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Por Jorge Cicuttin
Apenas unas horas después de que se conociera el alarmante dato de la disparada de la inflación en marzo -3,7%, cuando las previsiones del gobierno el año pasado es que a esta altura debía estar cerca del 1%-, y que el Banco Central tuviera que vender unos 400 millones de dólares, el Gobierno nacional festejó.
Al menos eso hizo públicamente.
Hubo un extenso mensaje de las autoridades económicas y una cadena nacional para mostrar la emoción y el agradecimiento al Fondo Monetario por un nuevo acuerdo que permitía “salir del cepo para siempre”.
A la emoción casi hasta las lágrimas del ministro Luis “Toto” Caputo y el agradecimiento de Javier Milei a la titular del FMI al anunciar la salida del cepo cambiario, se sumaron los mensajes exultantes de algunos ministros. El titular de Desregulación, Federico Sturzenegger lo comparó con la caída del Muro de Berlín, mientras que la ministra de Seguridad Nacional, Patricia Bullrich, comparó la reacción de los funcionarios al festejo del “último penal de Montiel en el Mundial”.
Pero hay otras miradas que se alejan del emocionante relato oficial. La mayoría reconoce que lo ocurrido el viernes mostró el fracaso del programa económico del gobierno. Este se basaba en bajar la inflación con un ancla cambiaria controlando una tasa de interés positiva respecto de la devaluación del dólar.
Pero este 2025 mostró una inflación el alza pese al duro ajuste y una alarmante falta de dólares. Así, el Gobierno no tuvo otra alternativa más que ceder a los pedidos del FMI para abrir los controles cambiarios. Durante las últimas cuatro semanas se llegaron a perder cerca de 2500 millones de dólares por intervenciones en el mercado de cambios y la presión por la expectativa de devaluación se volvió insostenible. Se generó un país carísimo y no competitivo en materia de dólar.
Este lunes se esperará con gran expectativa la apertura de los mercados. ¿A cuánto se irá el dólar? ¿Habrá fuerte remarcación de precios en las góndolas? ¿El “campo” empezará a liquidar? Cómo sigue esto es la gran pregunta.
El oficialismo se muestra optimista mientras se niega a mencionar la palabra maldita: devaluación.
Así lo explica Guillermo Francos: “Puede pasar o no que (el dólar) llegue a la banda superior de $1.400, pero si esto ocurre, seguramente al día siguiente estará a $1.200 y luego a $1.100, lo que demuestra que hay estabilidad en el mercado cambiario”, dijo. Además, destacó que el acuerdo con el FMI garantiza que hay suficientes reservas para mantener la calma en el mercado.
Haciendo un promedio de lo que esperan los analistas, se estima que el mercado va a aceptar estas nuevas reglas del juego de entrada y el dólar no se va a acercar al techo de la banda. De todas maneras, si se va a $1.250 o $1.300 ya es una devaluación de un 20%. Y la historia del país muestra que esto se va a precios. Con una inflación de 3,7% en marzo.
Se vienen dos meses, por lo menos, de inflación alta. Abril y mayo pueden superar el 4%.
Aún asumiendo este costo, en el Gobierno creen que ya para agosto o septiembre la inflación volverá a estar dominada. Justo un mes antes de las elecciones nacionales.
Por último, los economistas previeron una aceleración de la inflación en los primeros meses de la implementación del nuevo régimen, como consecuencia de la nueva paridad que surja a partir de este lunes.
Luego de un 3,7% “muy alto” en marzo, esperan para abril “por lo menos un 4% con estas medidas. Y con un dólar único en torno a $1.300, tenemos como mínimo cuatro meses con una inflación en torno a ese porcentaje”.
Esta suba inflacionaria por unos meses -en el mejor de los casos-, lleva a un daño colateral que el oficialismo no quiere mencionar: el de los salarios.
¿Qué pasará con los acuerdos salariales? Esas paritarias a las que el gobierno les puso un techo y que fueron cerradas con aumento del 1%, cuando la inflación seguirá por arriba del 3%. ¿Se abren conflictos? La Confederación General del Trabajo se vio obligada a movilizarse y a concretar un paro nacional por la presión que llegaba desde las bases. ¿Cómo reaccionarán ahora que se ven obligados a sentarse otra vez con los empresarios y rediscutir los acuerdos salariales?
El alza inflacionaria puede recalentar la calle, la conflictividad social.
El Gobierno pegó un volantazo en su política económica. Otro más. Milei llegó prometiendo dolarización y el fin del “excremento” del peso. Luego pasó a mantener el cepo y apostar al “superpeso”. Ahora se vio obligado a devaluar y a reconocer una inflación en alza.
¿Cómo sigue? La gran pregunta cuya respuesta se verá día a día.
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