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Domingo 30 de octubre de 1983. Ganó Alfonsín. Esperanza. Se imaginaba un nuevo país.

La UCR le ganó al PJ, el radicalismo al peronismo. También hubo abrazos de militantes de ambos partidos. Festejaron el regreso y triunfo de la democracia. De alguna manera, comenzaba oficialmente el adiós de la dictadura.

Todos los medios periodísticos del país hicieron su análisis. Además de sus periodistas, convocaron a columnistas destacados de aquella época para que dieran su mirada.

Así, hubo de todo. A favor y en contra. Por eso, hoy, a 40 años de aquel triunfo de Alfonsín, es apasionante volver a leer algunas de las opiniones, declaraciones, definiciones, que se publicaron en las diversas notas y columnas en aquella edición histórica de GENTE (N° 954, del 3 de noviembre de 1983).

Juan José Sebreli, Por qué perdió el peronismo:

“El 30 de octubre la sociedad argentina parece haber logrado romper el círculo infernal en que se debatía desde hace casi cuarenta años: toda apertura política que surgía como consecuencia del derrumbe de una dictadura militar llevaba al poder a un movimiento autoritario, también vinculado con el ejército, pero además apoyado por las masas populares, lo que lo volvía más contradictorio y confuso. Parecía un dilema trágico tratar de democratizar un país que desde hace décadas es esencialmente antidemocrático, ya que no se puede modificar la estructura política autoritaria sin cambiar la estructura de una sociedad civil básicamente autoritaria, pero a la vez no se puede cambiar esta sin modificar aquélla. Pero el dilema no es trágico, es decir sin solución. La crisis argentina no es una ley inexorable y fatal ajena a los hombres que la componen sino el resultado de la acción equivocada de estos mismos hombres, de los dirigentes y los dirigidos, que se vuelven víctimas de su propia obra. (…) También otra conclusión positiva de las elecciones: a quienes acusan a Alfonsín de haber resucitado la antinomia entre peronismo y antiperonismo, debemos recordarles que una sociedad democrática no es unánime y sin oposición – como lo eran la del 73 o la de abril del 82 – sino una sociedad dividida, plural, donde la oposición, la crítica y la lucha política constituyen su razón de ser”.

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Análisis de las elecciones de 1983 en Revista GENTE por Juan José Sebreli.

Rolando Hanglin, El voto inteligente:

“Me lo dijo hace diez días un político peronista: ‘Eso de que Luder tira más que Herminio, o que Alsogaray puede andar bien en la Capital pero mal en la provincia, o que Alfonsin puede perder la provincia por elegir a Armendáriz en lugar de Tróccoli, son todas macanas. La gente no corta la boleta. Yo he sido fiscal de mesa muchas veces, jovencito, y le digo cómo son las cosas: el hombre de pueblo elige un partido y mete la lista entera. Andar cortando papelitos para hacer dibujos raros es cosa de intelectuales…’ (…) ¡Aleluya, señores! ¡Estamos hablando de ra-zo-na-mien-tos! Y seguiremos razonando, porque vamos a votar de nuevo de aquí a dos años, y otra vez, y otra vez, y así por siempre jamás. Ha desaparecido un viejo arquetipo nacional: ese ciudadano indolente y flojo que elegía un presidente y metía todas las boletas de su ídolo aunque los acompañantes del “hombre” fueran una corte de incapaces y delincuentes. De hoy en más, los partidos políticos tendrán que esmerarse para presentar candidatos perfectos, hombres ideales para cargos adecuados. La gente ya no vota cualquier cosa. Escucha la radio, lee los diarios y usa tijera. Toda una revolución”.

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Análisis de las elecciones de 1983 en Revista GENTE por Rolando Hanglin.

Marco Denevi, Desde el mirador de Marco Denevi:

“En la Argentina, desde 1946, las elecciones las ganaba siempre el peronismo, pero no como partido con una razonable coherencia ideológica sino como movimiento pluri político consolidado alrededor de la figura de Perón, y siempre las perdían los partidos, fieles a sus ideologías, a sus principios, sobre todo el radicalismo, orgulloso de su pureza química. (…) Lo primero que salta a la vista: la ciudadanía optó entre el peronismo y Alfonsín. No digo entre dos partidos o entre dos candidatos sino entre un movimiento y un hombre. Con la consecuencia de que el movimiento perdió y el hombre ganó (como lo prueba el hecho de que, ahí donde no se jugaba el triunfo personal de Alfonsín, por ejemplo en la elección de gobernadores, los sufragios en favor de sus correligionarios hayan disminuido, y, en no pocas provincias, perdido la elección. (…) Aún reducidos a la sola solidaridad partidaria, forman un partido poderoso. Justamente, nada es más útil a la democracia que un partido poderoso en el papel de opositor. Acaso por no haberlo tenido, el peronismo en el gobierno cometió tantas equivocaciones. Ahora pensemos todos en la pobre Argentina, moribunda, necesitada menos de medicinas que de amor.”

Análisis de las elecciones de 1983 en Revista GENTE por Juan Marco Denevi.

Herminio Iglesias, candidato a gobernador de Buenos Aires:

“Mejor que Alfonsín cumpla todo lo que prometió… es una advertencia. (…) Yo no voy a felicitar a un señor como Alfonsin que dijo que soy un patotero y un ladrón. Yo no felicito a nadie. Que Dios los ayude.”

La reacción de Herminio Iglesias tras el triunfo de Alfonsín en las elecciones del 30 de octubre de 1983.

Horacio de Dios, La cascada: Raúl Alfonsín:

“¿Qué pasó que la gente está contenta, no hay caras de miedo en la calle, baja el dólar paralelo, sube la Bolsa, los estudiantes bailan en el Obelisco, los que perdieron aceptan el resultado, los chicos se sonríen desde su infancia preelectoral tarareando el nombre del presidente electo o imitando su saludo? Por supuesto que ahora es fácil explicarlo. Como dice Perogrullo y me lo recordó Marco Denevi: ‘No hay nada más difícil de predecir que el futuro’ (sonrisas). Pero Raúl Alfonsín no se convirtió por casualidad en una cascada que todo lo empapó a su paso, rompiendo los esquemas, creciendo como una bola de nieve desde la Antártida a Salta. Hace diez años apenas era un hilito de agua que corría dentro del menguado caudal del radicalismo. (…) La pantalla chica es una lupa multiplicadora del acierto y del error. Lo más importante del ‘carisma’ de Alfonsín es lo que la gente ha puesto en él: confianza sin pedirle milagros y plena vigencia de las instituciones. ‘Sólo son libres los pueblos esclavos de la ley’, explicó Fray Mamerto Esquiú, el orador de la Constitución en 1853. Raúl Alfonsin es el presidente de todos los argentinos y no sólo de sus votantes y todos los habitantes, incluso los que no lo votaron tienen que reconocerlo como su presidente. Es así de fácil.”

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Análisis de las elecciones de 1983 en Revista GENTE por Horacio de Dios.

Carlos Menem, gobernador electo de La Rioja:

Herminio (Iglesias) no puede usar una tribuna política para insultar a un adversario. ¿Cómo le va a decir mal nacido a Alfonsín? Obligó a que la madre de Alfonsín saliera a perdonarlo. Esas cosas, al pueblo, le llegan mucho. (…) Lorenzo Miguel se equivocó. Sería desleal no señalárselo. Copó la conducción del movimiento, la UOM, las 62. Es demasiado. Si no cambia totalmente, va a seguir teniendo problemas con las bases. (…) Luder no tuvo la fuerza necesaria. Es un gran académico, pero no habló con énfasis de independencia económica, justicia social, soberanía política. A veces pienso que las ideas peronistas las defienden mejor Alende o Abelardo Ramos.”

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Carlos Menem, gobernador electo de La Rioja en 1983 habló sobre la derrota del peronismo a nivel nacional.

Palabras y análisis. El pueblo ya esperaba la asunción del nuevo presidente.

Adiós Dictadura, hola Democracia.

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