En 1872, en Mornese, al norte de Italia, Don Bosco y María Mazzarello, fundan el Instituto María Auxiliadora.
28 años después, el padre Juan Bernabé arriba desde Punta Arenas para construir la Catedral, el Colegio Salesiano y el IMA en Río Gallegos.

En 1901, Sor Teresa Bragutti, Sor Margarita Avataneo y Sor Filomena Michetti llegan a la ciudad. El edificio aún estaba sin terminar, pero el 18 de marzo la labor educativa comenzó con una treintena de niñas.

El antiguo edificio, ubicado sobre avenida Kirchner esquina Teófilo de Loqui, hoy sigue en pie y desde 2008 es Monumento Histórico Nacional.
Marcela Mena, responsable del Museo Casa Histórica del IMA, señala al suplemento Arte y Cultura de La Opinión Austral que lo que permitió que “hoy podamos tener este edificio en pie es que las hermanas continuaron edificando hacia el otro lado (Piedra Buena) y no encima”.

El museo tiene una planta baja conformada por dos aulas de estudio, una capilla con imágenes religiosas de más de 122 años de antigüedad, la sala de actividades prácticas y la de música junto al salón de actos. En tanto que en el primer piso se encuentra el dormitorio mayor, el cuarto de higiene, la habitación destinada a la enfermería y dos baños.
La gran sorpresa
En 2006, Mena estaba de licencia por maternidad cuando hubo un inesperado descubrimiento.
“Marce ¿Te enteraste? Dicen que encontraron un espacio que no saben lo que es que es”, recuerda que le dijeron.
Para comenzar a poner en valor el lugar, una de las tareas fue que “la parte baja de la escalera había que dejarla como el padre Bernabé la había diseñado, había que serruchar unas maderas que se habían agregado posteriormente. Cuando deciden remover todas esas maderas encuentran que el piso era falso, sienten que las maderas eran huecas y al levantarlas se encuentran con una entrada totalmente diferente a la de la casa, tenía escalones de ladrillo”, relata.

Escalera abajo, al final del túnel encontraron “una especie de artefacto” que no sabían qué era. Sin embargo, había un indicio. La arquitecta había encontrado, en distintos lugares de la planta baja, orificios en el piso.

En el instituto no tenían más información. Finalmente en Punta Arenas, donde había fallecido el padre Bernabé, lograron saber que había detallado haber diseñado un espacio para la caldera. Ataron cabos.

La edificación era un horno estilo romano que funcionaba como caldera y que con un sistema de tuberías y los orificios en el piso, calefaccionaba.

Lo más llamativo, indica Mena, es la chimenea de tubería doble. “A través de uno de los tubos, subía el calor por medio de esos orificios y por el otro, subía el humo al exterior. El recorrido termina donde hay una columna que parece columna pero es donde está la chimenea“, marca.

En la carbonera, “a través de un orificio que daba con el exterior, el carbón descendía de afuera hacia adentro. Lo único que tenían que hacer las hermanas era sacarlo para colocarlo en el horno”.
Abrir las puertas
Para el armado del museo, la hermana Ana María L ‘Angiocola y la hermana directora María Elena Fernández comenzaron a seleccionar los elementos y las fotografías para exhibir.
La Casa Histórica recibió en 2008 la visita de una expedición, integrada por laicos y religiosos, que llegó desde Roma en un viaje en el que recorrían la historia de la congregación. “Esta expedición abrió un poco la puerta a las visitas”, indica.

Cada año, el número de visitantes, crece. “Siempre te encontrás con gente interesada en la arquitectura, no nos olvidemos que forma parte de una arquitectura pionera, de un Río Gallegos que era un caserío de 500 familias. La edificación del padre Juan Bernabé ha perdurado a pesar de los años y de las inclemencias”, destaca.
También son muchas las exalumnas que regresan, algunas “no conocían este sector de esta manera, regresan con esa impronta de redescubrir este espacio. Vuelven contando sus historias en la casa, su aporte es muy significativo”.

Mena menciona una anécdota que una exalumna le contó durante su visita. En sus años de pupila, el calendario era de septiembre a mayo, las bajas temperaturas igualmente se hacían sentir. Las hermanas improvisaban algunos braseros pero en un ambiente cerrado el humo, ahogaba por lo que las alumnas pedían que no los enciendan y descansaban sin calefacción.

“Todas tenían sus cobertores blancos y algunas mañanas, amanecían escarchados”, señaló que le contaron. Ante este recuerdo, manifestó “quedé impactada, ahí comencé también a ver el sacrificio de estas exalumnas que han pasado por este lugar y que ha sido muy significativo”.
¿Y el túnel?
Cuando se habla del Colegio Salesiano y del IMA, suele generar conversación la “leyenda” que dice que hay un túnel que conecta ambos edificios.

Cerrando, Mena, explica: “Teniendo en cuenta que son como cinco cuadras… era el padre Bernabé con dos ayudantes, decime si después de haber tenido ese trabajo de excavación iba a hacer semejante obra. Además, en las fotografías se ve que ya había edificación en derredor al colegio entonces era imposible cavar debajo de la construcción que teníamos. Trato de hacerles todo el análisis para que entiendan que era complicado, tendría que haber sido previo a todas esas a las otras construcciones”.
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