Gaspar y Simón tenían un año y medio cuando su mamá enfermó. Era 2020. Pilar Carbone era integrante del cuerpo docente de la carrera de psicopedagogía y estaba, como todos, adaptándose al confinamiento por la pandemia de Covid-19.

En esos primeros meses, en un autoexamen se encontró un bulto en la mama derecha. La situación epidemiológica había restringido las actividades y su médico no estaba atendiendo, pero, tras varios intentos, logró conseguir un turno para una ecografía que mostraba que “aparentemente estaba bien”. Por las dudas, le solicitaron una mamografía: ese fue el primer impacto.
“Tenía 30 años y esperaba en 10 años hacerme una mamografía. La médica me dijo que no parecía nada malo y que volviera en seis meses, pero no me quedé con eso”, cuenta a La Opinión Austral. El bulto le causaba dolor y no podía desarrollar su vida, quería que se lo sacaran.
Su médico de cabecera solicitó una punción y cuando estuvieron los resultados, la secretaria le dijo: “Vení acompañada”, algo que por esos días no se podía. “Dije: ‘Listo, sonamos’”. Fue acompañada por Gabino, su pareja, y en el consultorio recibió el diagnóstico y el aliento de su médico. “Vas a estar bien. Cáncer no necesariamente es muerte, se puede salir adelante”, recuerda que le dijo.
En pandemia era pensar todo el tiempo: ‘Me muero de cáncer o de Covid’
“Era un tumor muy invasivo, de muy rápido crecimiento, a los tres días comencé con quimioterapia”. Inmunosuprimida y con cuidados extremos, pandemia de por medio y sin poder encontrarse con amigas ni familia, pasó el primer año que sintetiza en una palabra: desgastante.
“Mis salidas sólo eran al Centro de Medicina Nuclear cada 20 días y después todas las semanas, siempre con mucho miedo de agarrarme Covid. Es una enfermedad dura en cualquier momento, pero en pandemia fue peor porque era pensar todo el tiempo: ‘Me muero de cáncer o me muero de Covid’. Un miedo tremendo”.
Durante ese proceso, Pilar comenzó a capacitarse en crianza respetuosa, lactancia e inició la carrera de puericultora.
En 2021, le realizaron una mastectomía, estuvo dos meses en recuperación y luego con quimioterapia oral.
En el medio de todo este proceso, se le ocurrió una idea. “Seguía muy comprometida con la prevención, con contener y acompañar a mujeres que pasaban por lo mismo y veía esa demanda de cómo hablarlo con los más pequeños de la casa“.
Se contactó con la psicóloga Carolina Mora para pedirle ayuda y así comenzó a darle curso a la idea: un cuento autobiográfico para niños que se llamó “El día que mamá sanó”.
Al tratarse de su historia, reconoce, “era bastante difícil pero a la vez sabía que iba a ser super enriquecedor y un aporte genuino”.
La historia también implicaba exponer a los mellizos y a su pareja. “Gabino me apoyó siempre en todo, el libro es abrir un poco el corazón y la familia, él entendió perfectamente cuál era el mensaje que quería transmitir. Más allá de que está basado en nuestra historia también es un artificio que sirve para llegar a más hogares que lo necesiten“.
El libro tiene ilustraciones de Vicky Senger. Foto: José Silva/La Opinión Austral
El libro ilustrado por Vicky Senger está editado por Amarillo Ediciones y comenzó a circular en Buenos Aires sin que la autora lo tuviera en sus manos. “El día que llegó a mi casa fue emocionante y principalmente el poder compartirlo con mis hijos. Era como recibir a un hijo más“, comenta. Simón y Gaspar se reconocen en el libro y saben que esa historia es la de ellos.
Las devoluciones que le han llegado sobre el libro son positivas. Llegan e quienes están atravesando la enfermedad y lo han compartido con sus hijos hasta de espacios educativos donde ha servido para trabajar cuando un referente, como puede ser una maestra, que ocupa un rol materno se enferma.
“Se van abriendo otros escenarios”, señala Pilar, quien por el momento no tiene un nuevo proyecto. “Si llega a surgir otra idea, le voy a dar para adelante, creo que vale la pena el esfuerzo”, sostiene.
El tipo de cáncer que tuvo Pilar no tiene identificado su origen identificado por lo que no puede realizar un tratamiento preventivo. Los reconocimientos que ha tenido el libro y su participación en diferentes eventos, abre la posibilidad de hablar más del tema y es algo que también valora: “Hay una deuda mundial muy importante en lo que es la inversión del Estado de investigar más sobre cáncer. Sin importar el color político, se empieza a hablar en estos espacios y eso está bueno”.
Cerrando, dice que para ella “este libro es resignificar el dolor, uno puede vivir esta enfermedad de diferentes maneras, todas son distintas. Siempre traté de ser positiva y poner toda la onda pero uno sufre y en muchos aspectos: en lo emocional, vivir en incertidumbre, en lo físico, uno se deteriora permanente en la salud, hay que aguantar la quimio, se sufre y creo que todo esto es una manera de transformar el sufrimiento en algo bueno”.
Leé más notas de Belén Manquepi Gómez
Compartir esta noticia