Tenía 16 años cuando lo escuché. Estábamos en la quiniela porque Irma, mi mamá, siempre creyó que al golpe de suerte lo traerían los números. Entonces, detrás de nosotras, una señora entrada en años lo dijo con vehemencia: “Pero sí, te digo que sí, que tiene cáncer, está mal”. Le pregunté a mi madre de quién hablaban y me dijo que del gobernador. No solo me explicó eso sino que me lo ratificó. Al parecer, en 1998, todos en Caleta Olivia sabían que Néstor Kirchner estaba muy enfermo. El problema es que nunca pasó. ¿Qué explicación le asignó esa gente al milagro de doce años más de vida y una presidencia en el medio?
En 2015 Irma votó a Mauricio Macri porque le pintó un cambio y pensó que robar no estaba en juego si él era rico. Hubo un tiempo en el que asumió como verdades incuestionables aquello que mostraba la televisión o decían periodistas “serios“ e “independientes“.
En septiembre del año pasado, esta periodista hizo, bajo el título “La demonización de Santa Cruz“, una recopilación de relatos montados sobre el distrito y que sirvieron de sustento para la causa “Vialidad”. Son las obras adjudicadas a Lázaro Báez que ya habían sido investigadas por la justicia ordinaria de Santa Cruz, declarando el archivo del expediente por inexistencia de delito. ‘Ah, bueno, pero en Santa Cruz la justicia adicta’… No, en Santa Cruz porque el juez Julián Ercolini se declaró incompetente y remitió la denuncia CCARI a la provincia. Sí, el mismo juez que una década después entendió que había que investigar lo mismo dos veces.
El juicio por la “corrupción en la obra pública” tuvo por objetivo sacar del juego a Cristina Fernández, la mujer que mejor sintetiza al peronismo. Proscribirla. Fue el corolario de un proceso de estigmatización y odio hacia la provincia que hoy gobierna Alicia Kirchner. Cientos de horas de televisión y de artículos que mostraban que vivimos en un feudo, un territorio oscuro. Adjetivado con los peores calificativos, escenario de historias, algunas que nunca sucedieron, y que, por lo tanto, ni siquiera aparecen en las más de mil seiscientas páginas de argumentos que el TOF 2 dio a conocer esta semana.
Una de las ausencias más destacadas es que no hay ni una sola línea que dijera que se le pagó a Báez por obras que no hizo. Nada, ni una frase al respecto. Sin embargo, como toda mentira que se echa a rodar, pararla es imposible.
Por eso ayer apareció en el diario Clarín, una nota firmada por Daniel Santoro que hace una suerte de pasivo agresivo cuando halaga la belleza de la provincia, a la vez que repite un relato falaz: “Así como Roma es un museo a cielo abierto, la provincia de Santa Cruz es un expediente judicial a cielo abierto sobre las pruebas de la causa Vialidad en la que fue condenada Cristina Kirchner… La increíble belleza de Santa Cruz se ve empañada por las rutas que Lázaro Báez, socio de la vicepresidenta, cobró, pero no terminó“.
Pero, ¿qué pasó con los testimonios que escuchamos durante el juicio, de peritos y exfuncionarios contradiciendo el informe de Vialidad Nacional que decía que sí se le había pagado? Bueno, para esos casos, el TOF eligió usar una lupa de psicoanálisis, que más o menos va a decir que estaban nerviosos y eso era prueba de que mentían.
A ver, asume Mauricio Macri y de inmediato, en enero de 2016, Javier Iguacel llega con un patrullero a la sede de Vialidad en Río Gallegos y le ordena a Laura Hindie, (actual diputada), que firme un documento que decía que a Báez se le había pagado todo.
La provincia estaba ahogada financieramente, pero además acarreando una crisis social a partir de casi dos mil despedidos de la construcción gracias a la paralización de toda la obra pública. Nación le había cesado los pagos a Austral Construcciones, los obradores quedaron vacíos y las rutas que preocupan al periodista de Clarín no siguieron.
Los argumentos de la condena tampoco hablan de asociación ilícita como pidió el fiscal Diego Luciani en su “histórico” alegato, pero ese es un golpe al sistema democrático que excede a Santa Cruz.
“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes lo repitan en cada momento” es una propuesta que se le atribuye a Joseph Goebbels, mano derecha de Adolf Hitler. A esto hoy lo conocemos como noticias falsas y es curioso como aquellos medios que las construyen, retuercen con astucia sus argumentos.
En 2020, un excolaborador de Cristina fue asesinado en El Calafate. Fabián Gutiérrez fue hallado semienterrado y su casa había sido robada. Los responsables están detenidos.
El diario La Nación publicó a través de su corresponsal que: “Facundo Zaeta, uno de los procesados por el homicidio, dijo en su indagatoria que buscaban ‘el dinero negro que tenía Gutiérrez de la corrupción…La sospecha de que en esta provincia existen tesoros enterrados, puertas secretas a bóvedas ocultas y contenedores escondidos repletos de dólares se convirtió, en los últimos años, en mucho más que meras historias locales“.
¿Tomamos dimensión de esto?
Siete años antes que eso, Báez recibió a periodistas de Río Gallegos en su casa y los llevó hasta un sector donde se suponía que había bóvedas, simplemente porque así lo dijeron en esos mismos medios. Aunque, como se vería después en una cámara que mostró PPT, Báez no tenía drama de contar cantidades de dinero sobre una mesa en sus oficinas de Buenos Aires, algunos colegas todavía hablan del “olor a pintura” que había aquel día en la casa del empresario.
Con la asunción del macrismo, esas narrativas periodísticas fabulosas que tenían un correlato en Comodoro Py- porque legisladores y legisladoras de la oposición corrían a esos estrados con recortes de los diarios-, la cosa se puso peor.
Fue entonces que el fiscal Guillermo Marijuan se puso la campera chorizo y vino al sur a liderar la excavación de tierras que duró días, y consumió horas y horas de móviles en vivo buscando el dinero enterrado de la corrupción. En paralelo, le reventaban la casa a la expresidenta por orden de Claudio Bonadio.
Mostrar a Santa Cruz como escenario de lo que la política no debe hacer, sirvió para lesionar al confianza de las argentinas y argentinos en un proyecto político, pero también fue una gran cortina de humo que operó cuando los Panamá Papers y los Pandora se publicaban en medios de todo el mundo y los nombres que aparecían ahí eran del equipo amarillo.
En “Wag The Dog“, (La Cortina de Humo), al futuro presidente de EE.UU., lo enganchan en un escandalete sexual y entonces un director de cine, interpretado por Dustin Hoffman, inventa una guerra en Albania en la que hace que el candidato intervenga y lleve soluciones con la finalidad de levantar su imagen. La película, que se hizo en 1997, tiene una de las mejores escenas de montaje de posverdad, en la que Tracy, una actriz (Kirsten Dunst) termina conmoviendo a las audiencias al huir de un bombardeo con un gatito entre sus brazos. Todo era completamente falso: en realidad estaba en un croma con efectos especiales y en la mano tenía un paquete de snack.
Santa Cruz fue la cortina de humo: feudo, bóvedas enterradas, dinero bajo tierra, veredas calefaccionadas, dólares termosellados y todo eso emparentado caprichosamente con asesinatos como en el caso de Gutiérrez o, como se quiso mostrar con la desaparición de Marcela López, con un supuesto secuestro por vendetta. De fondo musicalizaba en loop un coro de voces que decían – y todavía lo hacen- cosas como “yo vi”, “yo sé”, “fui testigo”, “me dijeron”.
Proponen que la verdad no importa, como si la certeza dependiera de elegir creer. Que simplemente se repita con firmeza como cuando se dice que a Van Gogh le faltaba una oreja, los esquimales viven en iglús o que venimos de los monos.
Quienes intervienen en la creación de estos mundos del revés en la política nos proponen una suerte de corrupción intelectual. Ya no es un rumor que circula, es la manipulación de la información que se da por cierta porque sale de instituciones de la República.
Como fuera, la pregunta que deberíamos hacernos como santacruceños es cómo recuperamos la confianza en esta, una de las provincias más generosas de la Patria. Por lo demás, se sabe: luche y vuelve.
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