Gisel Pinilla, una trabajadora de la Caja de Previsión Social de 36 años fue encontrada agonizando en su casa de la calle Arturo Illia al 2100 en la noche de este viernes y murió cuando era trasladada al Hospital Regional de Río Gallegos. La Policía investiga si se trató de un femicidio.
Por el hecho fue detenido un hombre, que era la expareja de la mujer. La policía realizó un allanamiento en su casa del barrio 400 viviendas y secuestró prendas de vestir con manchas de sangre.
En la tarde de este sábado, un equipo del Grupo La Opinión Austral se dirigió al sector y dialogó con vecinos y vecinas. Graciela, una vecina de Gisel, relató: “No vi nada, vi cuando llegó la policía. Anoche estuvieron las dos hermanas y el papá. Estaban destrozados, es la perdida de una persona querida, de un familiar, es lo más terrible que te puede pasar”.
Graciela era cercana a Gisel no solo por ser vecinas sino también porque la hermana de la joven es madre de su nieta.
Relación violenta
Sobre el vínculo de Gisel y su pareja, dio a conocer que databa de entre tres y cuatro años. “Era una relación muy muy difícil, tristemente tuvo la desgracia de haberse enamorado de alguien que era muy violento, las consecuencias las sufría ella, pobre ángel de Dios. Era una persona buena, tranquila. Es re triste lo que ha pasado. Se enamoró de la persona equivocada. Era una cosa esperada porque dos por tres ella aparecía golpeada, su carita, sus bracitos. La Quinta y la Comisaría de la Mujer tiene conocimiento de todo esto, UDEM que la asistía tiene conocimiento porque un día una médica de UDEM me dijo ‘esto lo tengo que ir a denunciar’”.

Gisel Pinilla fue hallada agonizando en su casa en Arturo Illia al 2100. Foto: José Silva/La Opinión Austral
La vecina reflexionó que la muerte “se podría haber evitado, con restricciones, con cuidados. Este chico sabíamos que vivía a la noche cuando ella estaba solita, vivía solita en la casa y al estarlo estaba propensa a que le pasara cualquier cosa. Todo era adentro (de la casa), lo que sentíamos cuando él llegaba que golpeaba, pateaba la puerta, le rompía los vidrios. Enseguida llamaban a la comisaría. Los vecinos llamaban a la comisaría”.
En cuanto a Claudio O. marcó que “nunca me lo nombraba pero ella sabía que yo lo sabia y que todos lo sabíamos porque siempre le decíamos ‘acordate que estoy al frente, lo que necesites’. Gi ya está en la paz del señor, ya está descansando y no va a tener tanto dolor que sufría ese angelito de Dios”.
Finalizando, manifestó “espero que la justicia actué y nos esclarezca todo esto. Y que no haya errores que todos los que estuvieron actuando anoche lo hayan hecho muy bien para que podamos tener un veredicto”.
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