Con fecha del 21 de diciembre pasado, monseñor Jorge García Cuerva informó los nombramientos para los nuevos destinos parroquiales en la Diócesis de Río Gallegos, que abarca las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Destinos
Pbro Miguel Ángel Robledo: párroco de la Parroquia Santa María de la Paz, Río Turbio.
Pbro. Daniel Mosqueda: párroco de la Parroquia Santa Teresita del Niño de Jesús, El Calafate.
Pbro. César Heltner: párroco de la Parroquia San Juan Bosco y administrador parroquial de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, Río Gallegos.
Pbro. Humberto Ramírez: párroco de la Parroquia María Auxiliadora, Comandante Luis Piedra Buena.
Pbro. Rodrigo Barros: párroco de la Parroquia Sagrado Corazón, Puerto San Julián.
Pbro. Ariel Silguero: administrador parroquial de la Parroquia Catedral Nuestra Señora de Luján, Río Gallegos.
Pbro. Dante de Sanzzi (de la diócesis de San Justo): administrador parroquial de la Parroquia San Juan Bosco, Caleta Olivia.
El comunicado señala además el agradecimiento a “todos los sacerdotes mencionados su disponibilidad, rezamos por sus nuevos destinos pastorales y sus comunidades”.

Rodrigo Barros será el párroco de la Parroquia Sagrado Corazón.
Respecto a los nombramientos, en diálogo con LU12 AM680, García Cuerva, manifestó: “Puntualmente en este caso los mayores cambios son en la provincia de Santa Cruz. Jesús nos invitó a seguirlo y nosotros somos sacerdotes de una diócesis, no somos sacerdotes de una parroquia. Siempre digo que cuando la gente quiere mucho a su sacerdote y dice que es un gran cura qué mejor entonces que compartirlo también con otras comunidades para que lo conozcan y puedan disfrutarlo. En ese seguimiento de Jesús es el obispo el responsable que, después de un tiempo prudencial y según las distintas situaciones de las comunidades parroquiales, proponga a los sacerdotes tener la disponibilidad de poder darse la posibilidad del cambio”.
“Cuando estamos en las parroquias seguimos a Jesús, no seguimos a un sacerdote“, marcó y en lo personal, recordó “fui 20 años sacerdote antes de ser obispo, estuve ocho años en una parroquia y cambié a otra otros ocho años y después fui a otra durante cuatro y les aseguro, que los cambios a veces son difíciles, son duros, son esas renuncias por amor que uno hace pero uno ha hecho una promesa al obispo en la obediencia. Aunque pueda doler un poco, la riqueza que significa el cambio es muy bueno“.
En este sentido, afirmó: “Todos necesitamos renovarnos, tenemos que renovarnos y un modo de renovarnos en el discipulado, en el proseguimiento de Jesús, sin lugar a dudas es la posibilidad de cambiar de comunidad parroquial”.
“Estamos en una diócesis con muchas comunidades que le faltan sacerdotes, con muchas parroquias que necesitan a veces de esta renovación. Sacerdotes seguidores de Jesús que no solamente están en la parroquia que estoy hoy, sino que a Jesús lo tengo que anunciar en la parroquia que me toque ir mañana. Tampoco es bueno para los obispos eternizarnos en un lugar y quedarnos 35 años“, cerró.
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