El 16 de noviembre del 2017, Río Gallegos despertó con una triste y lúgubre noticia: en la madrugada, alguien había apuñalado hasta la muerte a un conocido comerciante, dueño de dos bazares de nuestra ciudad capital.

La víctima fatal era Vicente Maillo, de 62 años. Él fue encontrado muerto al costado de su propia cama y la primera versión que surgió en torno a su deceso fue que se trató de una “entradera“. Situación que no dejó del todo satisfechos a los investigadores.

¿Esto por qué? No había faltantes de elementos de valor, su esposa Susana Reina, quien fue la que llamó a la Policía en la mañana siguiente, dijo que un hombre la había abordado en el portal de la casa y que la había encintado en una habitación contigua a la Vicente, pero no tenía lesiones de defensa.

De igual manera, ella siguió en libertad. El velorio de Vicente fue multitudinario. Después, un gran número de vecinos llegó a las inmediaciones del cementerio para darle el último adiós al comerciante. El féretro fue llevado por sus hijastros: Luigi y José Maximiliano.

Las averiguaciones continuaban para determinar quién había sido el autor del violento homicidio. El arma con la que mataron a Vicente tampoco apareció. El personal de la Regional Zona Sur y de la Dirección de lnvestigaciones (DDI) de la Policía siempre se mantuvo cauto y no reveló mayor información de la situación a la prensa.

Comandados por el entonces comisario Luis Águila, los agentes comenzaron con la exhaustiva tarea de la revisión de cámaras de seguridad. Algo no cuadraba: había un registro que mostraba a Susana entrar con un personaje hasta el momento desconocido, sin violencia, a la casa. Luego de unos minutos, ese hombre de casi 1,80 se alejaría de la vivienda por la misma puerta con una mochila en uno de sus hombros.

Días después, se sabría la verdad. María del Carmen Espiritoso, madre de Reina y suegra de Maillo, fue con su hija y sus nietos a la Comisaría Segunda para entregarse. Ella le dio detalles a la Policía de la planificación del crimen para quedarse con la plata de la herencia, siendo ella la autora intelectual del crimen.

Todos quedaron detenidos. Por su avanzada edad, Espiritoso luego recibió la reclusión domiciliaria y fallecería antes del juicio. Con la confesión de los imputados, se aceleraron las averiguaciones para dar con el autor material.

Se trataba de Christian Etchabarne, un conocido de Luigi que vivía en Buenos Aires pero que -según el relato del hijastro- había venido a reclamar una deuda en un viaje relámpago. De acuerdo a la versión que aún sostiene Reina, ella fue la que decidió hacerse cargo del pago de dólares bajo la premisa de “nunca más volverle a prestar dinero a su hijo”.

La detención del sicario se hizo el 4 de diciembre de ese año. Una comisión viajó a Campana, Buenos Aires, para encontrarlo. “Vos ya sabés porqué estamos acá”, le dijo Águila a Etchabarne, luego éste se pondría a llorar, según la versión oficial.

La llegada del sicario a Río Gallegos fue anunciada por la Policía con las sirenas de los patrulleros. La comisión traía al autor material a la Comisaría Segunda ante la atenta mirada de las hermanas de Vicente Maillo, que sólo lograron articular algunos insultos antes que el homicida fuera ingresado a la Seccional.

A nivel policial, el crimen ya estaba virtualmente resuelto. Había cámaras de seguridad, escuchas telefónicas y anotaciones que daban cuenta de cómo se pergeñó el brutal plan. Una de las escuchas, quizás la más macabra, daba cuenta de una conversación entre Reina y el mayor de sus hijos: “En días como estos es cuando tengo más ganas de pincharlo como un muñeco vudú“.

Por su lado, Etchabarne primero tuvo un abogado oficial, luego su familia conseguiría el patrocinio de Víctor Robles. En tanto, los Maillo tuvieron algunos cambios, primero con Yamil Castro Bianchi (del estudio de abogados de Matías Morla, último abogado de Diego Maradona) y luego con el siempre polémico Carlos Telleldín.

El debate se hizo este año y, si bien Telleldín buscó que Reina sea la única implicada en el crimen “pasional”, como afirmó, el fiscal Iván Saldivia y la querellante Erica Schupbach se fundieron en un abrazo tras conocerse que la Cámara Oral fallaba a su favor: cadena perpetua para todos.

De igual manera, la pena fue apelada por las defensas y se espera que el Tribunal Superior de Justicia se expida. Lo cierto es que, para la familia de Maillo, Vicente ya descansa en paz.

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