La magistral intervención de Francisco Echandí por la autopsia de Rodrigo “Cokito” Oyarzo

“Yo estuve con el cuerpo hasta que llegó la ambulancia. Todo ese tiempo,” fue el testimonio de un hombre de unos 50 años a este periodista en relación al trágico fallecimiento de su hermano.

La frase se dio en el marco del último día de juicio por la muerte de Rodrigo “Cokito” Oyarzo. En la lista previa de testigos, ya se sabía que Francisco Echandí, profesional del Cuerpo Médico Forense, daría su testimonio en relación a la autopsia que realizó el 6 de marzo del año pasado en los restos del mecánico.

“Nosotros decidimos que queríamos estar,” indicó otra familiar de la víctima fatal a este diario, pese a que, como es sabido, cuando se realizan estas intervenciones, es habitual que los profesionales apoyen la defensa de su trabajo con imágenes de lo realizado, con el fin de explicar gráficamente cómo llegaron a esas conclusiones.

Cerca de las once de la mañana de este viernes, las luces del recinto se apagaron después de que Echandí se presentara ante el tribunal y comenzara su magistral explicación sobre la pericia realizada en los restos del mecánico, apoyado por un proyector.

Como dato, Jorge Vera, único detenido por el caso, estuvo presente en la sala, pero nunca dirigió la mirada hacia la proyección. Tampoco lo hicieron sus allegados, quienes solo se limitaron a observar al tribunal que estaba enfrente. Los familiares de “Cokito” reaccionaron de manera diferente: algunos optaron por mirar al suelo.

Echandí comenzó explicando que, cuando recibieron el cuerpo del mecánico, él y su equipo notaron la ausencia de lesiones externas. “Había solo algunas equimosis que hacían suponer que eran leves, por lo que comenzamos con el trabajo,” explicó, mostrando cómo los brazos de “Cokito” solo presentaban algunos moretones pequeños.

En el mismo sentido, aseveró que las venas cerebrales de la víctima contenían aire, pero no había fractura de cráneo. Sin embargo, al continuar con la pericia, encontraron una hemorragia en el mesencéfalo, una parte del sistema nervioso central situada entre el cerebro y la protuberancia, cuya función es coordinar los mensajes que llegan al cerebro y los que salen hacia la médula espinal.

Siguiendo con el trabajo realizado, Echandí bajó hacia la zona cervical, donde también encontró una hemorragia detrás del tórax y, en paralelo, detectó una hemorragia en el eje carótido derecho, lo que indicaba la ruptura de esa arteria en esa zona, mientras que el eje del lado izquierdo permanecía intacto.

Para no hablar en términos médicos, explicó que el fuerte impacto de los vehículos hizo que la cabeza de “Cokito” sufriera un “latigazo” en varias direcciones, lo que provocó una falla en una parte fundamental de su sistema nervioso central.

Oyarzo también presentó fracturas en la zona del tórax. Estas fracturas le causaron una hemorragia retroesternal, probablemente producida por los elementos dentro del habitáculo, como el volante. También sufrió edemas y contusiones pulmonares.

El profesional continuó su exposición indicando que “Cokito” terminó con un desgarro interno en la zona abdominal, producto del violento intercambio de energías causado por el brutal impacto.

“A mayor transferencia de energía, mayor capacidad lesiva,” explicó Echandí, y agregó: “la energía cinética no se elimina, se transfiere.”

Para ilustrar cómo fue el hecho, el profesional indicó que la camioneta circulaba a 30 m/s. Teniendo en cuenta que la camioneta pesa 2 toneladas, el choque fue a 92G. “Para entenderlo, en algunos casos solo se necesitan 16G para producir una lesión mortal,” aseveró.

Echandí coincidió con Celia Saucedo al señalar: “Si la camioneta no hubiera tocado al auto, no habría pasado nada, pero incluso impactando en la parte trasera y generando un trompo, el resultado de muerte iba a ser el mismo.