Con la nueva Ley de Hidrocarburos que se espera sea enviada al Congreso en breve, el Gobierno Nacional buscará retomar la iniciativa en la producción convencional de crudo. La intención es recuperar áreas maduras en todo el país y Santa Cruz no es la excepción.

Por Raúl Figueroa

La
definición política que dio el presidente Alberto Fernández en torno a la
política petrolera que impulsará su gobierno, en el que ya se anticipa el envío
de una nueva Ley de Hidrocarburos para incentivar las inversiones en el sector,
apunta a recuperar la importancia de las áreas convencionales y maduras de todo
el país. Se espera que esa visión compense los efectos negativos que podría
acarrear la retracción de YPF recortando su inversión en 900 millones de
dólares en todo el país, con el consecuente impacto proporcional que ello
acarrearía, que en la cuenca San Jorge podría implicar un retroceso total de 80
millones de dólares para el año 2020.

“La
Argentina en un momento se enamoró de Vaca Muerta, puso todos los incentivos y
los esfuerzos allí y desincentivó el resto de la producción convencional -dijo
el actual presidente en una entrevista con el periodista Horacio Verbitsky-. En
la Argentina hay baja exploración para
buscar nuevos yacimientos y
muy baja
explotación secundaria y terciaria
. Lo que yo creo que tenemos que hacer, y
lo estamos trabajando con Lanziani, es precisamente hacer un plan donde
incentivemos todo”.
La definición del nuevo presidente puede sonar a música para los oídos de la
cuenca San Jorge, que involucra al norte de Santa Cruz y al sur de Chubut, ya
que en los últimos años ha tenido un ritmo de declino pese al cual ha continuado
posicionándose como la principal aportante de petróleo convencional del país,
superando hasta noviembre último a la cuenca Neuquina.

En
efecto, la producción de crudo en la región que incluye al norte santacruceño
se ubicó en torno a los 13,3 millones de metros cúbicos, mientras que la cuenca
Neuquina habría cerrado en torno a los 13 millones de metros cúbicos. Sin
embargo, la tendencia no es ascendente, sino al contrario: San Jorge extrajo el
año pasado un 12,5% menos de petróleo que en 2015, mientras que la Neuquina se
incrementó en un 7%, al ritmo del crecimiento del shale oil. Y si bien esta
explotación de recursos no convencionales tuvo un lamentable freno en la última
parte del año pasado, con una incertidumbre que se mantiene en los primeros
meses de 2020, resulta esperable que la senda del crecimiento se recupere en modo
armónico para todas las áreas del país.

No restar a Vaca Muerta, sino sumar a las
demás áreas

Muchos
se apresuraron en ver en el primer posicionamiento de Alberto Fernández un
ataque a Vaca Muerta, pero en realidad el planteo tiene una lógica para nada
conspirativa y mucho más ligada al sentido común, que ha sido asumida incluso
por actores de la industria alejados del posicionamiento político del actual
gobierno. En efecto, en diversas oportunidades, analistas como José Luis Sureda
y Jorge Lapeña han expresado, en diálogo con SCP, que no se puede definir toda
la política energética del país en torno a una sola cuenca (o “una sola roca”,
como clarificó Sureda sino que se requiere incentivar la exploración en áreas
maduras, a fin de complementar el rol que asumirán estas y los NOC en una
política integrada: mientras el shale oil o gas pueden ofrecer una ventana de
oportunidad de cara a las exportaciones que el país necesita para incorporar
divisas, los convencionales deberían seguir aportando al autoabastecimiento de
recursos energéticos, en una ecuación de crecimiento y desarrollo con
respuestas a algunos problemas básicos. Basta recordar que el 40% de la
población del país no tiene todavía acceso al gas natural a través de redes
domiciliarias.

Inversión 2020: primeras señales preocupantes
de YPF

Claro
que los dichos del presidente Fernández contrastan con las primeras
definiciones que comienzan a conocerse por parte de la conducción de YPF, a
cargo del economista Guillermo Nielsen. El ejecutivo confirmó recientemente que
la operadora apunta a una reducción de algo más del 20% en su plan de
inversiones para el año 2020, tomando en cuenta los montos que apuntaban a
invertir en el corriente año, antes de que se conocieran los efectos del
congelamiento de combustibles que rigió desde agosto de 2019. En total, la
tijera cortaría unos 900 millones de dólares, por lo que se prevé invertir
alrededor de 3.100 millones de dólares, frente a los 4.000 que se planificaron
inicialmente, lo que implica una reducción del 22% sobre ese monto proyectado.
Ahora bien, si se toma como referencia el compromiso de inversión anunciado
para 2019, que había oscilado en los 3.600
millones de dólares
(aún no se publicó el informe en torno a si las
inversiones comprometidas por declaración jurada se llevaron efectivamente a la
práctica, ya que cada año hay diferencias que pueden arrojar montos inferiores
al previsto inicialmente la reducción real sería del 13% sobre lo
desembolsado el año pasado.
Si se tomara como punto de partida esa referencia, que para San Jorge proyectó
un monto de 615 millones de dólares (332 correspondían a Santa Cruz y el resto
a Chubut la reducción para este año por parte de la principal operadora del
país se ubicaría en torno a los 80 millones de dólares para toda la cuenca, de
los cuales 43 corresponderían a proyectos en esta provincia.
Por ahora se trata de especulaciones en función de lo que las autoridades
nacionales han dejado trascender, pero resta aún que se oficialicen los planes
de inversión para 2020. Los dichos del presidente Fernández pueden señalar un
camino para revertir la proyección negativa, sobre todo a partir de los
proyectos de recuperación terciaria que comenzaron a impulsarse en el norte de
la provincia, aunque con menor celeridad a la que se había anunciado un par de
años atrás.
También es cierto que la inyección de polímeros que sucede al uso de agua en
yacimientos maduros puede arrojar resultados importantes para revertir las
curvas negativas de producción, pero no compensan la menor actividad laboral ni
la caída en la demanda de servicios que depara la reducción absoluta de la
perforación: urge apuntalar un plan de perforación de nuevos pozos, de la mano
de objetivos exploratorios, a fin de buscar nuevos recursos que, incluso en el
campo convencional, permitirán apuntalar una política de crecimiento que el
país necesita para ponerse nuevamente en pie.

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