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Por Hugo Ferrer

La tinta y la máquina de escribir, esencia del periodismo mundial.

Sábado 29 de julio de 2023. Fue el día que el diario Crónica cumplió 60 años. En la edición del domingo 30 escribí una columna: Sesenta años y un día: Crónica del último cierre.

El portón del taller se abre y se cierra. Riguroso control. Algunos aceleran, humo, otros están estacionados en la “playa”; carritos que van y vienen; en los palets, paquetes armados con diarios y revistas. Se huele a tinta. Se huele periodismo. El taller también es eso. Todos protagonistas de un hecho para recordar: ver cómo se imprime el diario “Crónica” de los 60 años.

Matías Kaplan y Josué Tobares con la edición de Crónica recién impresa. El aroma del olor a tinta sigue impregnado.

Fuimos a ser testigos de eso, junto al jefe de redacción, Matías Kaplan; el director de arte, Antonio Ortiz, y el gerente de circulación y director comercial, Josué Tobares.

Bobinas, tinta, planchas, CTP, operarios que corren, suben y bajan escaleras impregnadas en pasión. Las rotativas están a punto. Noche única e histórica. Empiezan a salir los primeros ejemplares. Las hojas en blanco, se van “manchando” de “Crónica”.

Mientras corren por la cinta, los operarios eligen al azar y van controlando su calidad. Más tinta, reforzar más el azul, más el rojo. En uno de los tableros de control, la precisión y la operación van de la mano. Se avanza. Más control. El ruido de las rotativas “es música para mis oídos”. ¿Cómo explicar ese sonido maravilloso del arranque, cuando “toma velocidad” y cuando frena? Todo ese proceso también es el cierre de un diario. No termina cuando se mandan las páginas al taller. Ahí, es dónde empieza todo, de alguna manera.

El perfume a tinta invade el salón. Diría que es motivador. Quizás sólo los que alguna vez hemos y han estado en un taller o vivido esta experiencia entenderán lo que significa. Cada empleado tiene su rol y es clave.

Jueves 12 de diciembre de 2024.

Hotel Sheraton. Cena Anual de Adepa. Después del discurso de su presidente Martín Etchevers, hubo tres reconocimientos: a Graciela Fernández Meijide, al empresario Marcos Bulgheroni y a Natalio Botana (periodista, politólogo e historiador), quien con sus 87 años dio un brillante y emotivo discurso. Reivindicó el rol del periodismo y recordó dos instancias clave de la profesión y de su producción: la tinta, la redacción y la máquina de escribir. “Les cuento un recuerdo, un aroma que aún todavía me impregna. Allá por el año 1942, 1943, entré en un edificio de un gran diario argentino. Quedó grabado en mi sensibilidad un aroma Y no se ha perdido todavía. Un ambiente impregnado de tinta, como si la tinta que impregnaba el diario ascendiera del subsuelo. Otro que ha grabado en mi conciencia es un estrépito hoy perdido, el estrépito de una antigua redacción de muchos periodistas tecleando la máquina de escribir, como si la sociedad vibrara en esa redacción. Es curioso, ¿no? Pasan los años, pero parecería como que en este ambiente de periodismo flotara todavía ese aroma”.

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Natalio Botana recordó cómo aún tiene impregnado el aroma de la tinta. Y puso en valor el periodismo. “Sigue andando, sigue de pie”. FOTO: RUBÉN PAREDES.

Ese relato en plena cena en el Salón Libertador me llevó a aquel cierre especial de Crónica, como lo son cada día en los talleres del mundo donde se imprimen los diarios.

“Los diarios hicieron a la Argentina”

Y Botana fue por más. Su apellido destila periodismo y pasión. Así, recordó cuando recorría el país para dar conferencias en localidades que no eran ciudades. “Alguna vez fueron pueblos. Pueblos creados por una estación de ferrocarril que recibía el telégrafo y que, como quería Sarmiento, tenían una escuela pública en la plaza principal. Lo que siempre me conmovió, recorriendo esos pueblos, es que en ellos había un diario. Un diario local. Ese mundo tan sanmartino: el diario, la escuela, el medio de transporte, el telégrafo. Hoy diríamos todo contenido en un pequeño, muy pequeño teléfono celular. Son los diarios los que hicieron la Argentina también. Hicieron la Argentina porque los grandes de la tradición liberal de la Argentina, me estoy refiriendo a Bartolomé Mitre, a Domingo Faustino Sarmiento, eran también periodistas.”

Botana abrió sus sentimientos y su corazón por sobre la razón, tal como lo definió. “El periodismo sigue haciendo lo suyo en circunstancias mundiales en que vivimos una mutación civilizatoria”.

La historiadora Camila Perochena, Natalio Botana y Gabriel Matijas, de Adepa. FOTO: RUBÉN PAREDES.

Y se atrevió a una “paráfrasis”. Fue claro, preciso: “Ahí se escuchan gritos, agresiones, insultos. Un viejo caballero andante diría, señal que caminamos. El periodismo sigue caminando y sigue caminando porque está de pie, bien plantado, haciendo su oficio. Que siga pués adelante, que siga caminando y que todos, gracias al periodismo, logremos que esa madre de las libertades, que es la libertad de prensa, fructifique y siga defendiendo las grandes libertades de la República.”

Después de la cena, me acerqué a su mesa. Pude hablar con él. Tenía el premio en sus manos. Seguía emocionado. De pie. Estaba acompañado por la historiadora Camila Perochena. Le comenté lo que me había pasado también con la tinta. “Aún ahora, y después del premio, sigue impregnada en mí”, me dijo.

La tapa de Crónica cuando cumplió 60 años. Siempre vigente.

El aroma de la tinta, único e inolvidable, como el “clack, clack” de las máquinas de escribir.

Mientras, sigue viva, eterna, la llama de la pasión por el periodismo.

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