontré un nuevo lugar de paz, para en futuro volver a realizar esta travesía en soledad o acompañado.
Pasado los 22 kilómetros, luego de haber pasado el desvío hacia Cabo Vírgenes, llegó el primer descanso: barras de cereal, bananas, mandarinas y naranjas, además de agua, entregó personal de la organización a los ciclistas. Con tres baños químicos sobre la banquina, continuamos hacia la segunda parada mientras volvía a largase a llover.

la foto para el recuerdo, de los cicilistas junto a los padres de Honorio Ortega. FOTO: LEANDRO FRANCO/LA OPINIÓN AUSTRAL.
Por momentos, la neblina empezaba a aparecer y el cielo se cerraba. La lluvia que iba y venía. Pasando los 40km (mitad del recorrido), tuvimos nuestra segunda pausa: era la última y había que seguir hasta el punto final. Allí nuevamente barras de cereal frutas y agua para los deportistas.
Eran cerca de las 14:30 horas y había que continuar: cuando pasaron 20 minutos de ese instante conocí fantástica gente en la ruta. Adultos de 60 años que hacían por primera vez esta travesía, otros con experiencia, mujeres que iban al frente en cada pedaleada y se sumaban al primer pelotón; hasta que en un momento me propuse pedalear solo.
Pasamos la Laguna Azul y apareció una tormenta que cayó del cielo al estilo Buenos Aires. No paraba, y a los minutos la ropa empezó a pesar. En cada momento aprovechaba para secarme y las últimas curvas se acercaban. Estábamos llegando al punto final. Sensaciones encontradas: felicidad, ganas de romper en llanto por haber culminado el desafío, de saber que se puede y que si uno intenta superarse, con convencimiento lo hace.

Así llegábamos a la frontera, con la alegría de haber cumplido el objetivo. FOTO: LEANDRO FRANCO/LA OPINIÓN AUSTRAL.
Allí estaban, esperándonos, bajo la lluvia, personal de la Municipalidad, el intendente Pablo Grasso, veteranos de Malvinas, los padres de José Honorio Ortega, y un grupo gigante de personas que en cada palabra te felicitaban por haberlo logrado.
En pleno acto por la inauguración del mural de Malvinas, el más grande y el único en un punto de ingreso al país, cantamos el himno y fue uno de los más emocionantes. Juramos a la bandera, porque lo propuso el veterano Fernando Alturria. Los mismos nos entregaron medallas a nosotros, un grupo de locos que se anotaron a esta aventura para rendirle homenaje a los Caídos en Malvinas, a nuestros héroes un domingo frío, con lluvia, tal como era en las Islas.
Fueron casi cinco horas de pedaleo en total, iniciamos cerca de las 10 y el primer grupo llegó a las 15:30. Inolvidable, para volverlo a repetir.
Este lunes no te pierdas el video de la bicicleteada, con testimonios de los protagonistas.
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