Este jueves, los alrededores del estadio Monumental volvieron a sentir los murmullos y se llenaron de celeste y blanco con los 21 mil presentes, que desde temprano comenzaron a llegar para ver a Lionel Messi y a la Selección campeona de América contra Bolivia, por la 10ma. fecha de las Eliminatorias Sudamericanas.

Las puertas se abrieron apenas pasadas las 17.30 después de un año y medio con la prohibición de gente en las canchas debido a la pandemia del coronavirus y en esta prueba piloto, con el 30 por ciento de aforo disponible, se notó la alegría del regreso, de volver poco a poco a la vida que se desea.

“No lo podemos creer, nos vinimos de Salta en avión para poder estar acá con mis dos hijos. Sabemos que todavía la pandemia no terminó pero no quería dejar de ver a Messi, algo que nunca pude hacer”, contó Simón, de 68 años, que además aseguró estar vacunado con las dos dosis.

Su hijo menor, de 17 años, coincidió en el amor por el astro que ahora viste los colores de Paris Saint Germain y reconoció que se “asustó” cuando observó desde su casa la patada del venezolano Luis Martínez, en el encuentro del jueves pasado, porque “casi” le corta su sueño de verlo por “primera vez en una cancha”.

Los integrantes de esta familia del norte fueron de los primeros en acercarse, al punto que almorzaron en un bar de la zona para evitar la aglomeración en los ingresos, algo que no sucedió por el estricto protocolo sanitario.

Por el formato de retiro de entradas debieron venirse un día antes pero aprovecharon para visitar los puntos turísticos de la ciudad.

Más tarde, los que arribaron fueron cinco amigos cordobeses, que recorrieron los 700 kilómetros que separan su capital de provincia de la del país.

El que tomó la palabra, Pablo (32 años), relató que viajaron “toda la noche” y durmieron “apenas un rato” en la camioneta utilitaria en la que hicieron todo el viaje por la ruta nacional 9.

A ellos los salvó un familiar que vive “relativamente cerca” de River, que les retiró las entradas y al que bromearon que le deben “un asado” porque se mojó durante la dura lluvia que el miércoles cayó sobre Buenos Aires.

Al minuto, Sergio -de su misma edad- perdió la vergüenza y le mostró a Télam un tatuaje de Messi con la Copa América levantada en Brasil hace solamente dos meses.

“Me lo hice porque lo amo. Me acuerdo que cuando vino en el 2011 a Córdoba a jugar en la Copa América solamente nosotros lo aplaudíamos. Había mucho resentido que dudaba de él. Es el mejor del mundo y de la historia junto con Diego (Maradona) y los dos son nuestros”, recalcó mientras se golpeaba con la palma derecha el dibujo que llevará hasta el fin de sus tiempos en la piel.

Los amigos sabían que una parte del protocolo los obligaba a guardar distancia en la platea San Martín alta pero coincidieron en que “no importa”.

“Había que volver a la cancha y entendemos las medidas de seguridad”, puntualizó Pablo, aunque las caras del resto dejaron entrever que tal vez un abrazo se les escaparía ante un gol de Messi o alguno de sus compañeros.

El último partido con público en la Argentina se jugó el 10 de marzo de 2020 en la Bombonera, por la segunda fecha de la fase de grupos de la Copa Libertadores de América.

En esa ocasión, Boca Juniors le ganó 3 a 0 a Independiente Medellín de Colombia con dos goles del Toto Eduardo Salvio y uno de Emanuel “Bebelo” Reynoso.

Un día antes, en la cancha de Estudiantes de La Plata, se jugó el último encuentro con gente en las tribunas por torneos locales: por la última fecha de la Superliga 2019/20, el “Pincha” cayó con Racing Club por 2 a 1.

Es por eso que el “vamos, vamos Argentina” se escuchó desde temprano. Otros hinchas se tomaron un micro desde el sur de la provincia de Buenos Aires en la noche del martes, viajaron desde Carmen de Patagones, tres chicas y el hermano de una de ellas.

 

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