Your browser doesn’t support HTML5 audio

El caso Kueider reavivó viejas cuestiones de la política. Varias de ellas son las que llevaron a la sociedad argentina a descreer de partidos y dirigentes, lo que apuntaló en gran medida el ascenso al poder de un outsider como Javier Milei. Viejos problemas que reviven, pero que salpican también al actual gobierno libertario y que lo muestra como parte de la casta que dice combatir.

La detención en Paraguay del senador Edgardo Kueider con miles de dólares no declarados y de dudosa procedencia, así como su posterior y rápida expulsión del Congreso ofrecieron muchas caras para analizar.

Captura-de-pantalla-2024-12-15-122822Captura-de-pantalla-2024-12-15-122822

Kueider es una clara muestra del transfuguismo político y lo que la gente detesta de la casta. Este personaje llegó al Senado en la boleta de Unión por la Patria, igual que su colega Carlos Camau Espínola. Pero al llegar Milei al poder, en un rápido cambio de posición y separándose del bloque peronista, Kueider -como Camau Espínola-, comenzó a votar a favor del oficialismo y fue un senador muy útil para los libertarios para dar vuelta un Congreso dominado por la oposición. “Es todo de ustedes”, le dijo Milei a Cristina Fernández de Kirchner cuando estalló el escándalo. Pero el oficialismo no pudo ocultar que Kueider le resulta funcional en la Cámara alta e hizo todo lo posible para defenderlo.

Su caso reavivó también las sospechas de compra de voluntades en el Congreso. Esas “valijas” de la que tanto se habló siempre. La sospecha de la existencia de un mecanismo de corrupción para la compra de votos hace mucho que ronda el Congreso. Desde Unión por la Patria lo dijeron abiertamente: La plata que se le encontró a Kueider es parte de lo que recibió por cambiar de bando y votar a favor del oficialismo. Incluso algunos ya presentaron una denuncia judicial para investigar el hecho.

Y hablando de la Justicia, con el caso Kueider también reaparecieron las sospechas de la utilización de los tribunales y los organismos de inteligencia del Estado para hacer política.

Un par de horas antes de que en el Senado se discutiera la destitución de Kueider, apareció sorpresivamente en escena la jueza Sandra Arroyo Salgado, que a las apuradas emitió el pedido de desafuero y la extradición del senador. Todos señalan a Arroyo Salgado como una jueza cercana a Mauricio Macri. El pedido de la magistrada hizo que muchos votos cambiaran a favor de la expulsión.

Las sospechas no terminan en los despachos de los jueces. Trascendió en varios medios que detrás de escena está la pelea entre Macri y Milei y la utilización de los servicios de inteligencia en la operación.

Quienes sustentan esta teoría señalan que al senador lo estaban esperando cuando lo agarraron con los 211.000 dólares y esa “cantada” la asignan a un “carpetazo” que el macrismo le pasó a los paraguayos. La especulación se basa en que el líder del PRO acredita una estrecha amistad con el ex presidente del vecino país, Horacio Cartes.

Poco después de estallar el “caso Kueider”, apareció una denuncia por enriquecimiento ilícito a Cristian Ritondo y su esposa Romina Diago. La denuncia enumera departamentos en Miami y cuentas off shore que involucran cifras que rondan los dos millones y medio de dólares. ¿Una devolución de gentilezas?

La votación en el Congreso también mostró otra cara oscura de la política. Los idas y vueltas del escándalo no le dejaron al oficialismo ni al PRO el mínimo resquicio para defender a Kueider. Igual trataron de hacerlo en forma indirecta, pero en público estuvieron obligados a criticarlo. “Que lo echen de una patada en el culo”, dijo la noche anterior el presidente Milei.

La situación de Kueider se volvió insostenible. Se intentó evitar que sesionara el Senado y no pudieron. No quisieron aparecer sosteniendo a un corrupto. Primero, además de asociar al peronismo al escándalo, buscaron proteger a Kueider con una propuesta de suspensión para dilatar los tiempos.

Cuando quedó en el temario la propuesta de expulsión planteada por el peronismo, no le daban los números para oponerse a ella para reemplazarla por la suspensión. Y terminaron echándolo más allá de algunos senadores que en el “revoleo” quedaron defendiéndolo.

Y para cerrar, el caso reavivó la pelea indisimulable entre Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel. Ya expulsado Kueider, Milei, responsabilizó a su vice por el hecho y desde Italia se sumó al coro de operadores que pusieron en duda la validez de la sesión legislativa, con el argumento de que para entonces la vicepresidenta debía estar al frente del Poder Ejecutivo y no podía encabezar la sesión del Senado. Sugirió que es “inválida” y que “se podría hacer nuevamente”.

“No incumplí ninguna Constitución, en tal caso el incumplimiento es de otros”, señaló furiosa Villarruel.

Después de este cruce, dicen, se retomaron los planes de sacarle poder e influencia a Villarruel en el Senado, estrategia en la que están detrás los hermanos Milei y Santiago Caputo.

Muchas aristas para analizar en el “caso Kueider”. Situaciones que, sin duda, van a influir en el año electoral que arranca en un par de semanas.

Leé más notas de Jorge Cicuttin

Ver comentarios