Este Jueves Santo, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, presidió la Misa Crismal en la catedral metropolitana, donde consagró el Santo Crisma, bendijo los óleos de los catecúmenos y de la unción de los enfermos y se renovaron las promesas sacerdotales.
Antes de la misa, se realizó una peregrinación jubilar de los sacerdotes, que salió desde la parroquia San Ignacio de Loyola, pasando por el frente de la Casa Rosada, hasta llegar a la catedral.
Durante la procesión con la cruz, tanto los sacerdotes como los diáconos lucieron estolas que obsequió el papa Francisco, con el logotipo del Año Jubilar y la leyenda Peregrinantes in spem (Peregrinos en la esperanza).
En su homilía, García Cuerva manifestó: “Quisiera invitarlos, por un momento, a dejarnos llevar a “nuestro” Nazaret; volver a los lugares donde fuimos criados en la fe, a nuestras familias, a nuestros abuelos, a la parroquia de origen, al colegio, al seminario. Volver a aquel momento y lugar en el que sentimos el llamado de Jesús; volver a los primeros pasos del discípulo que siguen al Maestro; volver al primer amor”.
“Pero no es un volver para quedarnos en el pasado, encadenados a recuerdos que pueden convertirse en pesadas lápidas, sino para, con memoria agradecida, retomar fuerzas, reenamorarnos del Señor, volver a decirle que “sí” y renovarnos en el compromiso con el presente; con este, nuestro tiempo, el único que tenemos. Muchos recordarán la frase de aquella película de animación del 2008: ‘El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un obsequio. Por eso se le llama presente'”.
Continuó diciendo: “Luego de leer el pasaje del libro de Isaías, Jesús se sienta y dice: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír.” (Lc 4, 21)”.
“Hoy… palabra tan corta y tan importante; un adverbio demostrativo que refiere al presente, a la actualidad. Sus antónimos son ayer, antaño y mañana. Quizás es bueno volver sobre el concepto, no por cuestiones gramaticales, sino para comprender todo el significado de ese hoy en boca de Jesús”
“Efectivamente en nuestro hoy experimentamos que es tarde. Es tarde porque hay muchos problemas y la realidad es muy compleja; es tarde, porque sentimos el peso del trabajo pastoral y el cansancio del agobio; aquel que Evagrio Póntico llamaba asedia, esa pereza y tristeza del alma de sentir que ya no podemos, que no damos más, que todo es muy difícil. Incluso el cansancio de uno mismo, un cansancio auto referencial, experimentando estrés, ansiedad, y un cierto desgano”.
“A la vez, como tantos habitantes de la ciudad, también hoy experimentamos la soledad, esa soledad no fecunda porque no surge de la consagración en el celibato, sino una soledad que duele; que como dice Francisco, se convierte en un infierno que nos quema por dentro. Una soledad ligada a algún viejo enojo o a una poda en el ministerio no resuelta. Una soledad que, con apariencia de bien, nos seduce, una soledad a la que nos terminamos acostumbrando. El Cardenal Bergoglio utilizaba una expresión gráfica para referirse a esta realidad: sacerdotes “isolados”, sacerdotes medio islas y medio solos“, recordó.
“Los animo a todos en el hoy a renovarnos en la conciencia de que somos un cuerpo presbiteral que quiere acompañarse en los cansancios y soledades; porque tal como escuchamos en la primera lectura, somos enviados a cambiar el abatimiento en canto de alabanza (Cfr Isaías 61, 3). Que este año jubilar sea un signo de esperanza acompañarnos más de cerca, estar atentos a los hermanos sacerdotes cansados y agobiados, a los que se sienten solos. Y a la vez, si vivimos ese desgano, esa soledad, ese abatimiento, dejarnos acompañar y ayudar”.
Refiriéndose a la pastoral sacerdotal añadió: “Otra realidad que nos atraviesa es la grieta entre nosotros; grieta, herida, (o el nombre que cada uno prefiera darle), que puede ser ideológica, pero creo cada vez más, que principalmente es por razones afectivas. A veces nos tratamos mal, hablamos muy mal unos de otros; no nos miramos con misericordia; el enojo, la indiferencia, el chusmerío, parecen primar. Démonos otra oportunidad, vivamos la indulgencia entre nosotros hoy; no dejemos pasar más el tiempo”.
Considerando las diferentes realidades mencionó: “En el hoy, llevemos la Buena Noticia a los hermanos sacerdotes más pobres; pobres porque sus ingresos son escasos, pobres porque sus comunidades y colegios tiene pocos recursos. Que en este año jubilar nos comprometamos a revertir la inequidad económica que a veces se da entre nosotros. Generemos un modo de solidaridad institucional; que con trasparencia hablemos del dinero, de los ingresos mínimos, pero también de los ingresos máximos. ¿Por qué no?”.
“Quisiera animarlos a redoblar nuestro compromiso pastoral en este tema; a ser sacerdotes enamorados de Cristo que lo dejan traslucir en sus diversas actividades; cercanos a los jóvenes, alegres discípulos misioneros de Cristo, que le gritan al mundo que vale la pena entregar la vida por el Reino de Dios, que Cristo no defrauda, que ya desde ahora, nos promete el ciento por uno”, sostuvo.
“No pongamos más aplazamientos, condiciones, demoras o excusas. Es hoy; esta es la hora de confiar en las promesas del Evangelio; aunque parezca ridículo, aunque resulte difícil, aunque la nostalgia nos tire hacia atrás y la ansiedad nos quiera llevar al futuro. Es hoy, esta es nuestra hora para vivir nuestro ministerio sacerdotal anclados en Cristo, nuestra esperanza”.
En un tono de gratitud aseveró: “Una vez más quiero agradecerles por su entrega generosa en las diversas tareas apostólicas y por su testimonio sacerdotal, gracias de verdad. Gracias por el compromiso con el anuncio del Evangelio en este hoy, en el momento actual que necesita tanto de Jesús. Y en lo personal, gracias por su cercanía, por acompañarme en esta misión que Dios me confía, gracias por cada gesto de afecto, por la sinceridad, por su cariño, por la confianza, por la paciencia”.
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