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En los estudios de LU12 AM680, la psicóloga Evangelina Gagna se sentó frente al micrófono para hablar de algo que cada vez se escucha más en conversaciones entre amigos, en redes sociales y, sobre todo, en los consultorios: la situationship. Esa palabra en inglés, que mezcla “situación” con “relación”, puso nombre a una experiencia muy conocida para muchas personas: estar “en algo” con alguien, pero sin saber bien qué.

La licenciada definió el concepto con claridad: “Es estar en algo sin poder definir bien qué es. No es una amistad pura, pero tampoco es una relación formal”, explicó. Ese terreno intermedio, sin acuerdos y sin rótulos, puede parecer cómodo al principio, pero trae un costo emocional alto. Para la profesional, “entramos en este limbo emocional que nos deja un poquito afuera porque, quieras o no, definir una relación te pone ciertos límites y tener en una relación límites es importante”.

Las conductoras del programa aportaron ejemplos cotidianos de ese “estamos pero no estamos”, con apariciones y desapariciones, mensajes que tardan en llegar y dificultades a la hora de presentar a esa persona ante el entorno. Evangelina retomó la idea y sumó conceptos que ya son parte del vocabulario afectivo contemporáneo: “Aparecen las apariciones y desapariciones, los celos intermitentes, el famoso ghosting, sintetizó.

Ansiedad, insomnio y la pregunta que duele: “¿Por qué no me elige?”

En su práctica clínica, Gagna ve a diario el impacto emocional de estas relaciones sin definición, especialmente en mujeres. “Mayormente se ve en las mujeres, porque esto genera mucha ansiedad: la incertidumbre de no poder ponernos en un lugar. Están a la espera de un mensaje que no llega o de estas apariciones y desapariciones sin explicación”, señaló.

Esa incertidumbre no se queda solo en el plano de las ideas. Para la psicóloga, se traduce en síntomas concretos: “Esto genera ansiedad, dificultad para dormir y también un poquito de empezar a preguntarse ‘¿qué me falta?’, ‘¿por qué no me elige?’”. La duda deja de estar puesta en el vínculo y se desplaza hacia la propia valía, alimentando inseguridades y comparaciones permanentes.

Detrás de muchas situationships, explicó, suelen encontrarse estilos de apego que se enganchan entre sí de manera casi perfecta, pero también dañina. “Por lo general estas relaciones se dan entre personas con un apego evitativo y un apego ansioso, donde hacen match perfecto”, describió. El resultado es conocido: quien evita el compromiso se corre, quien tiene apego ansioso se aferra y se pregunta todo el tiempo qué hizo mal.

“Migajeros”, redes sociales y fantasmas que se cruzan

En tiempos de redes sociales, historias, me gusta y fueguitos, el escenario se vuelve aún más complejo. Todo puede empezar con un simple like y derivar en una pseudo-relación sostenida en chats, encuentros esporádicos y la sensación de que siempre falta “algo más” que nunca termina de llegar.

Lejos de reducir el problema a una “falta de inteligencia emocional”, la licenciada propuso otra mirada: “No lo llamaría falta de inteligencia emocional, creo que se enganchan los fantasmas de cada uno, hay como un cruce de fantasmas”, planteó. En ese cruce, muchas personas terminan aceptando muy poco a cambio de sostener el vínculo.

La psicóloga recuperó un término muy comentado en redes: el “migajero”. “Si nos conformamos con este poquitito que nos da y con eso es suficiente hasta que llegue el indicado. Es el concepto de migajero, que está muy en auge”, explicó. Esas “migajas” pueden ser un mensaje cada tanto, un encuentro aislado o una demostración mínima de afecto que alcanza para mantener encendida la ilusión.

Ante ese escenario, Gagna invitó a correrse de la pasividad y mirar el vínculo de frente: “Volver a preguntarme si esta relación me sirve, si realmente es algo que quiero, que me hace bien o me está generando más angustia”, dijo. Y advirtió sobre la ausencia de proyecto que suele acompañar estas experiencias: “No hay un proyecto, no hay una construcción a futuro, no hay un sueño. Es ese parchecito que me alcanza con los problemas diarios o me está generando más ansiedad”.

La importancia de poner límites sin culpa

Uno de los ejes centrales de la charla fue el tema de los límites, no solo en las relaciones amorosas, sino en todos los vínculos. Para Gagna, se trata de uno de los motivos de consulta más frecuentes. “Creo que es uno de los temas más recurrentes en las sesiones: enseñarle al otro a poner límites, a no estar siempre disponible, a que no todo sea satisfacción del otro a costa mía”, afirmó.

La importancia de poner límites sin culpa.

Esa dificultad para decir que no aparece en el trabajo, en la familia, con amigos y parejas, muchas veces sostenida en mandatos y culpas. La psicóloga fue tajante: “No tengo que hacer nada, primero mi deber es conmigo. Si puedo ayudar y estoy en condiciones, ayudo y estoy presente, pero no la demanda constante sin límites, porque eso me vacía”, planteó.

Desde su experiencia, el cambio que se produce cuando una persona logra poner límites es profundo: “Poner límites es fundamental. Cuando el paciente aprende a poner límites, el cambio que se produce en la vida es impresionante, es como sacarse una mochila y sacarse piedras de la mochila”, graficó.

Parte del trabajo terapéutico, explicó, consiste en desmontar la idea de que marcar un límite es sinónimo de egoísmo o de cortar de raíz de manera abrupta. En muchos casos, se trata más bien de buscar otras formas posibles, de repartir responsabilidades, de enseñar al otro a hacer por sí mismo sin quedar atrapado en la culpa.

Aprender a estar solo para vincularse mejor

Otro de los puntos que subrayó Evangelina fue el valor de aprender a estar solo. En un contexto donde parece que el mandato es estar siempre acompañado, chateando o respondiendo notificaciones, la psicóloga reivindicó la soledad como espacio de construcción personal.

“Disfrutar la soledad no es alguien aislado. Es llegar a tu casa, ponerte tu música, hacerte tu comida, mirarte una película, leerte un libro, no estar necesitando que haya una notificación en el teléfono para volver a sonreír”, explicó.

Para ella, ese es el punto de partida para poder construir vínculos más sanos: “Es empezar por uno mismo y por poner límites: hasta dónde quiero llegar, qué quiero, qué permito y qué no”, remarcó. Lejos de proponer una vida sin afectos, Gagna habló de priorizar el deseo propio y no quedar atrapado en el deseo del otro.

Aprender a estar solo para vincularse mejor.

Terapia, un recurso cada vez más naturalizado

La entrevista también dejó espacio para pensar el lugar de la terapia en este contexto de vínculos cambiantes. Gagna notó que, en los últimos años, acudir a un espacio terapéutico dejó de ser un tabú para muchas personas. “Se ve como más natural, es necesario, es parte de la vida”, sostuvo.

La psicóloga utilizó una comparación simple para explicar por qué pedir ayuda emocional no debería ser motivo de vergüenza: “Si a uno le duele un hueso, va a un traumatólogo. Cuando duele el corazón o el alma, es ir y poner en palabras y buscar otras opciones”, dijo.

El objetivo de ese trabajo, aseguró, va mucho más allá de “apagar incendios” puntuales: “Es muy satisfactorio para mí poder ayudar a la gente y ver cómo van cambiando y eligiendo ser protagonistas de su vida. Eso para mí es lo fundamental de la terapia: que no me pase la vida por encima ni el viento me arrastre, más que en el sur”, expresó, uniendo clínica y territorio en una misma imagen.

Un podcast y una historia de viaje

Además de su trabajo en consultorio, Evangelina Gagna lleva adelante un podcast en Spotify. “El podcast se llama El viaje inesperado porque en principio era un poco para contar la vida misma, mi recorrido. Comencé con la idea de contar mi experiencia de cómo de Argentina emigré a Estambul ya siendo grande”, relató.

El primer episodio justamente abordó el tema de la situationship, y a partir de allí se sumaron otros contenidos. “Tiene que ver con las relaciones, con la vida y con el viaje inesperado que es la vida”, resumió. El proyecto funciona como una extensión de su consulta, pero en formato sonoro: pequeñas cápsulas que invitan a repensar cómo nos vinculamos con los demás y con nosotros mismos.

Gagna también recordó que atiende en la clínica San Benito, y en un consultorio privado además de estar presente en redes: “Estoy en Instagram como @lic.evangelina.gagna”, precisó.

Una invitación a poner en palabras lo que duele

La charla en LU12 AM680 dejó algo claro: las nuevas formas de vincularse no son solo una moda de redes sociales, sino un desafío concreto para la salud mental. Entre situationships, ghosting y vínculos sin nombre, el riesgo es perder de vista el propio deseo y terminar viviendo a la espera de un mensaje, un like o una señal que no llega.

Frente a ese escenario, el mensaje de Evangelina se apoyó en tres pilares: poner en palabras lo que se siente, aprender a estar solo y animarse a poner límites sin culpa. Preguntarse si el vínculo que tenemos nos hace bien, buscar ayuda cuando el dolor se vuelve demasiado pesado y dejar de conformarse con “migajas” aparecen como pasos posibles para salir del limbo emocional y recuperar el lugar de protagonistas en la propia vida.

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