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Hace poco más de un año, Juan Pablo Vázquez (45) vio muy pálida a su sobrina y le aconsejó a Vanina Vázquez, su hermana y mamá de la joven, que la lleve a la guardia del hospital.
Irina Figueroa (19) ingresó por guardia y quedó internada por una insuficiencia renal como consecuencia del síndrome de Alport, un trastorno hereditario poco frecuente que causa daño a los diminutos vasos sanguíneos en los riñones. Esta Enfermedad Poco Frecuente puede también provocar pérdida de la audición y problemas oculares.
Además, por tratarse de un trastorno hereditario el donante de órgano no puede la madre o el padre del paciente.
“Desde el momento en que nos enteramos de que ella necesitaba un trasplante de riñón, me salió del alma decirle a mi hermana: ‘Yo le voy a dar mi riñón’. Le dije a mi sobrina: ‘Mi riñón es tuyo'”, recordó Juan Pablo, a La Opinión Austral, este miércoles tras arribar de regreso a El Calafate.
La voluntad de donar era importante, pero también eran necesarios una serie de estudios para poder llegar al trasplante.
El primer estudio fue el de compatibilidad que se realiza mediante un análisis de sangre. “Cruzando los dedos, rezando, pidiendo por favor y cuando me dieron los resultados, resulta que sí, era compatible. Fue una alegría gigantesca y ahí nos pusimos en campaña con todo el papelerío y todos los estudios”, recordó.
Camino al trasplante
Aproximadamente cada dos meses, Juan Pablo e Irina, acompañados de Vanina, viajaban a Buenos Aires para realizarse estudios necesarios para poder llegar al trasplante.
“Muchos de los análisis eran para ver que estaba bien de salud, que al donar un riñón, quede con un buen estado de salud. Ello decían: ‘Podés donar un riñón para salvar una vida, pero poner en riesgo la tuya, no tiene sentido’“, explicó.
El síndrome de Alport causa daño a los diminutos vasos sanguíneos en los riñones.
Así, Juan Pablo, Vanina e Irina estuvieron viajando durante un año. “Gracias a Dios siempre tuve el apoyo y el permiso de mis jefes en el trabajo (NdR. Es bombero) para poder viajar. A mi hermana también la apoyaron desde su laburo”, comentó.
Hace un mes, después de realizar los últimos estudios, la doctora les informó que sólo restaría coordinar la fecha.
“Me daba mucho miedo la anestesia general, pero lo vivís en un segundo”.
Finalmente, llegó el correo electrónico confirmando que debían viajar el 3 de junio para realizar el trasplante el martes 10.
“Pensé que ingresábamos juntos, pero ingresé primero, unos 20 minutos antes, a mí van preparando y me van sacando el riñón. Cuando más o menos está listo, entra mi sobrina y comienzan con ella, mientras a mí me terminan de suturar”, explicó sobre el procedimiento que se realizó en el Instituto de Trasplante y Alta Complejidad (ITAC).
Sobre cómo se sintió durante todo el proceso, compartió: “Lo viví siempre muy tranquilo, estaba muy seguro de lo que hacía, pero cinco minutos antes cuando me están llamando los camilleros, dije: ‘Apá, ahora es el momento’. Y uno entra solo, no va ningún familiar al quirófano, y en un momento quedo solo en la camilla y pienso: ‘¿Qué estoy haciendo acá?’. Además, es anestesia total y yo le decía al doctor que era la primera vez que tenía una cirugía, ni de una hernia, o el apéndice. Me daba mucho miedo la anestesia general, pero lo vivís en un segundo, desde que te dormís y te despertás, es un segundo y decís, ‘Fuá, ya pasó'”.
“Lo que logramos con el riñón es que ella evite la diálisis, ya estaba a un paso, incluso tuvo que hacer un tratamiento mínimo de diálisis antes del trasplante, pero si no recibía un riñón iba a tener que dializarse de por vida“, describió.
Irina continuará realizando estudios en Buenos Aires por al menos un mes más. “Ella está de 10, estaba lúcida. Estos días que tuvo el alta hospitalaria y estuvimos en el hotel, estaba con una sonda, eso le generaba una molestia y la tenía de mal humor porque no podía estar tranquila. Este martes se la retiraron, fue una alegría inmensa porque ya podía caminar bien y podía dormir bien. Nos abrazamos y bailamos, festejamos, porque fue un paso muy importante. Estamos muy felices. Es una felicidad inmensa. Ahora queda esperar a que llegue a Calafate”, comentó.
“Gracias a la donación que hizo él, hay tres chicos más que pueden tener una mejor calidad de vida”.
“El cuidado de ella es tres veces más que el mío, tiene que andar con barbijo, sus defensas quedaron bajas, entonces está propensa a contagiarse de cualquier enfermedad. Tiene que cuidarse mucho”, marcó Juan Pablo.
“Irina fue la la primera bebé de la familia, así que la tuvimos desde que usaba pañal hasta ahora que que es una chica grande”, mencionó sobre la hija mayor de su hermana Vanina.
“Siempre fue una relación recontraamorosa, siempre tuve mucha confianza con Irina como con mi otro sobrino, yo soy un nene más con ellos, entonces hay mucha confianza, mucho cariño”, comentó sobre el vínculo.
Donar siempre
Consultado sobre si quisiera compartir algún mensaje sobre la donación de órganos, Juan Pablo hizo mención al reciente fallecimiento de un joven de 28 de Noviembre.
“Este martes cuando estábamos en el hotel veía la lamentable noticia del chico que falleció y que es donante de órganos, dentro de lo malo es siempre hay algo bueno y gracias a la donación que hizo él, hay tres chicos más que pueden tener una mejor calidad de vida“, destacó.
“Desde que tengo memoria fui donante de órganos, pero nunca, lo viví tan cerca, y hoy me doy cuenta de la importancia que tiene, ver a mi sobrina tan feliz y saber que, de ahora en adelante, tiene una calidad de vida normal, me llena de alegría. Quiero decirle a la gente que tiene que ser donante, hay mucha gente que depende de ellos y más los jóvenes”, manifestó.
Cerrando, subrayó la importancia de los controles médicos anuales. “Mi sobrina no lo venía haciendo y esto fue una sorpresa que nos agarró desprevenidos. Si lo hubiésemos sabido antes, capaz que todo esto se prevenía, es importantísimo hacerse controles médicos“, cerró.
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