Nacido en Canquel y criado por sus abuelos en Gaiman, Raúl Dominguez tenía 18 años cuando llegó a Las Heras, donde descubrió su vocación.
El 18 de marzo de 2004 fue ordenado sacerdote por monseñor Alejandro Buccolini y entre sus destinos pastorales estuvieron Koluel Kayke, Pico Truncado, Caleta Olivia y Río Gallegos. También tuvo oportunidad de misionar en La Esperanza y en el monte alto del Chaco Boreal en Paraguay.
El 17 de enero pasado, el obispo diocesano Ignacio Medina, dio a conocer nuevos nombramientos y destinos pastorales, entre los que se destacó el de Domínguez, quien dejará de ser el párroco de San José Obrero, el histórico templo del padre Juan Barrios, y del santuario San Cayetano de Río Gallegos para ser administrador de la parroquia San Juan Bosco de Caleta Olivia.
En el Santuario San Cayetano realizó su misa despedida y este domingo, hará lo propio a las 12:00 en San José Obrero.
En la despedida no faltaron anécdotas, obsequios y sentidas palabras de agradecimiento de los feligreses a quien el padre Sergio Soto describió, entre risas, como “pastor con olor a oveja, a vaca, a todo” en consonancia con el pedido que el papa Francisco le viene realizando desde hace años a los sacerdotes.
“Estoy contento, con la alegría de poder servir y estar disponible con la salud y la fortaleza del espíritu para darle la fuerza que le hace falta a toda la comunidad, al pueblo, a los niños. Estamos con esa alegría de acompañar y estar al lado de los que sufren”, manifestó Domínguez a La Opinión Austral.
Entre tantas misas, recordó una celebrada en la represas: “Estuve dando una misa muy bonita, con gente que estaba con problemas de trabajo, salió algo muy lindo, muy servicial”.
Sobre las palabras recibidas en su despedida, expresó: “Para mí es un carisma estar cerca del que sufre, Rosa es una señora muy sufrida en su salud, la hemos acompañado mucho y por eso me siento alegre de que ella sienta que estoy al lado de ella y más que yo, que está Jesús al lado de ella. Nosotros llevamos los sacramentos y los sacramentos son la presencia de Jesús”.
Cerrando, manifestó: “Quiero darles las gracias por haber estado y haberme abierto las puertas de sus casas. El mensaje que les dejo es que abran siempre el corazón porque Jesús está en la puerta“.







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