Por unanimidad, el 9 de mayo de 2012 el Congreso de la Nación aprobó la Ley de Identidad de Género y días más tarde la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner promulgó la normativa que permitiría que las personas trans sean tratadas de acuerdo a su identidad autopercibida sin requisitos médicos y desde una perspectiva despatologizadora. Así serían inscritas en sus documentos personales con el nombre y el género vivenciado.
De hecho, el mes pasado, los ministros del Interior, Wado de Pedro, y de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, entregaron el DNI número 9 mil a la compositora, médica e instructora Isha Escribano.
La norma, además, ordena que todos los tratamientos médicos de adecuación a la expresión de género sean incluidos en el Programa Médico Obligatorio, lo que garantiza una cobertura de las prácticas en todo el sistema de salud, tanto público como privado, convirtiéndose a la vez en la primera ley de identidad de género a nivel mundial que no patologizó las identidades trans.
La sanción de esta ley constituyó un paso más en la ampliación de derechos junto con la Ley de Matrimonio Igualitario, sancionada en el año 2010, transformando a la Argentina es un país líder en esta materia.
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