En un posteo que realizó la Asociación Civil Libres de Bullying en la red social Facebook, un flyer indicaba algunas ideas sobre cómo acompañar a los hijos e hijas en sus clases virtuales.
“Quedate cerca para ayudarlos en cuestiones técnicas, dales tiempo para responder, permitiles dudar y bancá sus errores, no respondas por ellos ni les soples, contenelos si se angustian y validá sus emociones”, apuntaba la publicación que se viralizó con 6.900 publicaciones y 1.500 me gusta, tras remarcar “no juzgar ni criticar los espacios de cada uno”.
Consultada sobre el tema, María Zysman, psicopedagoga y fundadora de Libres de Bullying, enfatizó que una de las cosas que más rompió la pandemia “es la intimidad del vínculo entre el alumno y el docente en el aula”.
“Los padres y madres empezamos a ver a nuestros hijos en situaciones de alumnos y a los docentes enseñando, algo que antes estaba reservado a un espacio íntimo del aula, y eso despierta lo más primitivo”, apuntó.
Como ejemplo, la psicopedagoga mencionó cuestiones que se presentan en la clínica de consultas de padres, “pensamos que nuestro hijo no contesta porque no sabe o porque hay otro que contesta más rápido”.
“A lo mejor es un tema nuevo y no tiene idea de lo que plantea el docente, y eso pasa en la escuela, pero con la virtualidad queda al desnudo, o pensamos que la maestra explica mal o nuestro hijo es un burro”, detalló la especialista en Autismo y en Déficit de Atención y Dificultades del Aprendizaje de Favaloro.
La educación virtual generó nuevos lugares, según Zysman, quien afirma: “Si el chico o chica no sabe, no sabe y los padres deben acompañar”.
“Veo dificultades de padres y madres para tolerar la espera al ver a sus hijos en situación de alumnos, no pueden encontrar un tono más suave o evitar imponerse en el Zoom, porque parece que somos panelistas de televisión”, comentó.
Sin desconocer el agotamiento, hastío y hartazgo que estamos atravesando como consecuencia de la pandemia, lo que genera cambios de ánimo, de disponibilidad y predisposición, Zysman sostuvo que “se corrieron los tiempos de espera y se pretende un resultado permanente; sin embargo, educar y aprender lleva un proceso que nadie sabe, se va construyendo”.
Al respecto, la especialista aconsejó “hacer un trabajo firme desde la familia y organizar las rutinas, elegir un momento para estudiar y concentrarse en hacerlo, preguntarles qué cosas no entienden para poder trabajarlas después”.
Sin descontar el hecho de que “todos perdemos en esta pandemia”, y faltan recreos, juegos con pares, la humanidad de los maestros en el cara a cara, Zysman recomienda a madres de sus pacientes que “prueben trabajar la autonomía más allá del tiempo escolar, que el chico pruebe, se equivoque, darles responsabilidades de la casa, como colgar la ropa, ordenar, lavar algo”.
En pos de cumplir con los resultados escolares, muchos de sus pacientes adolescentes le confesaron que “pagan a empresas para que les realicen los miles de trabajos prácticos o se los hacen sus padres”.
“Docentes y familias tenemos que recalcular y ver qué sí se puede hacer y qué no”, dijo, y afirmó: “El mundo está pasando por una pandemia y no se puede pretender que los chicos rindan de la misma forma con todos los contenidos, es impensable”.
A su vez, Zysman remarcó que algo que puede aliviar y modificar mucho la actitud y empatía de los niños, niñas y adolescentes, es recordarles que este tiempo “es transitorio”, “decirles `por ahora, es así`”, “mientras esto dure haremos las cosas de esta forma, luego podremos hacerlo de otra”.
La doctora en Educación, Melina Furman, coincidió en varios aspectos con Zysman, como trabajar la autonomía y compartir momentos juntos y señaló que según un informe realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación, la vuelta a clases del 2021 “tiene una gran mayoría de alumnos que resuelven las tareas en sus casas y no tienen clases sincrónicas”.
Leé más notas de La Opinión Zona Norte
Compartir esta noticia
Dejanos tu comentario