En MasterChef Celebrity (lunes a jueves a las 22.30 y domingos a las 22 por Telefe), Germán Martitegui (54) ya empezó a destacarse.

El experto cocinero comparte jurado con Donato de Santis y Damián Betular, y es el más temido por los participantes. Se muestra inflexible, exigente y muy filoso.

Pero por fuera del programa existe otro Germán, y en una entrevista con el diario Ciudad mostró su costado más tierno.

Martitegui llegó a MasterChef Celebrity, luego de haber estado en MasterChef y MasterChef Junior.  Está muy cómodo en su rol, pero confiesa que fue el concurso de pequeños cocineros el que le cambió la vida.

Fue ahí cuando “decidí ser papá”. El chef  tiene una familia monoparental y tiene dos hijos. Lorenzo de 1 año y nueve meses, y Lautaro, de 1 año y tres meses, (ambos por vientre subrogado).

 

Donato sabe todo el backstage de toda la situación. Yo era de esa gente que si me acercaban un bebé y me pedían que lo agarre me negaba rotundamente, no quería saber nada, pero algo cambió en mí con el programa. Y veníamos de ser muy exigentes con el MasterChef de adultos, entonces ahí me empecé a dar cuenta que a los chicos les teníamos que hablar de otra manera y fue un gran desafío”.

 

“Todo el tiempo pensaba estaría bueno frenar y pensar qué quiero hacer”

 

En plena cuarentena con dos bebes, es toda una experiencia. “Uno se va a acostumbrando a tener ciertas cosas organizadas y cuando te ves forzado a reinventarte pasan cosas. ¿Quién no soñó con tener cinco meses para pensar en el futuro y parar un poco la pelota? Particularmente yo pensé que nunca iba a poder hacerlo. Tenía una agenda tomada hasta mediados del 2021, ponele. Pero todo el tiempo pensaba “estaría bueno frenar y pensar qué quiero hacer”, o incluso tomarme un año sabático para estar con mis hijos. Económicamente era imposible en un país como este, pero se terminó cumpliendo para mí”.

En ese contexto, al hacer el balance de lo que vivió en esta pandemia, sostuvo que “se vio lo mejor y lo peor de mucha gente, tuvimos mucho más tiempo para pasar con nuestras familias, decidir si nos divorciábamos o estábamos más enamorados. Forzó muchos temas. Y en el trabajo forzó también. Nosotros, por ejemplo, estábamos muy preocupados por la sustentabilidad, por ser ecológicos, por los productos. Y de repente nuestra única preocupación, para todos los restaurantes, fue mantener al equipo y seguir haciendo cosas. Está bueno volver a esos “básicos”. Mi visión, dentro de todo, es positiva”.

“Ahora están comiendo mandioca, en vez de pedirme galletitas me piden peras”

Sus hijos “comen de todo”. ¿Cómo hace?  Pues “comen de todo y como si fueran 14. Ahora están comiendo mandioca, en vez de pedirme galletitas me piden peras, por ejemplo. No quiero cantar victoria porque me quedan como 20 años, pero vamos bien. Son muy parecidos a un comensal porque prueban y ya tienen esa capacidad de decir “me gusta” o “no me gusta”. Texturas, sabores, caliente, frío. En las caras te das cuenta. Te enfrentás a alguien tan inocente y tan puro que todo es la primera vez y para nosotros que somos cocineros es fantástico. Apareció la pera, la mandarina, los arándanos y vivir eso así es increíble

 

Leé más notas de La Opinión Austral