Rubén Alberto Celaya, encargado del local “El Trébol” de “Las Casitas”, fue condenado a la pena de tres años de prisión en suspenso por haber explotado sexualmente a una joven salteña. La causa data de 2008 y su hijo también fue penado con un año y seis meses, al ser considerado partícipe necesario.

El Tribunal Oral Federal (TOF) de Santa Cruz resolvió condenar al dueño de uno de los locales de “Las Casitas” a la pena de tres años de prisión en suspenso por haber explotado sexualmente a una joven salteña.

La causa data del año 2008, cuando la joven (de iniciales FA) fue engañada para trasladarse desde su ciudad natal hacia Río Gallegos. Se le ofreció el trabajo de “copera”, pero al arribar a la capital provincial fue obligada a mantener relaciones sexuales con clientes del local nocturno “El Trébol”.

Fue su tía la que realizó la denuncia por la cual las investigaciones sobre su paradero comenzaron, ya que no podía comunicarse con ella.

Según consta en el expediente al que tuvo acceso La Opinión Austral, se la captó diciéndole que por semana iba a cobrar 1.000 pesos por semana por su labor de atender el bar y que “nadie la iba a obligar a hacer nada que no quisiera”.

De Salta viajó hasta Tucumán y desde allí viajó en avión hasta Río Gallegos.

En su declaración testimonial en el periodo de instrucción de la causa, la joven salteña dijo que la llevaron a un barrio “solitario y feo” y la dejaron en un prostíbulo. Allí le indicaron que debía ver cómo se desempeñaban las otras chicas que estaban allí y hacer lo mismo, obligándola a provocar a los clientes para luego tener sexo con ellos.

Una noche mientras trabajaba, conoció a un hombre (FQ) con quien entabló una relación de amistad. Fue este quien la “sacó” del lugar donde era obligada a trabajar. De nombre Fernando, dijo que él “no la tenía por la fuerza ni la obligaba a nada”.

Con las tareas investigativas practicadas por la División Prevención y Lucha contra la Trata de Personas de la Policía de Salta, en conjunto con la

Policía santacruceña, se logró determinar que tres personas eran quienes estaban a cargo del local “El Trébol”. El principal encargado era Rubén Alberto Celaya, quien era secundado por su hijo, Matías Celaya y también por su concubina -por lo menos por aquel entonces-, Vanesa Moreno.

Tras todos los datos obtenidos, se labró una orden de allanamiento, procedimiento que fue efectuado el día 5 de marzo de 2009. Se encontró en el interior a Rubén Celaya. Se secuestraron celulares y libretas con anotaciones varias.

La víctima -también en su declaración durante el periodo de instrucción- dijo que Rubén imponía “mucho temor” y que por esto se vio obligada a ejercer la prostitución sin poder manifestar oposición alguna.

En tanto, el imputado y su concubina prestaron declaración indagatoria y respecto a los hechos, Rubén Celaya reconoció que efectivamente habían publicado un aviso en un diario para contratar chicas y que se habían encargado de trasladar a FA para que trabajara en el local “El Trébol”. A su vez, manifestó que la joven salteña sabía que era para hacer copas y pases y que esto lo haría si lo deseaba, si no, no, además de que nunca le prohibió salir del local ni la obligó “a nada”.

La otra imputada, Vanesa Moreno, intentó desligarse de la responsabilidad manifestando que el responsable del local era su concubino Rubén Celaya y el hijo de este, Matías Celaya, que se encontraba como encargado del mismo. Sin embargo, no explicó ni dijo nada sobre su rol de captación en Salta, el pago de pasajes o la tenencia de llaves del local donde la víctima estuvo encerrada, según los relatos de la joven salteña.

En tanto, entre los testimonios recolectados, se destacó el de un amigo del sujeto que “rescató” a la mujer del prostíbulo, quien relató que ambos fueron al local “El Trébol” donde conocieron a FA. Ella les contó su angustiante situación, porque la habían engañado, creyó que venía a hacer otro trabajo, no a ejercer la prostitución y cuando pudo escaparse, buscó refugio en la casa de FQ y les pedía a ambos que no delataran su paradero, porque “si ellos se enteraban, la iban a buscar y se la llevarían, mostrándose muy temerosa”.

Una de las mujeres que “trabajaba” en el local relató que su función allí era tratar que los clientes consumieran bebidas alcohólicas y posteriormente convencerlos de tener relaciones sexuales. Pese a sostener que no tenía impedimento para salir, dijo que “se escapó” al tercer día juntamente con otra trabajadora sexual.

Con otros testimonios, se corroboró que el hijo de Celaya era el encargado y quien llevaba las anotaciones en el cuaderno de recaudaciones.

Para el TOF, se encontró plenamente acreditado que FA fue captada mediante falsas promesas de trabajo en la ciudad de Salta, siendo luego trasladada a Río Gallegos -a costa de los imputados- y acogida en esta ciudad para obligarla inmediatamente a prostituirse en su local llamado El Trébol.

El tribunal declaró admisible la propuesta de juicio abreviado traída a consideración, resolviendo condenar a Rubén Celaya a la pena de tres años de prisión en suspenso por ser autor penalmente responsable del delito de acogimiento de persona mayor de 18 años, mediante coerción y abuso de una situación de vulnerabilidad, con fines de explotación (Ley 26.364). Su hijo, Matías Celaya, fue condenado a un año y seis meses, por ser considerado partícipe necesario. En tanto que Vanesa Moreno también recibió una condena de tres años en suspenso.

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