Tiempo atrás, luego de conseguir las autorizaciones para conducir por rutas nacionales, la mujer emprendió un periplo que nunca imaginó para ver a su mamá que estaba gravemente enferma en un hospital de la provincia norteña. 

 

Carmen pidió dos veces el permiso para ingresar a Formosa, pero jamás le contestaron. El tiempo se agotaba y fue así que decidió partir desde Rawson sin contar con el certificado. “Con la desesperación, me largué. Era mi deber y el momento de despedirme de mi mamá”, relató a Diario Jornada.

 

Una vez en viaje, recibió el llamado de su hermana. “Mamá está mal. Los médicos no pudieron regularizarle la presión”, le anticipó dando cuenta que no había tiempo que perder.  “Iba con la angustia de que un llamado podía decirme que estaba muerta”.

Carmen y su mamá

Primero cruzó Río Negro, después La Pampa, Buenos Aires y Santa Fe. “Cuando llegué al control de Chaco me pararon y me dijeron que no podía continuar porque no tenía autorización de Formosa y que me tenía que volver”. Carmen insistió, pero los policías chaqueños se pusieron firmes y en tono imperativo le propusieron que se quedara en Santa Fe hasta tanto contara con el permiso.

 

Finalmente, se instaló en Florencia, un pequeño pueblo agrícola de menos de 10 mil habitantes, ubicado justo en el límite entre ambas provincias. “No sabía qué hacer y lloraba de la desesperación. Solo quería llegar. En la comisaría local anuncié que me iba a quedar en una estación de servicio y me enviaron un médico para hacer el hisopado”.

 

Mientras tanto, para no perder tiempo, Carmen decidió hacer público su reclamo y llamó a los medios santafesinos para que su pedido llegara a oídos de las autoridades. Minutos después de recibir el resultado negativo del test, sonó su celular. “Nos dijeron que podíamos ingresar a Formosa. Con muchísima alegría emprendimos el viaje”.

 

A pocos de cruzar la frontera, se aisló en un hotel a diez cuadras de la clínica en la que estaba su mamá a la espera de una orden que le permitiera visitarla. “Nos pidieron que no saliéramos. Firmamos un acta de compromiso de que nos quedaríamos ahí”.

 

Al día siguiente, se despertó con la esperanza de un inminente reencuentro, pero el permiso para salir del alojamiento no llegaba y los policías que la escoltaban en la puerta de la habitación se negaban a dejarla salir. “Me dijeron que no tenían la orden de llevarme al sanatorio”.

 

A las 12 me llama mi hermana y me dice que mi mamá había fallecido. Fue muy duro. Sentí que todo lo que había hecho fue en vano, salir a pelear por las redes, a hablar en los medios, en todas las radios y diarios.

Velorio

 

“Le pedí perdón por no haber llegado a tiempo, consolándome de que la estaba viendo y pensando que se fue sin saber que hice lo imposible para verla”, expresó desconsolada tras revelar que para ver el cuerpo de su madre también tuvo que atravesar trámites burocráticos.

 

“No ver al prójimo está mal y cada vez es peor. Necesitamos una sociedad unida. Recibí el apoyo de muchísima gente, pero con un Gobierno así es difícil, y al Gobierno lo ponemos nosotros. Deberíamos cambiar eso. Hace dos días vi en las noticias que salía un avión sanitario llevando a un exgobernador de 78 años a Buenos Aires en un grave estado. Hay que ser político para que pongan algo del pueblo a su disposición. ¿Por qué a un político le permiten todo y a mí no me dan un minuto para ver a mi mamá?”.

 

 

“No comenzaba un año si no lo empezábamos juntas”, recordó dolida Carmen Acosta. “El 2020 lo arranqué brindando con mi mamá y deseando un hermoso año. Nos despedimos con la promesa de volver a vernos el 1 de diciembre, como siempre”.

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