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Difícil y complicado compromiso para Hispano Americano, que viene incluso de una derrota frente a Gimnasia y Esgrima La Plata el pasado domingo en el Eva Perón, con un final que a todas luces podría haber tenido otra historia si las cosas se hubieran dado de otra manera.
El compromiso es con el único puntero, Lanús, quien viene de derrotar en la misma fecha a su gran rival Racing de Avellaneda por 75 a 70 en un clásico duelo de líderes locales que terminó con los del granate quedándose con una victoria que los posicionó en el primer lugar, solitarios y felices.
Por su parte, el resultado de Hispano frente a Gimnasia dejó que pensar, sencillamente porque desde un principio era un partido “ganable” ante un rival que, si bien cuenta con buen ritmo, se le presentó dura batalla como estaba previsto, pero no alcanzó, principalmente por dos errores sobre el final que cambiaron el panorama.
El partido estaba empatado en 70 y faltaba muy pero muy poco, los celestes tenían la pelota y sacaban en un lateral en campo de los platenses, y pareciera cosa del destino, pero no pudieron desmarcarse lo suficiente como para hacer un traslado acorde con la pretensión y casi perdieron la pelota, algo que es difícil de digerir en esas circunstancias, más allá del arbitraje que dejó bastante que desear.
Pareciera como que falta a veces la concentración necesaria, pareciera que el noviazgo que a veces aparece pintado entre el brasileño Gusmao y Gorrosterrazu dura muy poco y luego se diluye, porque cuando funciona es efectivo, pero es “de a ratos”, y todo termina en pérdidas que por supuesto representan puntos en contra en el corto plazo. O cuando Solís queda atrapado por la marca y el pase es demasiado forzado, esto se traduce otra vez en errores.
Visto desde afuera, da la impresión que nadie comanda, que cada uno hace lo que puede y cuando las individualidades están en su noche, funcionan, como cuando Machuca suma y suma, pero el domingo no fue así y entonces se resta y todo se complica. Pero cuando las individualidades no funcionan, se enredan y quedan atrapados en la marca, donde incluso no hay un pivote claro que se “postee” debajo del aro, y esto es otro espacio librado al azar.
Desde ya que este concepto no es derrotista, sino más bien clarificador para tratar de explicar lo que pasa con un equipo algo corto como el celeste, que a veces luce y otras noches desluce, y esto da como consecuencia resultados como el del domingo, donde Amendolara, Pelorosso y Lancieri, apoyados por los físicos rotundos de Sinconi y Barroso, pudieron más que el esfuerzo de los dueños de casa.
Tampoco fue sorpresa lo del americano Prince, porque sabíamos quién era y realmente mostró una movilidad y una velocidad notable al momento de definir, y en algunas oportunidades se transformó en imparable. Pero era parte de una realidad que ya se conocía, y los antecedentes fueron claros. La gente de Fabián Renda se llevó un resultado que pudo haber sido distinto.
Ahora viene Lanús, y habrá que lidiar contra Moreno, Sebastián Chaine, Franchino, Alonso y el resto, lo que no será fácil ni mucho menos. Los celestes deberán esforzarse mucho frente al líder, que está 8-2 en la tabla, lo que no es poca cosa, por lo que estaremos este miércoles en el Eva Perón, a la espera de un mejoramiento del ritmo celeste, sin muchas pretensiones.
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