“‘La Anita’ de los Menéndez Behety quedó allí con su hermoso nombre y la trágica sombra de los fusilados el 7 de diciembre de 1921. Casi todos los muertos fueron chilenos, dos o tres argentinos, dos alemanes y un puñado de españoles. Fueron muertos allí, frente al paraíso, al paisaje más hermoso de la tierra”.

Osvaldo Bayer, La Patagonia Rebelde.

Estaba de turno en el hospital y cuando llego, me encuentro con este señor que me dice que es periodista, que es argentino, está investigando y que mi papá fue el secretario general de la FORA. La verdad es que no le creí mucho al principio, me costaba creer que una cosa tan importante mi padre no la hubiera compartido. Mi mamá dice que tampoco sabía, yo creo que sí, pero que nunca quiso decirlo”, recuerda Isabel Soto desde Punta Arenas, Chile, a La Opinión Austral.

RECLAMO OBRERO. Un grupo de peones detenidos en “La Anita”.

Cuando la masacre de obreros rurales que peleaban por condiciones dignas de trabajo se desató en la Patagonia, unos se quedaron y otros huyeron. Entre los que lograron cruzar la frontera estuvo Antonio “Gallego” Soto, quien lideraba los reclamos en la zona sur del territorio, mientras que en el norte estaba José Font, “Facón Grande”, que fue fusilado en Jaramillo.

“Al segundo día que hablé con Bayer le tuve que creer, quise que me siguiera contando para conocer más a mi papá. De ahí en adelante, nunca más perdimos el contacto”, cuenta la hija del “Gallego”, quien en aquel entonces tenía 22 años.

Los papás y la política

Sobre el silencio de su padre, Isabel piensa que “trataba de cuidar a su familia, por años se sintió perseguido, creo que por eso dejó a su otra familia en el norte”.

A Soto lo recuerda como un papá “tremendamente cariñoso y bondadoso. Siempre me dio alas para participar en los centros de alumnas y luego en el sindicalismo. Fue un papá muy presente”.

Con el paso del tiempo, su imagen cambió. “Mi percepción (de su figura) ha ido creciendo al saber que era un gran hombre. Voy a estar agradecida toda la vida con Osvaldo Bayer porque él me dio mi propia historia, mi propia familia, gracias a él supe que había estado casado antes, que tenía otra familia y que yo tenía hermanos“.

FUSILADOS. Cenotafio en El Calafate que recuerda a las víctimas.

Desde Italia, Ana, hija de Osvaldo Bayer, reconoce a LOA que su percepción sobre su padre “en cada edad fue diferente”. En su niñez, fue su madre la que se ocupó de la crianza, mientras corregía los textos del historiador.

Voy a estar agradecida toda la vida con Osvaldo Bayer

Recuerda especialmente la visita al sur cuando se rodó la película. “Fue muy lindo e interesante, una aventura. Lo vivimos mucho más de cerca a mi papá. De ahí me llevaron al exilio, a los 15 años todavía no entendía bien cómo venía la mano“.

La política que atravesaba la vida de estos hombres, que afectaría el rumbo de sus proyectos personales y familiares obligándolos al exilio, fue abordada de diferente forma en cada hogar.

En casa de Ana, dice, “nunca se hablaba de política. Nos tenían más bien ajenos a esa problemáticas, pero de un momento al otro fuimos al exilio”. A la fuerza, la rutina se modificó y fue conociendo a su padre como “más compinche, lo empezamos a entender más”.

Por otra parte, en lo de los Soto “mi papá siempre hablaba de política. No tenía empacho, nunca dijo abiertamente de qué partido era, pero con los años fui recapitulando que las personas que iban al restaurante eran socialistas y comunistas. No recuerdo anarquistas, tal vez no había o no se hacían presentes”, señala Isabel.

Legados

El sur marcó a la familia Bayer. “Él quería muchísimo a la Patagonia, es lo que más le marcó la vida, fueron ocho años de investigación. Por su libro nos tuvimos que ir, él lo sintió como una gran injusticia”, marca Ana.

Las huelgas se metían hasta en los sueños del escritor. “Cuando dormía y hablaba en voz alta, siempre estaba metido en una huelga, se peleaba con todos, gritaba. Con mi mamá nos reíamos mucho, él se sentía un huelguista más”, recuerda su hija.

La Patagonia le cambió la vida, por su libro nos tuvimos que ir

El 11 de mayo de 1963, en Punta Arenas, falleció “Gallego” Soto y el 24 de diciembre de 2018, en Buenos Aires, pereció Osvaldo Bayer. Sus acciones marcaron el destino de sus vidas y las de sus familias, dejando además huellas en la historia argentina.

Pasaron 100 años y aún queda mucho por delante. Isabel anhela “que se puedan identificar algunos de los restos que están en La Anita. Que la gente conozca la historia y por qué luchaban nuestros padres, que sepan que se jugaban la vida, ¿cuántas mujeres habrán quedado esperando que regresen sus maridos sin saber qué pasó?”.

FLAMEA. La bandera anarquista en la tumba del obrero Zacarías Gracián en Río Gallegos. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

Sostiene además que “es la juventud la que tiene que seguir con la misión, que se transmita con toda la intensidad con la que se está haciendo ahora por el centenario. Ojalá que todos los 7 de diciembre sean con el mismo fervor. Que se haga un reconocimiento a todos esos hombres que murieron allí y a esas mujeres valientes que también tuvieron parte en la lucha, como fueron ‘las putas de San Julián’”.

Para Ana, “se necesita más investigación, pero sobre todo recuperar las fosas y crear un museo donde esté todo el material, la historia de la Patagonia tiene que estar presente“.

“Leer la obra de Osvaldo es fundamental, analizarla en las escuelas, estudiarla bien. Como decía mi papá, no es solamente leerlo, es llevarlo también a la acción. Destaco el gran trabajo que se hace en Santa Cruz, pero siempre hay que hacer más. Eso es lo que decía mi padre: ‘Hay que seguir, queda mucho por hacer’. La historia sirve para entender los mecanismos del poder, son siempre cosas que se repiten, no es que en aquel entonces era tan diferente a lo que está pasando ahora”, expone.

“Los huelguistas en ese paraíso dejaron su vida. Si todavía no han encontrado dónde están enterrados los huelguistas, uno se tiene que preguntar por qué todavía no se ha hecho. Quedan muchas preguntas”.

*FOTO: ZIPPO

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