Jorge Ignacio García Cuerva, de 55 años, quien fue obispo titular de Lacubaza y auxiliar de Lomas de Zamora en 2017 y diocesano de Río Gallegos, elegido el pasado 26 de mayo por el papa Francisco para ser arzobispo de Buenos Aires, inició este sábado su misión pastoral diciendo que sueña “con una Iglesia arquidiocesana y una ciudad con lugar para todos”.

Hace una semana, García Cuerva inauguraba la anhelada iglesia San Benito y se despedía de la capital santacruceña y días después, con “sensaciones encontradas”, dejaba la ciudad. Este sábado llegó a plaza de Mayo, acompañado por el administrador apostólico, Mario Poli, y el nuncio apostólico, monseñor Adamczyk Miroslaw.

Al ingresar a una Catedral colmada, recibió un crucifijo para besar, la llave de la Catedral y un aspersorio para bendecir el lugar, donde posteriormente celebró la misa de asunción en la que se convirtió en el 27° obispo de Buenos Aires y 13° arzobispo, ya que Buenos Aires fue creada como diócesis en 1620 y elevada a arquidiócesis en 1865. Además, es el octavo primado de la República Argentina.

“Creo firmemente y profeso todas y cada una de las verdades contenidas en el símbolo de la fe”, expresó solemne y de rodillas ante el santísimo sacramento del altar, García Cuerva en el inicio de la procesión de fe. Luego, realizó el juramento canónico ante el nuncio apostólico que representa al Papa.

Procesión de fe del arzobispo. Foto: Arzobispado de Buenos Aires

Tras el saludo a la Virgen María, todos los sacerdotes y obispos salieron en procesión a la plaza de Mayo para dar comienzo a la primera misa de García Cuerva como arzobispo de Buenos Aires, donde aguardaban cientos de personas.

Participaron de la ceremonia el presidente Alberto Fernández, el canciller Santiago Cafiero, la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; y los secretarios de Culto de la ciudad, Federico Pugliese, y de la Nación, Guillermo Oliveri.

Utilizando el palio, García Cuerva presidió su primera misa como arzobispo

No estuvo el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien se encuentra con actividades de campaña, pero sí el ministro de Gobierno y precandidato a sucederlo, Jorge Macri; el jefe de Gabinete porteño Felipe Miguel y la ministra de Educación de la ciudad, Soledad Acuña.

También estuvieron la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, y representantes de distintas confesiones religiosas.

“No pierdas la sonrisa”

El director diocesano de Cáritas, Juan Chili Obando tuvo la oportunidad de compartir unas palabras de despedida y bienvenida, en representación de la Diócesis de Río Gallegos.

“Estamos entre la alegría de verte en una nueva posición y la emoción que brota, en nuestro caso, de la despedida. Son sentimientos intensos, no sólo porque son de mi corazón, sino también del de muchas personas“, expresó el más joven de los directores de Cáritas del país, quien además encontró en monseñor a un amigo y consejero.

“Nos enseñaste que la eucaristía para que sea verdadera comida tiene que tener sabor a comunidad, tiene que incluir a todos, nadie tiene que quedar fuera de la mesa“, destacó en otra parte de su alocución.

Obando recordó que “a principios de este año, nos desafiaste a tener más compromiso, un compromiso que no se traduce simplemente en aplaudir a nuestro papa Francisco, sino que es más inventivamás valor y más trabajo“.

“Querido hermano, no pierdas la paz y esa sonrisa que tanto amamos, caminad con la misma tranquilidad que los que estamos a tu lado, porque sabemos quién sos“, manifestó mientras monseñor esbozaba una sonrisa y asentía conteniendo la emoción.

El saludo del arzobispo, tras un sentido abrazo por las palabras de Juan Obando.

“Avanzad con la certeza que Dios es más grande. La Patagonia profunda, esa que supiste pastorearcaminar y querer, va a rezar siempre por vos“, señaló y cerrando, le adelantó a monseñor que tendrá muchas visitas desde el sur, que se comprometen a encontrar al dueño del perro rengo del barrio Evita que, desde que se fue, quiere morderlos desde hace cuatro años“, señaló cómplice, y por último instó a “descubrir desde dónde nace el viento para que construyamos un muro y no sople tanto”.

Las palabras de Obando emocionaron a García Cuerva, quien se levantó del asiento para darle un fuerte abrazo.

Seguidamente, se exhibió y leyó la bula papal del nombramiento y García Cuerva tomó posesión de la cátedra, sede fija del obispo en la iglesia madre en la Diócesis, símbolo de la autoridad y de la enseñanza evangélica.

García Cuerva tomó posesión de la cátedra, la sede fija del obispo en el asiento madre de la diócesis. Foto: Eliana Obregón/Télam

A continuación, el nuncio apostólico le entregó el palio arzobispal, el cual le fue bendecido y entregado por el Papa días atrás en Roma, emblema de la dignidad y oficio pastoral del arzobispo que simboliza “la oveja que va sobre los hombros del buen pastor”. El palio fue adornado con clavos, simbolizando con los que Jesús fue suspendido en la cruz.

El cardenal Mario Poli le dirigió unas palabras a su sucesor en el Arzobispado y citando a monseñor Maletti, expresó: “Te deseamos lo que Dios quiere, porque no hay nada mejor que lo que Dios quiere para cada uno de nosotros, que seas muy feliz y mucho más”.

Tras la lectura del Evangelio, en su primera homilía, el arzobispo manifestó: “Hoy estamos llamados a reconocer que, entre nosotroshay personas, familias, amigos que están sufriendo; que se sienten lastimadas en su esperanza: las familias que siguen llorando a los más de 16.000 fallecidos por Covid en la ciudad; los ancianos abandonados o dejados de lado; quienes sufren adicciones, violencia en todas sus formas, angustia y pánico; quienes viven en situación de calle o en viviendas precarias, o tantos y tantas que, desvelados, hacen malabares buscando llegar a fin de mes“.

“No podernos seguir alimentando la fragmentación”, manifestó García Cuerva

También se refirió a aquellos que “ya no tienen ganas de seguirparalizados en sus sueños, golpeados por una realidad económica y social que duele y que congela el alma”, y pidió: “Hacernos cargo, no mirar para otro lado, porque como dijo el papa Benedicto XIel amor al prójimo también es un camino para encontrar a Dios y cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios“.

“El Evangelio nos regala un canto aún más esperanzador: nadie puede cargar solo al paralítico, nadie tiene sólo las respuestas; es necesario aprender a encontrarnos y reconocer que somos una comunidad“, expresó García Cuerva y agregó que “no podernos darnos el lujo de la fragmentación en lugar de la esperanza”.

“No le tengamos miedo al futuro, que el chiquitaje no nos gane, y no nos consolemos con vuelos rastreros. Volemos alto y soñemos en grande“, completó.

En la presentación de las ofrendas, fueron sus padres quienes las acercaron para entregárselas.

Llamado del papa

Ya en el cierre de la misa, el arzobispo contó que recibió el llamado del papa Francisco.

“Me llamó por teléfono a la mañana y me dijo que les diga que les mandaba un gran saludo a todos. Gracias por su cariño paternal y su confianza, gracias por sus consejos, en los días más difíciles, me llamaba y me decía: ‘Dios es más grande, no pierdas la paz y no pierdas el buen humor’”.

“Gracias Francisco por animarnos a soñar en grade, por proponernos ser una iglesia en salida, que primerea, que se involucra y que acompaña, una iglesia pobre para los pobres”, agregó.

Asimismo, sumó: “Gracias a los que en distintos momentos de la vida cargaron mi camilla y no me dejaron tirado ni me juzgaron por mis parálisis del corazón. A mi familia, a mis padres, a mis hermanos, a mis cuñados, a mis sobrinos y a mis abuelos por transmitirme la fe”.

Casi finalizando, compartió una anécdota familiar: “Hoy sería el cumpleaños de mi abuela paterna, como siempre ella venía a las celebraciones de esta catedral y soñaba con vivir bien cerca de Plaza de Mayo, cumplió un poco el sueño en el nieto”.

Por último, pidió “no dejen que me traicione; que como dice Francisco, no me comporte como un príncipe de la Iglesia, porque lo estaría traicionando a Dios, que me confía esta misión“.

El obispo auxiliar, Fabián González Balsa, la hermana Stela Torres y los sacerdotes Daniel Ferrari y Fabián Gili de la Diócesis tuvieron la oportunidad de asistir a la ceremonia. En diálogo con La Opinión Austral, Ferrari manifestó: “Fue una ceremonia hermosa. Estamos felices por haber acompañado a Jorge en un día tan especial para él, su familia y la Iglesia“.

Una vez concluida la misa, el arzobispo salió a saludar a la plaza, recibió abrazos y se tomó fotos en un día histórico, en el que comienza a afrontar un nuevo desafío en el camino de Dios.

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