Según había adelantado el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el cielo de Río Gallegos iba a amancer cubierto de nubes, sin embargo, el paisaje gris cubrió toda la ciudad con una densa neblina que sorprendió a los vecinos.

FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

El fenómeno meteorológico redujo considerablemente la visibilidad en las calles de la capital santacruceña y colmó de humedad la apacible mañana de primavera, reduciendo la sensación térmica.

Según el pronóstico, para esta tarde habrá un 40/70 % en la probabilidad de precipitaciones en forma de tormentas aisladas y la máxima de 15°, con viento del Sur a 23/31 km/h. Además, se prevé que la jornada cierre con un 10/40 % en la probabilidad de chaparrones y una temperatura de 9° con viento del Oeste a 23/31 km/h con ráfagas de entre 42/50 km/h.

¿Que es la neblina y por qué se produce?

La niebla o neblina (cuando es más ténue) es una “nube baja” conocida como estrato, cuya base toca el suelo. Está compuesta por gotas de agua líquida, tan pequeñas que se mantienen en suspensión por los pequeños movimientos turbulentos del aire, y las cargas eléctricas propia del agua mantiene a las gotas separadas unas de otras.

FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

Cuando la temperatura desciende, la capacidad del aire de retener vapor de agua disminuye. Con cada grado que baja la temperatura, el aire debe expulsar el vapor de agua sobrante, así que lo transforma en pequeñas gotas de agua líquida. Las gotas de niebla, que poseen un diámetro que se encuentra entre los 0.05 mm y los 0.2 mm, enturbian la atmósfera y reducen la visibilidad horizontal. Si la distancia a la que se puede ver un objeto es superior a los 1000m, el fenómeno recibe el nombre de neblina, pero si la visibilidad es menor al kilómetro, se llama niebla.

Para que se forme la niebla es necesario que se cumplan ciertas condiciones:

  • Tiene que haber mucha estabilidad, sin nada de viento para que el aire que está cerca de la superficie no se mezcle con el aire que está por encima. Esto ocurre generalmente cuando estamos en presencia de altas presiones.
  • Además, tiene que enfriarse el suelo, para que el aire que está en contacto también se enfríe hasta alcanzar la saturación. Es por eso este fenómeno se vuelve mucho más frecuente durante las mañanas de otoño e invierno, siendo más raro en primavera.

Leé más notas de La Opinión Austral