Your browser doesn’t support HTML5 audio
Por Raúl Pedone para el Diario Mendoza Today
El arzobispo de Mendoza, Marcelo Daniel Colombo, recibe a Mendoza Today en su despacho de la esquina de San Juan y Catamarca, la sede misma del Arzobispado. Para conversar, no elige su escritorio sino un pequeño living contiguo, más cálido y cercano. Signo de una propuesta de “igual a igual” que se agradece y que refleja en su pensamiento. Su rostro delata las exigencias de un año intenso. A su misión en la provincia se sumó el ejercicio como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, desde noviembre de 2024, cargo que le exige viajar mucho a Buenos Aires.
Fiel a sus convicciones, responde desde la fe pero también desde su mirada política. No le escapa a sus diferencias con el Gobierno nacional, por el plan económico. Con Alfredo Cornejo por la minería. Con Elon Musk, por la inteligencia artificial. Eso sí: con el papa Francisco, fallecido este año, no es objetivo. Cuando habla de él, se le humedece la mirada y asoma la pena. Pero se consuela apostando a “su legado”, que -asegura- continuará con León XIV.
-En un año con tantos problemas y discrepancias, ¿por qué vamos a brindar los argentinos esta próxima Navidad?
-Ha sido un año exigente de vida, de la comunidad, de la realidad. Un año de mucho trabajo. En mi caso, concluyo el primero como presidente de la Conferencia Episcopal, un organismo de servicio a los obispos en la Argentina, y a la vez, uno más como arzobispo de Mendoza. Pero percibo una Iglesia muy viva, llena de instituciones, servicios, ministerios y carismas, lo que me permite ejercer mis funciones con mucha alegría.
-Alegría y también diferencias. La Iglesia ve más pobres que el INDEC.
-Nada está exento de las complejidades sociales que vivimos, como la creciente pobreza que va a contramano de ciertos números estadísticos que no sabemos qué dibujan o pretenden decir. Lo cierto es que hay mucha más gente en nuestras Cáritas, desganada y desanimada. Si preguntamos a los chicos, como hicimos en una encuesta a jóvenes secundarios de todo el país, sobre qué les preocupa más, ha salido en nuestros colegios el tema de la salud mental.
-¿Usted adjudica ese fenómeno a la situación socioeconómica?
-Es un indicador. Por un lado, de un sano realismo y, por otro, una gran preocupación para el mundo adulto, porque son las próximas generaciones. Hay mucha vida nueva que se está frustrando, que no tiene horizontes, y que afronta los desafíos de la vida desde un punto de partida doloroso.
Marcelo Colombo planteó su mayor preocupación social: la pobreza real que “crece en Cáritas” aunque las estadísticas oficialistas intenten mostrar otra realidad, y la crisis de salud mental en los jóvenes como síntoma del deterioro socioeconómico.
-Hay varios temas con los que los obispos han sido críticos los obispos con Javier Milei.
-Sí, son cuestiones que nos han afligido como sociedad en la Argentina: el tema del Hospital Garrahan, el tema de los jubilados, y el tema de la atención a la discapacidad. Mucho antes de que estallaran estas cuestiones de investigación de posibles delitos, ya teníamos una queja muy grande por el maltrato a la discapacidad. Es un año donde los temas sociales nos han demandado y hoy, como Iglesia, nos desafían a poner una palabra de esperanza y también de compromiso con esa realidad.
-¿Por qué cree entonces que, a pesar de las críticas, una mayoría de los votantes ratificó el “modelo libertario” en octubre?
-Más allá de la natural simpatía que pueda despertar un candidato, quizás sea incorporar en el horizonte político a una personalidad disruptiva, que le pone nombre a la queja social contra la vieja dirigencia. Hay, evidentemente, una necesidad de estabilidad, una necesidad de que los números se mantengan. Pero sobre todo, me preocupa que incidan factores como las intervenciones de jefes de Estado de otros países, incluso con la intención de ayudar hipotéticamente a nuestra economía. Han incidido un sinnúmero de cosas.
-Los votos no mienten…
-Por supuesto. En primer lugar, hay un gran respeto a la manifestación popular y a las autoridades actualmente vigentes, sin dejar de ejercer como Iglesia nuestra parte de la misión, que es, desde nuestro lugar sencillo, avisar: “Acá hay problemas, esto nos aflige, esto no está bien, esto nos duele, esto tiene que ser afrontado urgente porque si se corre el Estado, crece el narcotráfico”, como decimos en uno de nuestros documentos.
“Acá hay problemas, esto nos duele. Si se corre el Estado, crece el narcotráfico”Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza
-En conclusión, no hay mucho para brindar.
-Nos llevamos una frustración a la mesa navideña. El Senado ni siquiera ha dictaminado para votar la ley contra la ludopatía infanto-juvenil. Es un fracaso como sociedad, una derrota. A lo mejor se ha puesto más énfasis ahora en el episodio de un campeonato y de un premio, cuando en realidad hay cosas mucho más graves que se hacen en nombre del deporte, como es alentar la ludopatía, favoreciendo indirectamente la promoción del juego.
-¿También con la ludopatía en los adolescentes ve que el Gobierno está en deuda?
-Evidentemente, en el armado de todo esto hay un diseño basado en el interés económico. Lo que produce, así como la venta de armas, el narcotráfico y la trata de personas, el juego es una expresión de esta voluntad de riqueza. A la vez, a partir de la generalizada extensión de lo digital, hay una creciente sistematización para conseguirla.
-Con la advertencia al final del aviso parece no alcanzar. Los chicos manejan las plataformas de apuestas desde temprana edad.
-Hemos llegado -como dice el arzobispo de Córdoba- a ponerles a los chicos “un casino en el celular”. Lo digital, que tiene tantas ventajas y nos reporta tantas posibilidades a la humanidad, también ha permitido organizar esto como el grooming y otras formas de abuso de los chicos. Les robamos la vida.
-Pero el universo digital ha ayudado al mensaje de la Iglesia. Para la pandemia, por ejemplo, se daba misa por YouTube. Hay grupos de WhatsAPP, de Facebook, X… y hasta un “santo digital”, Carlo Acutis.
-La Iglesia pondera muchísimo el aporte que hace el continente digital a la misión. Es un espacio a conquistar y, por eso, el Sínodo de Obispos habló de la evangelización digital como nueva forma de expresión de la Iglesia en el mundo. Esto lo notamos en muchísimos aspectos de la vida de los jóvenes. Hace poco, en la Conferencia Episcopal, dialogamos con tres streamers muy importantes. Fue excelente, porque nos abrieron a la comprensión de un mundo donde la fugacidad y la agresión tienen vía libre. Entendimos mejor cómo el mundo comunicacional cambió de una manera significativa con el desembarco de las redes.
-Es como un cuchillo. Se puede usar para preparar la comida o herir a una persona. Para el bien o para el mal.
-Bueno, hoy una red o las redes te arman un candidato, te arman un gobierno. Y entonces pensamos en poner criterios éticos. De esto habla el Papa, quien se ha puesto el nombre de León XIV, pensando en emular a León XIII, el papa que propone la Doctrina Social de la Iglesia frente a la Revolución Industrial. Él toma el nombre León XIV imaginando que estamos frente a un tiempo nuevo también de desafíos que a la Iglesia le exigen una actitud de iniciativa y de expresión de su pensamiento.
“Hoy las redes te arman un candidato, te arman un gobierno. No somos nuestro algoritmo”Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza
-Francisco también lo planteaba al tema, ¿cierto?
-Sí, lo tocó ante el G7 en Europa. Se sentó con un grupo grande de jefes de Estado. Estaban Tabaré, Meloni de un lado y Macron del otro, y él habló de inteligencia artificial. En aquel momento, tres o cuatro años atrás, me pareció extraño que el Papa hablara de eso. Después, fui dándome cuenta de que ese Papa anticipó rápidamente lo que se venía, y hay un documento de la Iglesia que se refiere a ese tema.
-¿Qué dice ese documento?
-Habla de una nueva revolución, de naturaleza tecnológica, que es clara, pero a la que hay que hincarle el diente para darnos cuenta de lo que implica. El avance de la inteligencia artificial, que las grandes plataformas están pensando en cómo será el mundo dentro de diez años, nos va llegando de a poco.
-Elon Musk asegura que Grokipedia, su plataforma de inteligencia artificial ya puede dar respuestas como si fuera un “doctor”. ¿El próximo pasó será decir que es un “Dios”, un organismo omnisciente?
-Puede haber erudición y enciclopedia, pero no hay sabiduría. La sabiduría significa el aporte de lo humano, la capacidad de actuar. La iniciativa de las personas nunca podrá ser mediada por la inteligencia artificial. Ahora, evidentemente, como reservorio de datos, como capacidad de exposición crítica de comparaciones, uno gana mucho tiempo. Más allá de eso, nos queda una preocupación: no matar la iniciativa, no acallar el pensamiento libre de las personas.
-El avance a tecnología, en la medicina por ejemplo, parece disminuir el rango para los milagros…
-Nosotros vivimos todo el día con milagros. El milagro del amor que se enciende en dos corazones que se conocen. El milagro de una mano que se abre para dar dos monedas, lo que necesita ese pobre hombre para comprarse un cafecito. El milagro de un profesional que es capaz de ver más allá del análisis lo que le pasa a la persona en su corazón. Estamos llenos de milagros y no son esas cosas fantásticas que están desafiando los cánones eclesiásticos. Los milagros tienen que ver con el amor y con la vida. Y entonces, lo tecnológico, si auxilia la vida, si no la manipula, si no la elimina, si no le pone condiciones arbitrarias, sino que la conduce, la sostiene, la alienta, bendita sea la ciencia.
-¿Entonces, es optimista?
– Sí, soy más optimista con las personas, con el género humano. Imagino que va a haber un momento de cruce de caminos donde la opción sea patente: es o vida o muerte. A veces uno llega a pensar que lo que produce la inteligencia artificial es lo que la persona piensa, ¿no? Y uno, como dice el Papa León con gran claridad, no es su algoritmo. Y le doy un ejemplo. Le dicen que una noticia es leída por el mismo periodista que la escribió, cuando es una voz imitada por la inteligencia artificial. Y uno se da cuenta. Es ahí cuando se valora lo genuino de la comunicación humana, sea la verbal o la escrita. Es irremplazable. Nunca se habrá sustituido a la persona misma.
-Hablamos de influencers, redes sociales, digitalización, blogs, comunicaciones, etcétera. ¿Qué margen le queda al periodismo?
-Un buen periodista no es solamente una persona destinada a repetir las ideas de otros, sino a generar su propia visión y mirada en las cosas. Creo que todo lo que es periodismo de investigación en la Argentina es fantástico, porque ofrece elementos de juicio. Y ahí uno puede darse cuenta de que seguramente articula cuestiones de inteligencia artificial en comparación de datos o manejo de documentación, pero con mucho espíritu de lectura personal y formación personal. Un periodista no es igual a otro, y un periodista con un pensamiento nuevo siempre hace la diferencia.
-Usted era amigo de Jorge Bergoglio. ¿Cómo procesó su partida en estos meses?
-Ya que habló del brindis navideño, la verdad es que uno no va a recordar con emoción la partida de Francisco. Lo extrañamos, pero no porque el Papa actual no exprese toda la vitalidad del pensamiento de Francisco, sino porque cada persona le pone una pizca mágica y única al mundo de las relaciones. Y el modo de hacer y el decir de Francisco, evidentemente, se fue con él.
-Igual, dicen que dejó una marca, un legado. Un antes y un después. ¿Lo ve así?
-Sí, quedó para la Iglesia un legado fantástico, el de las personas. Me refiero a las personas que antes se sentían fuera de la Iglesia y hoy son Iglesia. Esos sectores tan pobres, tan descartados, o esas minorías que eran maltratadas, hoy sienten que son Iglesia. Son muchos de ellos bautizados que buscan a Dios y quieren encontrarlo, y encuentran en la Iglesia interlocutores. Eso es Francisco. Y creo que el Papa actual se siente custodio de esa herencia.
-¿Cómo vive la “competencia” de otras iglesias, como la evangélica, que se ha insertado bien algunos sectores necesitados?
-Quizás esa gente no ha tenido la oportunidad de gozar de toda la riqueza y la hondura de la Iglesia Católica. A veces se comunican cosas superficiales, experiencias de sensibilidad humana para necesidades en particular, pero que no acompañan el conjunto de la vida. Y hay que decirlo también con una sana autocrítica: no siempre hemos estado a la altura de poder atender las necesidades reales de la gente. Me refiero a lo espiritual, porque en el campo social la Iglesia siempre ha estado presente a tiempo. La capilaridad de la Iglesia de Cáritas es grande. Pero en la espiritualidad, a veces, la urgencia, la poca cantidad de sacerdotes, la limitación de estructuras físicas nos han limitado. De todos modos, grandes figuras sacerdotales, como hemos tenido en Mendoza en un rango de cincuenta años—, como Contreras, Lloret, Pérez Burgoa, el padre Rubín, el padre Rossi de los Peregrinos, han hecho la diferencia y son legados permanentes. Hay gente que hoy conserva en su corazón esas enseñanzas.
-¿Las “búsquedas” internas de moda? La biodecodificación, los registros registros akáshicos, las “sanaciones”, ¿le restan devotos al catolicismo?
-Es la búsqueda por distintas vías de respuestas a veces profundas, a veces superficiales. Por problemas de salud o existenciales. Sería muy injusto de mi parte condenar a las personas que recurren a estas prácticas o a estas búsquedas. Nosotros creemos que la palabra de Dios, con toda su densidad existencial y su comunicación, hace posible que el hombre alcance lo que busca, solo que hay que adentrarse en esas aguas profundas de un vínculo, de un encuentro con Dios.
-¿No siente el riesgo de que se vayan de la Iglesia?
-En tal caso, no habría que pensar que solo se van de la Iglesia Católica, sino que se van muchas veces de una sana racionalidad también, y de una sana vinculación familiar. Lo que está en crisis no es la Iglesia, en todo caso. Porque ,evidentemente a veces se buscan respuestas inmediatas, sin ir a la profundidad de la respuesta. A lo mejor hay una cuestión de tiempo y las urgencias de la gente a veces no condicen con lo que uno puede ofrecer, pero esto no significa restarle validez a lo que la Iglesia desde tanto tiempo presenta, que es sobre todo la verdad sobre Cristo y la verdad sobre el hombre.
-¿Es pecado practicar yoga?
-Aunque tenga cierto componente de principios ideológicos, habría que diferenciar la disciplina física, tan buena para la plasticidad del organismo y para sanar algunas dolencias, de lo que es la filosofía que va detrás de estas prácticas, que muchas veces alienta la nada, el nihilismo, o de una búsqueda que desarma nuestros propios principios. Es decir, la gimnasia, las prácticas físicas bien guiadas por profesores objetivos que trabajan la dimensión de la salud física, no serían incompatibles.
-Francisco hablaba de la inclusión de las minorías, de la diversidad, las diferencias, sin prejuzgar.
-Esto lo decía Francisco también está en el pensamiento del Papa León, especialmente en su escrito Dilexite (“Te he amado”), sobre la opción por los pobres de una manera tan rica, tan viva. Nos muestra esta empatía con la condición humana y este amor entrañable de Jesús que la Iglesia quiere tener para con los que están necesitados o se sienten excluidos.
“Minería no es sí o no, sino minería para el bien común. El agua de las generaciones futuras no tiene precio”Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza
-Hoy la minería ocupa el primer lugar de la agenda provincial. Pero a nivel mundial, la Iglesia tiene sus reservas. ¿Cuál es su posición?
-Ya me parecía raro que no me preguntara… En principio, partimos de la primera certeza honda que tenemos: el agua en Mendoza es muy valiosa. Es un bien que tenemos que cuidar entre todos. De allí para abajo entran todas las demás discusiones Hay que alcanzar el consenso social, la seguridad, la verificación, los controles, la posibilidad de que las poblaciones se vean efectivamente ayudadas. Y muchas de estas cosas están en discusión. Por eso decimos: “Minería no es sí o no, sino minería para el bien común“.
-¿Se lo ha dicho al gobernador Alfredo Cornejo?
-Hemos tenido dos diálogos de mucha racionalidad, de mucha sinceridad. Él conocía nuestra posición, nosotros lo habíamos escuchado en reiteradas oportunidades. Pudimos también decir varias de las objeciones técnicas de nuestros especialistas, y fue un buen encuentro, creo, entre personas que valoran y aprecian en el otro la búsqueda de una mejora para su pueblo.
-¿Esto no significa que piensen lo mismo?
-Evidentemente no, somos dos personas distintas. Y en esto a mí me preocupa mucho poder como sociedad cumplir estos criterios: la licencia social, de la utilización de los recursos naturales de una manera racional, segura, y los estudios técnicos. Considerar estudios que últimamente algunas organizaciones nos han llamado la atención. Quizás con prudencia, el CONICET dice: “Han cambiado ciertas situaciones y los estudios han quedado viejos. Actualicen los estudios“. Y esto supone un poquito más de tiempo, sacarnos dudas y que la gente se quede tranquila. El agua de las generaciones futuras, el aire de las generaciones futuras no tienen precio.
-¿Qué diría Jesús se hubiese vivido en nuestros tiempos?
– Jesús hoy nos pediría: revisen los vínculos, generen redes, anímense a confiar en los otros, dejen de lado otros intereses y abóquense a crecer juntos, unos y otros. Jesús desnudaría el suicidio al que nos llevan esas polarizaciones que son tan injustas muchas veces y que dejan a tanta gente fuera. Estamos yendo también hacia un país, hacia un mundo, que profundiza su desigualdad.
-¿Los ricos no entrarán al Reino de los Cielos, entonces?
-Jesús dijo: “Es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja que un rico entrar al Reino de los Cielos”. La aguja era una de las puertas de Jerusalén. Los apóstoles enseguida le preguntan: “¿Entonces, quién se salva?”. Y Jesús despliega una serie de expresiones sobre lo que significa ser rico y ser pobre a los ojos de Dios.
-A ver, explíquenos usted.
-La riqueza a la que Jesús se refiere es cuando uno se sienta sobre sus bienes y piensa que eso es lo único que hay en la vida, o cuando se sienta sobre los bienes y es egoísta, y no es capaz de compartir. O cuando piensa que cada persona tiene un precio y entonces se trata de comprar voluntades o de someter personas.
-Como pastor, ¿por dónde rondará su mensaje navideño? ¿Ya lo está preparando?
-La Navidad para nosotros es un tiempo de esperanza. Mi mensaje para la feligresía será un aliento a seguir trabajando para que la gente, conociendo a Dios, lo ame. Y amándolo, sea solidaria y sea capaz de hacer un mundo nuevo.
-¿Cómo imagina el 2026?
-Lo veo como un tiempo de confrontación de algunas propuestas generales sobre este modelo económico. Con objeciones que esperemos sean objetivas y contundentes, y que puedan llamar a una tercera posición, a encontrar entre lo que se propone y lo que se opone una síntesis superadora con la gente adentro. De otra manera, las economías terminan siendo armas o instrumentos para excluir.
Leé más notas de La Opinión Austral
Compartir esta noticia

