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Hoy en el mundo existen oportunidades significativas para el desarrollo petrolero de Argentina. La transición energética a la que el mundo debe encaminarse con fuerza debido al cambio climático imperante, sumado al impacto en el mercado que causó la guerra en Ucrania (que no termina), más el conflicto actual Israel-Hamás que podría tener efectos en el corto plazo si se avizora una prolongación, tienen su correlato en la demanda de los hidrocarburos y se transforman en ventanas para el país. Pero no son las únicas.

Los riesgos a nueva escalada de precios del gas y el petróleo en el mundo,  tensiona un escenario con problemas apremiantes como la pobreza, la desigualdad y el cambio climático, pero a su vez podría favorecer el crecimiento de la industria petrolera argentina, a partir de valores incentiven las inversiones necesarias.

Pandemia mediante el mundo atravesó un duro proceso de enfriamiento global de su economía. Y aunque la reactivación de los grandes gigantes comenzó a darse, todavía se experimenta uno de los períodos con menor crecimiento de los últimos cien años. Fenómenos como la inflación y precios de la energía, tensionan los sistemas políticos y sociales de la mayoría de los países y la Argentina no es la excepción.

Hasta 2030 se proyecta un sendero de alta demanda de petróleo en el mundo.

Para muchos, se está gestando una nueva geopolítica global y dónde se ubicará nuestro país no será menor. Y podría convertirse en un jugador estratégica, a partir de los recursos que posee y que hoy demanda el mundo.

Si Argentina sabe aprovechar las ventanas, podría dejar de ser un país con petróleo para transformarse, definitivamente en un país petrolero.

Cambio Climático

La Conferencia de las Partes (COP28), finaliza este jueves, su cumbre anual de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que comenzara el pasado 30 de noviembre, en los Emiratos Árabes Unidos. El hecho de que se haga en el séptimo país petrolero del mundo se enlaza en la necesidad de unificar visiones e intereses que hoy son contrapuestos, sobre los combustibles fósiles y las energías renovables. Dos campos en los que Argentina tiene mucho para dar.

La cumbre de la COP28 en Emiratos Árabes Unidos puede ser determinante.

Pero aunque se esperan las conclusiones finales, las negociaciones durante esta semana estuvieron cargadas de tensión. Es que el objetivo es lograr un acuerdo en torno a la eliminación gradual del uso de combustibles fósiles que arrojan emisiones. Algo sobre lo que Arabia Saudí no comparte y que choca con lo que planea el propio anfitrión de la COP. Los Emiratos pretenden aumentar su producción de petróleo de 4 a 5 millones de barriles/día, para aprovechar el mercado antes de que los países, potencialmente, abandonen su uso. Esto iría a contramano, completamente, con lo que se debate en en el encuentro.

De todas formas, se trabaja para que en la clausura de la cumbre, se apruebe el Balance Global. Este evalúa el progreso del acuerdo climático de París en 2015 y lo que se debe hacer para evitar superar el límite de 1,5 grados Celsius de calentamiento mundial que podría significar, según los entendidos, en el punto de no retorno para el planeta.

Los acuerdos por el cambio climático y la transición energética son claves para el futuro.

Europa, algunos países de Latinoamérica y  otras pequeñas naciones están a favor de que se avance en la eliminación gradual de los combustibles fósiles, dijeron los negociadores. Argentina estaba en ese lote, aunque el cambio de rumbo, con un gobierno que no milita el cambio climático es incierto.

De todas maneras, hay firme esperanza de que se sigua en el camino de avanzar “en una eliminación justa y equitativa” que incluya a “todos los combustibles fósiles, sin excepciones ni distracciones”.

Una oportunidad

En la actualidad, el sector de petróleo y gas en la Argentina, es el segundo complejo exportador del país. Genera ventas al exterior por unos USD 9.000 millones. Además emplea a casi 70 mil personas, a lo largo y ancho del territorio.

El país posee la cuarta reserva global de petróleo no convencional en Vaca Muerta, un recurso que sigue presentando, a nivel mundial, una demanda muy alta aún, pese a los pasos (lentos pero constantes) que se están dando hacia la transición energética tanto al gas como a las energías renovables en estos últimos años.

Los buenos números de Vaca Muerta y el avance en la infraestructura de transporte, entusiasma al sector, viendo que se avanzar en mayor producción y por ende más exportaciones de crudo.

Vaca Muerta lidera hoy el desarrollo hidrocarburífero del país.

De hecho, de la mano del no convencional se convirtió en el país de América Latina donde más creció la producción petrolera en los últimos cuatro años. Un informe de la consultora Economía & Energía ubica a la Argentina liderando el ranking con una tasa anual acumulativa del 4,7% entre 2019 y 2022. En segundo lugar, se ubica Brasil con un 2,7% y le sigue México con un 2,6%.

Los otros tres países de la tabla presentan tasas decrecientes. Ecuador tuvo una caída del 3,3%, Colombia del 5,3% Venezuela del 7,1%. Vale aclarar que Guyana no forma parte de este ranking, de lo contrario, hubiera desplazado a la Argentina al segundo lugar a partir del boom de su producción offshore.

Estos números son al 31 de diciembre de 2022. Es decir que no considera el presente año, dónde el país tuvo un rendimiento superlativo con varios meses de producción récord gracias al shale oil. De hecho, al momento del ranking, el país producía 582.000 barriles diarios cuando en el acumulado de 2023 ya alcanza un promedio de 644.000 barriles/día.

Si se toma en cuenta lo que fue 2023 y las perspectivas para los próximos años, nuestro país no tardaría mucho en trepar a los puestos más altos de la lista de países en torno al nivel de producción actual, ranking que hoy lidera Brasil, seguido por México y Colombia (Argentina está en el 5to lugar). Es que la industria cree que es muy posible superar la marca del millón de barriles, sólo en el no convencional, hacia 2030.

Diferentes actores de la industria coinciden en que esto no es descabellado. Claro, hay ciertos aspectos a considerar:

Uno de ellos tiene que ver con las inversiones y el financiamiento: la explotación de recursos no convencionales requiere una Inversión significativa en infraestructura y tecnología. Las variables macroeconómicas pueden afectar la disponibilidad de financiamiento y la inversión que deben afrontar las petroleras en ese sentido.

Palermo Aike y el off shore frente a Mar del Plata, dos de las esperanzas futuras.

Los precios de los hidrocarburos también son determinantes. La rentabilidad de la producción en Vaca Muerta como de cualquier yacimiento convencional o no, está vinculada a los precios del petróleo y del gas en los mercados internacionales. Y en la Argentina, también depende de la política de “precios internos” que se establezca.

A ello se le suma la adquisición y aplicación de tecnologías avanzadas para la explotación de los recursos no convencionales, que están en una demanda tecnológica constante para la perforación y fracturación hidráulica y puede transformarse en un desafío.

Lo último, y no menor, porque está relacionado con el sendero de precios, el impacto que plantean las regulaciones estatales y los permisos ambientales en Vaca Muerta. Un cambio en su regulación puede tener un impacto significativo en la producción.

Esperanzas

Pero Vaca Muerta no es la única esperanza que sustenta como una posibilidad real, el sueño de la Argentina Petrolera. Los proyectos ya en exploración de Palermo Aike en Santa Cruz y el offshore de Mar del Plata, son potencialmente muy exitosos. A lo que se le suma la recuperación secundaria y terciaria de los yacimientos convencionales como los de la cuenca San Jorge y la cuenca Austral, con políticas que tiendan a maximizar su producción.

La apuesta al off shore en Mar del Plata y en Tierra del Fuego es firme.

Según el último Informe de la Agencia Internacional de Energía (EIA), se prevé un pico máximo de demanda (y declive de consumo, a partir de ahí) de petróleo en el mundo para 2030. Lo que los países acuerden en el marco del  Cambio Climático y la transición energética variará, o no, esa proyección. Pero mientras tanto, la Argentina tiene con qué soñar.

Las expectativas son muchas. Algunas más optimistas que otras. Así el presidente del Instituto Argentino de Gas y Petróleo (IAPG), ingeniero Ernesto López Anadón, estimó que para 2032 Argentina puede triplicar su nivel de producción de hidrocarburos hasta llegar a 1,5 millones de barriles de crudo al año. Lo dijo al inaugurar la Exposición Argentina Oil & Gas 2023, en la que La Opinión Austral estuvo presente.

Para López Anadón “con actividad acelerada, se puede llegar al triple de lo de hoy en 8 o 9 años” y si se logra, se estaría hablando de ingresos de entre USD 15 mil y USD 20 mil millones al año.

Con un excelente nivel de experiencia del recurso humano, reservas comprobadas y probables de calidad y una posición única para avanzar en proyectos de transición basados en los fósiles le abre una oportunidad excepcional para llegar, más temprano que tarde a ese “millón, millón y medio de barriles” que permitiría  transformar definitivamente a la Argentina en un país petrolero.

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