La división comunal quedó en el ojo de la tormenta, por ejemplo, en junio del 2017 cuando unos chicos habían salido de un conocido boliche de nuestra ciudad capital y denunciaron haber sido perseguidos por un móvil oficial.
Se trata del caso de Nehuen Orellana, el joven que iba como acompañante en un Fiat Palio que impactó contra un árbol en el barrio Jardín. Por el caso, fue condenado su propio amigo, Franco Agüero a una pena de tres años en suspenso. En el debate realizado el año pasado, los inspectores de Tránsito se excusaron diciendo que “solo hacíamos un seguimiento“.
Más cerca en el tiempo. Precisamente en el 2019, Gabriel Olavarría -un joven que en ese momento teniía 23 años- terminó con graves secuelas tras haber sido embestido por una camioneta de Tránsito en la avenida San Martín. Perdió el control de su auto y terminó volcando.
En agosto del año pasado, un nuevo caso se registró en nuestra ciudad capital, cuando vecinos denunciaron que agentes de la mancillada área lo habían perseguido sin motivos aparentes, en la avenida Asturias de Río Gallegos. Los videos fueron elocuentes: las camionetas llegaron a embestir a un Fiat Palio que estaba tratando de ingresar al barrio Los arrabales.
Otro de los damnificados había hablado con La Opinión Austral y había asegurado “nos sacaron el auto y eso que teníamos los papeles en regla”.
Siempre, el área estuvo involucrada en casos que, minimamente, indignaron a la comunidad. Estos casos fueron recordados por la familia de “Coquito” Oyarzo quienes cargaron contra la actual directora del área, Bárbara Biott: “Ella es la responsable, por es la cabeza, es una inoperante”, aseveraron
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