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El Parque Nacional Monte León, ubicado en la costa atlántica de la provincia de Santa Cruz, se convirtió en el escenario de un fenómeno ecológico sin precedentes en la Patagonia argentina: los pumas incorporaron a los pingüinos de Magallanes a su dieta y hoy los cazan con una frecuencia nunca antes registrada en la región.
El hallazgo fue documentado por un equipo internacional de científicos en un estudio publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, y es considerado una señal clara del éxito de la restauración ambiental impulsada en esta área protegida desde su creación en 2004.
Un depredador terrestre y una presa marina inesperada
Tradicionalmente, los pingüinos de Magallanes enfrentan amenazas en el mar, como focas y orcas, mientras que en tierra firme suelen encontrar seguridad al desplazarse en grupo. Sin embargo, en Monte León, estas aves marinas no voladoras se convirtieron en presa de un depredador terrestre inesperado: el puma (Puma concolor).
“Es un ejemplo extraordinario de lo flexibles que pueden ser los grandes carnívoros”, explicó Jake Goheen, ecólogo de la Universidad Estatal de Iowa, quien no participó en la investigación, a The New York Times. Según el especialista, los pumas suelen cazar grandes herbívoros, como guanacos, y no aves relativamente pequeñas.
A comienzos del siglo XX, la ganadería ovina se expandió por la Patagonia y provocó la persecución sistemática de pumas y otros depredadores. Su desaparición permitió que los pingüinos, que históricamente nidificaban en islas, colonizaran la costa continental y formaran enormes colonias reproductivas.
Décadas más tarde, la creación del Parque Nacional Monte León —mediante la donación de antiguas estancias— marcó un punto de inflexión. La caza cesó, los pumas regresaron y el ecosistema comenzó a reconfigurarse.
“Más que una nueva estrategia de los pumas, estamos viendo una interacción inesperada”, explicó Emiliano Donadio, director científico de Rewilding Argentina y coautor del estudio a Infobae. “Los pumas se encontraron con miles de pingüinos concentrados en la costa y comenzaron a utilizarlos como fuente de alimento”.
GPS, cámaras trampa y un comportamiento sorprendente
Mitchell Serota, ecólogo y autor principal del estudio, se interesó por cómo los pingüinos de Magallanes, como nueva fuente de alimento, remodelaban los patrones de movimiento de los pumas en el paisaje. También sentía curiosidad por saber cómo interactuaban los pumas entre sí y cuál era su densidad de población.
Entre 2019 y 2023, los investigadores colocaron collares con GPS a 14 pumas adultos y desplegaron cámaras trampa en todo el parque. Los datos mostraron que, durante la temporada reproductiva de los pingüinos —entre septiembre y marzo—, los pumas concentran su actividad cerca de la colonia, que alberga unas 40.000 parejas reproductoras.
El estudio reveló cambios notables en el comportamiento de los felinos:
- Los pumas que cazan pingüinos tienen territorios más pequeños.
- Se desplazan menos, ya que encuentran alimento abundante en un área reducida.
- Interactúan con mayor frecuencia entre sí, algo inusual en una especie conocida por su conducta solitaria.
“La densidad de pumas en Monte León es la más alta jamás documentada”, señaló Serota. En la zona se registraron entre 13,2 y 13,3 pumas cada 100 kilómetros cuadrados, más del doble que en otras regiones de Sudamérica.
Aunque los pumas suelen ser criaturas solitarias, su densidad de población en esta zona era aproximadamente el doble de la que se ha observado en otros lugares, lo que provoca un aumento de las interacciones entre los felinos. Serota comparó su presencia con la de los osos pardos que se toleran mutuamente durante la migración del salmón. “Los pingüinos parecen estar haciendo algo similar con los pumas”, dijo. “La comida puede unir a los depredadores”.
Impacto en pingüinos y guanacos
Los cambios en los ecosistemas pueden afectar cuándo, dónde y cómo los depredadores obtienen su alimento, lo que tiene efectos ecológicos más amplios. En el caso de los pumas de la región, que normalmente se alimentan de guanacos, esos efectos ecológicos aún se desconocen.
“Dado que los pumas y los guanacos forman la relación depredador-presa dominante en la región, los cambios en la forma en que los pumas se desplazan y cazan pueden tener un enorme efecto dominó”, dijo Serota.
Los pingüinos indefensos, una presa fácil para los pumas, podrían incluso verse envueltos en esta reacción en cadena. “¿Veremos en el futuro una situación en la que los pingüinos vuelvan a vivir principalmente en islas oceánicas?”, dijo Goheen.
Por el momento -pese a la depredación-, los censos indican que la colonia de pingüinos se mantiene estable e incluso creció levemente desde la creación del parque. “La información disponible muestra que esta colonia puede soportar los niveles actuales de depredación”, afirmó Donadio.
Además, durante los meses en que los pumas se alimentan de pingüinos, disminuye la presión de caza sobre los guanacos, especialmente en la época de cría. Esto podría favorecer la supervivencia de las crías, aunque los monitoreos indican que la población de guanacos se mantiene estable.
Una lección sobre restauración ecológica
Para los científicos, el caso de Monte León demuestra que restaurar la naturaleza no implica simplemente “volver al pasado”. “Las especies regresan a ecosistemas que han cambiado de forma radical”, explicó Serota. “Eso puede generar interacciones completamente nuevas que remodelan el funcionamiento del ambiente”.
Una suposición común en la literatura científica es que la reintroducción de grandes carnívoros puede revertir un ecosistema a lo que era antes. Pero durante el período de tiempo en que los carnívoros estuvieron ausentes, otras cosas también han cambiado. “Se está reintroduciendo a los carnívoros en un ecosistema que no necesariamente se parece al que los vio extinguirse localmente”, dijo Goheen. Los animales se enfrentan a nuevas situaciones.
“Como científicos, debemos sentirnos cómodos con eso”, dijo, “y no vender al público en general la idea de que, si restauramos a los carnívoros, estos van a tener todo tipo de beneficios en una reacción en cadena para el resto del ecosistema”. Añadió: “Debemos reintroducir a los carnívoros porque merecen estar allí y porque fuimos nosotros quienes los erradicamos en primer lugar”.
Por su parte, Donadio agregó que los pumas que cazan pingüinos “conectan el mar y la tierra”: las aves se alimentan en el océano, pero al ser depredadas en tierra sus restos fertilizan el suelo, cerrando un ciclo ecológico inesperado.
El estudio, realizado por la Fundación Rewilding Argentina, el Parque Nacional Monte León y la Universidad de California-Berkeley, con financiamiento de National Geographic, posiciona a la Patagonia como un laboratorio natural único. Allí, la convivencia entre pumas y pingüinos se transformó en un símbolo de la complejidad de la restauración ecológica en Argentina.
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