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En La Rural, del 10 al 13 de abril, se realizó la séptima edición de MAPA, feria que se ha consolidado como una plataforma para el arte contemporáneo en el país.


La patagónica Alejandra Martin fue parte de esta edición, participando con el proyecto “Trama vital: vínculos, ciclos y territorios” en el stand de Mosaicos.site.

“Fue un espacio ideal para generar redes, visibilizar proyectos y dialogar con otras propuestas del país y la región”, manifestó a La Opinión Austral.
“Participar con un proyecto conjunto implicó una construcción colectiva desde la curaduría hasta el montaje. En esta oportunidad compartí el proyecto con Vanesa Galizia y Cintia Besanzini, dos artistas con quienes articulamos una propuesta en diálogo, buscando una narrativa común que diera lugar a nuestras distintas voces y formas de hacer. Respetamos la identidad de cada una, pero también trabajamos mucho para lograr una coherencia visual y conceptual que representara el espíritu del grupo. Fue una experiencia muy enriquecedora que nos llevó a escucharnos, a tomar decisiones en conjunto y a fortalecer los vínculos a través del arte”, valoró.
Es de destacar que para participar de MAPA, Martin presentó un proyecto que debía ser aceptado por la organización, lo cual representa “un gran desafío. Ser seleccionada en una feria de esta magnitud es también una validación del trabajo colectivo y del compromiso con una propuesta artística sólida y genuina. Fue una experiencia muy valiosa en todos los sentidos”.
Finalizando, destacó: “La posibilidad de mostrar mi obra en un contexto tan dinámico y federal, donde se encuentran artistas y galeristas de distintas partes del país. Pero también, y muy especialmente, la importancia de haber podido estar presente como artista patagónica, viviendo a tanta distancia de Buenos Aires. Muchas veces esa distancia geográfica se traduce en una cierta invisibilización dentro del circuito artístico más centralizado. Poder llevar mi voz, mi mirada y mi trabajo, que está profundamente atravesado por el territorio en el que vivo, fue un acto de presencia y de representación. Fue también una forma de reafirmar que desde los márgenes geográficos también se están produciendo discursos artísticos potentes, sensibles y comprometidos”.
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