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Alrededor de 7 mil mariposas de papel colgadas conforman la muestra “Bitácora: Jardín de Mariposas“, que se expuso en Casa de Santa Cruz.
La exposición tuvo su antesala con la instalación “Re-Evolución“, que se presentó el #8M en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Detrás, y al mismo tiempo, a la vista, las mariposas son mucho más que figuras para admirar.
La cantidad es eco del número de denuncias que se han registrado en las oficinas de Violencia Doméstica (OVD) que funcionan en las ciudades de Caleta Olivia y Río Gallegos, desde marzo de 2019 al último informe que data de agosto de 2023.
¿Por qué abordar este tema? García Stur explica a La Opinión Austral: “Tuve en cuenta que me estaba presentando en un espacio público y viéndolas todas juntas, al momento de armar la pieza me preguntaba: ‘¿Qué estamos haciendo como sociedad que ni siquiera somos capaces de mirar esas estadísticas y reclamar por las que faltan?‘”.
Después de todo, las estadísticas son un indicador que refleja sólo lo que le sucede a una porción de las mujeres, otras -por múltiples circunstancias- ni siquiera logran llegar a la instancia de denuncia.
Pensó “en la Casa de Santa Cruz, como una entidad llena de personas y funcionarios. ¿De qué manera podemos hacer mejores políticas de Estado si no tenemos los números correctos, si no estamos intentando tenerlos?“.
La instalación, reconoce, genera un “impacto muy grande“. Sobre la figura elegida, señala: “Me gustó la forma de la mariposa porque más allá de que dentro de los feminismos y para sobrevivientes de violencia de género es un símbolo de resiliencia, su forma está muy de la mano de quienes hemos sufrido violencia de género en alguno de sus tipos”.
“Bitácora: Jardín de Mariposas” tuvo su antecedente en “Re-Evolución”.
La instalación tiene también una raíz en la experiencia personal. “Habla de mi historia como sobreviviente de un abuso sexual, pero nunca fue una intención hacer una muestra, era mi forma de sanar a través del arte y tomé la decisión de mostrarlo buscándole un sentido”.
Las mariposas buscan ser un despertador, el que comience a sonar cuando ante una situación de violencia se presente, nosotros actuemos ayudando a evitar que suceda.
“Si tomamos en cuenta que son 15 minutos de incomodidad para vos, pero puede tardar años de dolor para una sobreviviente, capaz la sociedad podría empezar a tomar mucho más de conciencia”, marca.
“La oruga cuando se mete en la crisálida para ser mariposa no sabe que va a ser mariposa. Adentro de ese capullo se paraliza, se congela, se petrifica y una vez completa en esa barrera que la separa del mundo y la deja aislada, se retuerce, se despelleja y lucha para salir de esa barrera, no todas lo logran, pero la que lo hace sale en esa nueva versión de ella misma y en el fondo siempre va a ser un poco oruga“, grafica García Stur.
La disposición de las mariposas en la instalación es una decisión artística y a la vez, un reflejo social.
“Elegí la mariposa monarca como modelo. Cuando vuela, de día va sola, pero de noche, cuando sus colores no le alcanzan para defenderse del otro, del depredador nocturno, se junta con otras entre la copa de los árboles y eso es un poco lo que hacemos nosotras, de noche, cuando las cosas se ponen oscuras, nos juntamos, nos avisamos, mandamos la ubicación”, repasa y continúa con que “las mariposas están colgadas formando una copa, intento simular esa sensación de una nube gigante apegada de mariposas”.
García Stur tiene la intención de poder exponer la instalación en la provincia. “La intención es sumar las mariposas que falten de 2023 y hasta la actualidad. Quiero seguir mostrando esto”, señala.
“Más allá de mi historia puntual, que tiene sus particularidades, soy una en un montón”, sostiene y apunta a la instalación como “esa figura disruptiva que te haga pensar. ¿Cuántas mariposas más vamos a tener que colgar ahí hasta que cambiemos como sociedad?”.
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