De tanto escuchar a los especialistas en la materia a lo largo de un extenso día de cuarentena, cualquiera de nosotros sabe que puede pasar del optimismo al desanimo muchas veces en pocas horas, y eso llevado a tantos días de encierro no solamente resulta insoportable y fastidioso, sino que también llena de incertidumbre lo que vendrá. Y aunque probablemente la mayoría de nosotros no tenga grandes planes en suspenso, lo cierto es que uno ya prefiere recuperar cierta normalidad, por más tediosa que pueda resultarnos. En definitiva, son nuestros asuntos, y es preferible eso a padecer esta invasiva, lúgubre y en ocasiones hasta bizarra situación que estamos atravesando.
Hace pocos días, Fabio Lacolla, reconocido psicólogo, docente y escritor que a lo largo de su vida atendió a varios músicos del rock nacional, dijo -por LU12 AM680– que en medio de esta situación de pandemia lo único que podemos hacer es tan básico como pensar en el “hoy”.
Esto, que puede resultar insuficiente o hasta trillado, es crucial a la hora de comprender que no podemos hacer otra cosa que ajustarnos a la realidad en nuestro intento por reducir las complejas ansiedades. Mientras el mañana aparezca suspendido como una postal donde la niebla no deja ver con claridad lo que se esconde detrás, lo mejor podría ser dejar esa imagen a un lado y cambiar el eje del pensamiento para no caer una y otra vez sobre lo mismo. Y así, todo el día; uno tras otro.
No estaba escrito en ningún lado que un día no iba a ser prudente darse la mano
Para muchos estamos ante una pesadilla global, que va a marcar un antes y un después en varios aspectos, o que traerá aparejada cambios de paradigmas a nivel mundial. Pero meterse a hurgar en una bolsa llena de especulaciones podría no ser un buen ejercicio. Porque además donde algunos hablan de “futuro” en realidad refieren al mundo de las finanzas, de los negocios o los nuevos acuerdos mundiales. Y esa realidad es harina de otro costal para quien vive con lo puesto.
En cambio, lo que quedará aquí, en el espacio donde nos manejamos frecuentemente, será ciertamente algo difícil de sobrellevar. Una realidad extraña, con afectos distantes pero cercanos, con momentos para compartir de todos modos, aunque entre barbijos y alcohol en gel. Una fotografía rara es la que nos espera en los próximos meses, ciertamente parece que así será.
No estaba escrito en ningún lado que un día no iba a ser prudente darse la mano, un abrazo o un afectuoso beso. No estaba escrito que algo así alguna vez nos iba a pasar. Y aunque puede en definitiva no resultar tan grave, es algo que esta pandemia también nos arrebató, además del trabajo de muchos y la vida de tantos otros.
En definitiva, por más que en tiempos de cuarentena nos aconsejen atinadamente pensar en “hoy” para evitar que las ansiedades se disparen, naturalmente nos sale pensar en mañana, en lo que vendrá, en lo que tenemos que hacer aún cuando algunas de las muchas cosas a las que estamos acostumbrados cambiarán de forma radical y por un tiempo indescifrable.
En su obra “El Libro de los Abrazos” Eduardo Galeano escribió que “hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana”.
Y en eso nos gusta seguir pensando, porque más allá de las adversidades, lo que viene es seguir construyendo. A pesar de todo.
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