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La comunidad parroquial de San José en Las Heras vivió este jueves 7 de agosto una jornada de intensa fe para honrar a San Cayetano, patrono del Pan y el Trabajo. Desde la tarde, vecinos, familias y grupos parroquiales se congregaron en la explanada del templo para iniciar la tradicional procesión que recorrió varias calles de la ciudad.
La columna de fieles avanzó con rezos y cantos, llevando en alto la imagen de San Cayetano por las calles de la ciudad. Participaron adultos mayores, jóvenes, niños y familias completas, unidos en una misma plegaria por el trabajo, el pan y la paz en los hogares. También la comunidad petrolera se hizo presente, sumando su voz en oración por quienes atraviesan la falta de empleo y por aquellos que no tienen pan.

Al llegar al templo, se celebró la Santa Misa presidida por el cura párroco César Heltner, quien en su homilía recordó la vida de San Cayetano: un hombre nacido en familia noble que, lejos de buscar privilegios, dedicó su existencia al servicio de Dios y de los más necesitados. Fundó oratorios, un hospital para enfermos terminales y un banco solidario para asistir a los pobres.
El padre Heltner resaltó que “la vida de los santos no fue fácil, pero supieron vivirla confiando en la providencia de Dios” e instó a los presentes a seguir ese ejemplo: “El milagro más grande es cambiar el corazón. La providencia de Dios se vive cuando compartimos lo que tenemos, cuando nuestras manos se abren para dar, para ayudar, para abrazar”.
En su mensaje, invitó a no limitar las peticiones a las necesidades personales, sino a orar por toda la comunidad, por quienes no tienen trabajo, por quienes carecen de pan y por la paz de los pueblos. Subrayó que la providencia muchas veces llega “a través de las manos del hermano que ayuda” y que la fe auténtica se expresa con gestos concretos de amor fraterno.
Al final de la celebración eucarística, el sacerdote bendijo el pan, el agua y a cada uno de los fieles, que participaron con gran devoción y gratitud. Luego se repartieron panes con anís, chocolate y otras preparaciones, que fueron recibidos con alegría por los presentes. La comunidad se retiró fortalecida en su esperanza y con el compromiso renovado de vivir la fe en la vida cotidiana.
“El milagro más grande es cambiar el corazón”
En su homilía, el padre César Heltner recordó que la providencia de Dios se manifiesta muchas veces a través de las manos de un hermano que ayuda: “La fe se vive compartiendo lo que tenemos, abriendo las manos para dar, para ayudar, para abrazar. No limitemos nuestras oraciones a lo que necesitamos nosotros; pidamos también por toda la comunidad, por quienes no tienen trabajo, por quienes no tienen pan y por la paz de nuestros pueblos”.
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