La empresa de investigación y despliegue de inteligencia artificial, OpenAI, presentó Sora. Se trata de un modelo de IA que, aunque está en fase de pruebas con acceso restringido, deslumbró con resultados que auguran una transformación radical en el sector audiovisual.

No obstante, este avance tecnológico también suscitó controversias, sobre todo en lo que concierne a los derechos de autor y la protección legal de las creaciones generadas por inteligencia artificial.

La creciente prominencia de las IA generativas es un fenómeno que no puede pasarse por alto. Según un estudio conjunto de la Universidad de Oxford y Google, se proyecta que este mercado experimentará un crecimiento exponencial, pasando de generar 40.000 millones de dólares en 2022 a una estimación de 1,3 billones en 2032.

Sora: cómo funciona

Una de las características más sobresalientes de Sora es su habilidad para crear videos de aspecto realista a partir de simples instrucciones, conocidas como “prompts“.

Sin embargo, aunque Sora tiene un gran potencial en la industria del entretenimiento, las preocupaciones en cuanto a los deepfakes llevaron a OpenAI a implementar restricciones en su acceso.

Para abordar la amenaza de la desinformación y la manipulación, se establecieron protocolos de seguridad robustos, como la inclusión de marcas de agua y la prohibición de ciertos tipos de contenido.

Además, se integró un clasificador de texto que verifica y descarta mensajes que soliciten violencia extrema, contenido sexual o promuevan el odio. También se implementaron clasificadores de imágenes confiables para revisar cada fotograma de los videos generados antes de mostrarlos al usuario.

A pesar de estas medidas de seguridad, las preocupaciones sobre el uso indebido de la tecnología persisten. El caso de un usuario que pudo obtener instrucciones para construir una bomba a través de ChatGPT es un recordatorio alarmante de los riesgos asociados con la IA generativa.

Sora: ¿qué pasa con los derechos de autor?

Aunque hay leyes que protegen las creaciones intelectuales, la falta de regulaciones específicas para obras generadas por IA crea incertidumbre sobre la propiedad y autoría de dichas obras.

En Europa, se están realizando esfuerzos para adecuar las normativas de propiedad intelectual a los avances tecnológicos, con propuestas que buscan abordar la responsabilidad por los daños causados por sistemas de IA.

Por otro lado, OpenAI impulsó medidas adicionales para proteger los derechos de autor de los creadores. De acuerdo a los términos comerciales actualizados hasta el 14 de noviembre de 2023, los usuarios de Sora conservan todos los derechos de propiedad intelectual sobre sus creaciones.

Esto implica permitir a los mismos modificar tanto los comandos como los resultados generados por la IA, otorgándoles la libertad de utilizar, compartir y comercializar sus creaciones según su propio criterio.

La llegada de Sora y otras inteligencias artificiales generativas representa un avance notable en el ámbito audiovisual, pero también plantea desafíos considerables en cuanto a seguridad, ética y derechos de autor.

Para capitalizar completamente el potencial de esta tecnología y mitigar sus riesgos, se requiere una colaboración entre desarrolladores, reguladores y la comunidad creativa.

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